Las casas minimalistas tipo “caja blanca” han sabido convertir la pureza de lo blanco en una especie de paisaje interior que, lejos transmitir frialdad, invita a respirar. No son solo una tendencia: representan una forma de escribir espacios con pinceladas de luz, silencio y precisión. En este tipo de viviendas, cada esquina cuenta, cada textura se elige con intención y la luminosidad se convierte en protagonista que viste los espacios. “Las casas tipo ‘caja blanca’ son espacios caracterizados por superficies lisas, grandes áreas en blanco y un estilo minimalista muy marcado”, dice la arquitecta Andrea Arqués. “Están muy en tendencia en interiorismo actualmente”, añade.
Para darles forma la gracia está en la sutileza: una estantería que funciona como frontera visual, un sofá modular que redefine el espacio sin restar calidez o una cocina que parece una extensión de la sala gracias a encimeras suaves y herrajes discretos. Son detalles que hacen que la caja blanca no sea un vacío, sino en un escenario vivo donde la neutralidad se transforma en una paleta para la vida diaria. Porque detrás de esa aparente simplicidad, late una obsesión por el detalle: una textura inesperada aquí, un acento cromático muy medido allá, como si cada elemento estuviera esperando su propio momento de lucirse. Las casas minimalistas tipo ‘caja blanca’ ofrecen más opciones decorativas de lo que parecen y por eso se han convertido en tendencia. La experta al frente de A Studio Architects, nos da sus trucos para vestirlas.
El blanco no es un límite
“La pureza de la caja no tiene por qué restringir el uso del color en el mobiliario”, explica la interiorista que recomienda incorporar materiales naturales “aportan textura, contraste y una vibración especial que enriquece el espacio”, explica.
La iluminación cálida es clave
Jugar con luz cálida es un must para la arquitecta. “Baña las paredes con un tono más acogedor y aporta emoción al blanco, evitando sensaciones clínicas o estériles”, apunta. Para dejar que entre la luz natural sin perder intimidad, el truco está en usar cortinas ligeras o estores translúcidos. Y nada de recargar: la clave está en dejar respirar cada objeto.

Cuando la base es simple, el uso de materiales como la madera, dan calidez al espacio.
CLAUDIA MAURIÑO | Proyecto de A STUDIO architects
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La madera como aliada
“La madera introduce sensibilidad, calidez y una conexión con lo orgánico”, analiza Arqués. Tanto en tonos claros como oscuros, se integra perfectamente con una caja blanca, aportando profundidad sin perder el enfoque minimalista.
Color y estampados con intención
Tanto el uso estratégico de color como los estampados puede darle un toque de personalidad al espacio. «Bien combinados, permiten jugar con una paleta de estilos diversos, que van desde lo mediterráneo hasta lo escandinavo o incluso ecléctico», desvela la experta.

El uso del color es un elemento clave con el que dar personalidad al espacio
Claudia Mauriño
Textiles que suman calidez
«Incorporar alfombras, cortinas de lino, mantas o cojines en tejidos naturales y tonos tierra añade una capa de confort visual y táctil», dice la experta sobre este recurso que aporta confort sin perder la pureza visual. «Los textiles suavizan la geometría del espacio blanco y aportan dimensión sin saturarlo», argumenta.
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Arte como punto focal
«Las obras de arte, ya sean contemporáneas, abstractas o fotográficas, pueden actuar como un contrapunto vibrante dentro del espacio blanco. Una sola pieza bien elegida puede transformar una pared neutra en una declaración de estilo», sentencia.