Los beneficios de la IA están llegando a las cuentas de las compañías de Wall Street a ritmos agigantados. Ya han presentado resultados seis de las siete magníficas y sus ganancias han crecido un 27% este trimestre frente al 15% que estimaba el consenso de los analistas. Buena parte de los ingresos extra vienen de la revolución que trae esta nueva tecnología y su llegada ha precedido a poderosas subidas en bolsa que incluso han abierto debates sobre una posible burbuja. Sin embargo, hay una ‘cara B’ de este crecimiento que está pasando más inadvertida. Si bien hasta hace nada las empresas tecnológicas eran conocidas por su bajo nivel de deuda y elevado flujo de caja (algo que les hizo casi inmunes a la subida de tipos de interés), la carrera por la IA está provocando un tsunami de deuda como pocos se recuerdan.

Las empresas tienen claro que toca invertir todo lo que puedan para convertirse en los pilares del futuro mercado IA. Ya sea con sus nubes, los chips, los centros de datos… etc. Quien logre ahora posicionarse puede ser el rey del futuro negocio más rentable del mundo. Esta fiebre ha devenido en una carrera que, inevitablemente, trae vencedores y vencidos, pues no todos pueden tener posiciones preponderantes en la industria del futuro. Sin embargo, las empresas de Wall Street y principalmente las tecnológicas están acudiendo de forma masiva al mercado de deuda para financiar su particular batalla, algo que está cambiando el paradigma del sector y que esconde ciertos peligros.

El último en dar la voz de alarma ha sido Goldman Sachs en un informe publicado la semana pasada con los últimos resultados en el foco. El portfolio de las acciones ‘IA’ que estudia el banco norteamericano muestra que solo en 2025 se han emitido cerca de 141.000 millones de dólares en deuda corporativa. Hay que tener en cuenta que estas mismas acciones emitieron un total de 127.000 millones de dólares en todo 2024. Esto ha sido solo el último acelerón de una industria que vivía bastante a espaldas del crédito y que ahora la deuda total con intereses asciende a 1,35 billones de dólares. Se trata del cuádruple de hace una década. Esta ha sido liderada por las grandes empresas de Wall Street, de hecho, solo entre Amazon, Microsoft, Apple, Meta y Alphabet, suman cerca de 457.000 millones de dólares de deuda.

Y estas cifras podrían tener que actualizarse pronto. De hecho, este mismo lunes Bloomberg publica que Alphabet está realizando una colocación de 3.000 millones de dólares en bonos para financiar su expansión IA. La empresa está invirtiendo una cantidad récord para impulsar el progreso en IA, con gastos de capital previstos entre 91.000 millones y 93.000 millones, y con ingresos de productos basados en los modelos generativos de Google creciendo más de 200% respecto al año anterior.

Todo a la IA

Tal y como destaca Michael Keen, strategic advisor de NRI, «se está dando una carrera de las grandes tecnológicas para construir con deuda el futuro de la IA». Según el experto el cambio de paradigma ha quedado totalmente afianzado con la operación de Meta por Blue Owl Capital por unos 27.000 millones de datos para su centro de datos Hyperion, en Louisiana. «Se trata de un cambio deliberado en la firma en la que las tecnológicas financian su infraestructura y modifica el perfil de riesgo para el sector». En definitiva, «hasta ahora las grandes empresas tech se financiaban con sus enormes reservas de efectivo y ahora, lo hacen a través de la mayor expansión de capital de la historia moderna a través de deuda». En este acuerdo de 27.000 millones de dólares, 26.000 millones vienen a través de deuda con Pimco como agente clave. Una operación que parecía impensable en el sector hace no tanto.

El experto dice que el ejemplo de Meta es solo la punta del iceberg y que en Oracle también se ha visto un ejemplo muy reciente y claro de este nuevo paradigma. «La emisión de bonos de Oracle por valor de 18.000 millones de dólares en septiembre de 2025 tuvo una sobresuscripción de casi cinco veces. La compañía está preparando un paquete de deuda de 38.000 millones de dólares para financiar nuevos centros de datos en Texas y Wisconsin».

Fuera de operaciones concretas Microsoft ha disparado sus gastos de capital hasta los 35.000 millones de dólares en el primer trimestre fiscal de 2025 frente a los 24.200 millones del trimestre anterior. Un cambio radical en tres meses. Lo mismo pasa con Meta que ha duplicado sus gastos de capital de 37.300 millones en 2024 a unas previsiones para 2025 de entre 70.000 y 72.000 millones.

