La periodista Maribel Vilaplana ha aportado nuevos detalles sobre lo que ocurrió durante y después de la comida de trabajo que mantuvo con el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, el día de la dana en el restaurante El Ventorro. La comunicadora ha … admitido que volvieron a conversar en la madrugada del 30 de octubre, cuando le pidió que su nombre no trascendiera.

De acuerdo con fuentes jurídicas presentes en la declaración de la periodista ante la juez que instruye la causa penal sobre la gestión de la riada del 29 de octubre, en la que murieron 229 personas, la periodista ha confirmado que conversó por teléfono con Mazón de madrugada, en una comunicación en la que le preguntó si durante la comida «sabía algo» de lo que iba ocurrir, a lo que le contestó que de manera negativa.

«Le pregunté qué ha pasado y me dijo que esto era muy gordo y muy grave», ha recordado Vilaplana. Asimismo, le pidió que no sacara su nombre ni que habían comido esa fatídica jornada, por lo que ha reconocido sentirse una «cobarde», un año después, y arrepentirse de ello. «Hubiese sido muy diferente», ha añadido.

Dos días después, ha desvelado que volvieron a tener una conversación telefónica en la que Mazón le pidió disculpas y le dijo que su nombre tendría que salir porque «tenía mucha presión» y que «era mejor que cortaran todo contacto». Al respecto, ha advertido de que entró en «pánico total» y borró todos los mensajes que mantuvo aquellos días con el presidente.

Del mismo modo, ha revelado que intentó pagar la factura de la comida, pero que el presidente le dijo «ya está», en referencia a que ya estaba saldada, aunque no sabe si la abonó de manera personal o como gasto de Presidencia. Además, no le consta que Mazón hablara con el alcalde de Cullera y que tomaron productos de temporada, «alguna botella de vino», pero no copas posteriores. Por todo ello, se ha referido a sentirse «utilizada» por los medios de comunicación.

Vilaplana ha aludido igualmente a haberse convertido en la «persona más triste del mundo», a lo que la juez le ha respondido que ese sentimiento «le honra». Ha recordado tener una imagen grabada que no se quita de la cabeza, estar con su hija ayudando en Picanya y ver un mensaje en el que la llamaban «puta». «Voy a tener que vivir con esto toda la vida», ha aseverado. Sobre la carta que emitió a comienzos de septiembre, ha confirmado que sólo sus hijos conocían el contenido y su publicación.