Tras su paso por las sesiones de KEXP en Bilbao, Depresión Sonora se prepara para iniciar una gira que arrancará en la misma ciudad el … próximo 9 de enero, en el Kafe Antzokia. El proyecto de Marcos Crespo, convertido ya en una de las voces más singulares del post-punk español, acaba de publicar ‘Los perros no entienden Internet’, un disco más maduro, introspectivo y con una puesta en escena que combina el desencanto urbano con una ternura desarmante.

— ‘Los perros no entienden Internet’ es un título provocador. ¿Cómo apareció esa idea en su cabeza?

— Fue difícil. Es una frase que reencontré en una pizarra que tenía, en la que iba apuntando locuras. Aparte de que el título mola, tiene su gracia: vivimos en una realidad en la que los perros no entienden en absoluto de problemas o complicaciones. Viven cerca de nosotros, pero en una realidad totalmente paralela, mucho más libre que la nuestra.

— En ‘Me va la vida en esto’ escucho las grabaciones de su voz infantil al final, y ahora lo exterioriza con un coro de niños en directo. ¿Es una forma de reencontrarte con su «yo pasado»?

— Sí. Es bonito, nostálgico. Pienso que vengo de ahí y en qué pensará ese niño de lo que soy ahora. Siempre es bonito redescubrir un audio o ver fotos tuyas de pequeño, recuperar esa inocencia que tenías.

— ¿Cómo sabe cuándo dejar que una canción repose y cuándo empujarla hacia adelante?

— Justo en este álbum no me ha pasado, pero con el último EP sí que se me atascaron un poco más. Empecé este disco hace un año y poco, en julio, y en cuatro meses ya tenía prácticamente todas las canciones. Tuve unos meses para mentalizarme sobre lo que quería hacer y cómo enfocarlo. A partir de ahí empezó a salir todo.

— ¿Cómo convive con la vulnerabilidad?

— Prefiero no pensarlo. Es complicado, a veces. Te sientes muy expuesto, pero también es lo bonito de todo esto. Intento no pensarlo y punto; es la forma de convivir con ello.

— ¿Qué relación tiene con las redes sociales?

— Las redes son un mundo muy complicado: compararse, sentirse vulnerable, tener que llamar la atención, mercantilizar todo lo que uno hace… Intento estar lo necesario. Aunque me gustan, las consumo mucho, pero sin exponerme demasiado.

— Su gira arranca en Bilbao y también acaba de grabar de la mano de KEXP y BIME. ¿Qué relación tiene con la ciudad?

— Sí, empezamos en Bilbao el 9 de enero. El año pasado estuvimos también en los conciertos de BIME. A mí me encanta Bilbao, llevo viniendo muchos años y no solo para tocar. Antes de ser Depresión Sonora he venido mil millones de veces a la Semana Grande. Dormíamos en la playa de Getxo y nos pasábamos toda la semana aquí. Me encanta venir.

— ¿Cómo ve la relación entre su música y la escena mainstream del panorama actual?

— Siento que estoy en diálogo conmigo mismo. Son cosas que uno escucha y de repente pueden entrar referencias o maneras de ver diferentes. Pero no creo que mi música tenga mucho que ver con la escena mainstream que hay ahora.

— También tocó en Coachella.

— Coachella para mí no es nada mainstream. Sí que tiene unos cabezas de cartel, pero luego cuenta con un cartel muy currado, con bandas que están empezando a salir y son muy interesantes. La gente recibió muy bien mi proyecto allí. Fue muy divertido, la verdad.

— Da la sensación de que, al final, todo vuelve a esa idea del título: intentar vivir sin entender demasiado, como los perros.

—Sí, totalmente. Ojalá poder vivir con esa paz, sin darle tantas vueltas a las cosas. Supongo que de eso va el disco, de aceptar lo que uno es y no intentar explicarlo todo. Miro hacia abajo y veo a mi perro Lucas, que lleva más de 13 años conmigo. Tiene artritis y algo de ceguera, pero en sus ojos negro café todavía veo esa inocencia que tenía cuando cabía en la palma de mi mano. Todo es sencillo. Si está feliz disfruta al máximo y si está triste llora un rato.