«Las reservas de efectivo de las grandes tecnológicas ahora tienen unos saldos prácticamente iguales a las firmas no financieras»

Keen dice que hay muy diversas estrategias y que sería injusto atribuir un endeudamiento descontrolado a todos los casos. En el caso de Oracle sí que se observa un «apalancamiento directo agresivo» con 25.000 millones de dólares anuales durante cuatro años «que disparará su deuda ajustada a los 290.000 millones de dólares para 2028». Esto ha llevado a que los swaps de default de la firma de Larry Davison estén en máximos desde octubre de 2023.

Situación muy diferente para empresas como Microsoft, la considerada más conservadora con esta estrategia. «Emite deuda para complementar la generación de efectivo, manteniendo un apalancamiento moderado mientras duplica la capacidad de sus centros de datos para 2027», comenta Keen. Amazon sigue teniendo un enorme flujo de caja de 121.000 millones de dólares y Meta está generando deuda agresiva sí, pero a través de empresas conjuntas. El ejemplo de Blue Owl es que utiliza una empresa fuera de su balance en la que recaen los nuevos pasivos, por lo que la firma de Zuckerberg puede crecer sin empeorar gravemente su balance.

Goldman Sachs dice en su informe que «las reservas de efectivo de las grandes tecnológicas ahora tienen unos saldos prácticamente iguales a las firmas no financieras de grado de inversión». Es decir, han pasado de ser enormes monstruos de liquidez a empresas corrientes en lo que respecta a deuda. Sin embargo, Keen destaca que esta estrategia «no es un acto desesperación sino una optimización financiera racional«. La carrera armamentista de la IA «se ha convertido en una carrera por el capital. El gasto de capital de Meta, que representa entre el 36 % y el 38 % de los ingresos proyectados, refleja la convicción de que la subinversión es más arriesgada que el gasto excesivo. La deuda permite a las empresas crecer más rápido de lo que lo permitan sus propios flujos de caja».

Los mercados reciben bien el cambio

Por ahora, la fiebre de lanzarse al mercado de deuda para financiar la inversión y el desarrollo de la inteligencia artificial no ha tenido un impacto en la rentabilidad que exigen los inversores a las empresas que salen a pedir prestado. Los índices de referencia de deuda corporativa que recoge Bloomberg, tanto en crédito de empresas estadounidenses, como globales, están reduciendo su interés a vencimiento en los últimos años. Desde octubre de 2023 no ha parado de caer este coste de la deuda en el índice de deuda corporativa de empresas estadounidenses, pasando del 6,43% que se tocó entonces, hasta el 4,81% actual.

El incremento de las emisiones de deuda de Meta, por ejemplo, no está teniendo un impacto significativo a la hora de incrementar el coste de financiación para la compañía. La última emisión de bonos con vencimiento a 10 años que ha llevado a cabo la tecnológica, este 3 de noviembre, ha marcado un cupón del 4,87% para la operación, algo por encima del 4,75% que marcó una emisión similar en agosto del año pasado, pero por debajo del 4,95% que marcó el cupón en la colocación de deuda a 10 años de mayo de 2023.

En el caso de Oracle, el coste de sus emisiones de bonos con vencimiento a 10 años ha subido respecto al año pasado, ligeramente, pero desde febrero hasta ahora se ha reducido: en 2023 emitió con un cupón del 4,9%, que se incrementó hasta el 5,5% en la emisión de febrero, y ahora se ha reducido hasta el 5,2%.

El gran peligro de la carrera de deuda

Sin embargo, Keen señala que pese a que se trate de una estrategia muy lógica para empresas que tenían un enorme margen de apalancamiento y una oportunidad histórica ante sus ojos, el riesgo es evidente. «La comparación con la burbuja de las telecomunicaciones de principios de la década de 2000 es inevitable. En aquel entonces, la inversión anual de 121 mil millones de dólares en fibra óptica provocó una sobrecapacidad masiva y el colapso de la empresa. El gasto de capital en IA ya triplica esa cifra. La diferencia radica en la solidez de sus balances; Microsoft, Alphabet y Amazon cuentan con fuentes de ingresos diversificadas, pero la deuda introduce un riesgo de apalancamiento ausente en los desarrollos anteriores».

Si las empresas logran retornos masivos y, tal y como creen por ejemplo el último análisis de Harris Kupperman, estamos ante un mercado de 2 billones de dólares, toda esa deuda parecerá poca en comparación al aumento de los ingresos. Sin embargo para aquellos que no consigan encontrar su lugar en ese mercado o si resulta tener retornos menores de lo esperado, estas firmas quedarían atadas a montañas de deuda con pocos precedentes en la historia moderna. Una carga muy pesada que marcará el futuro de Wall Street y del mundo. En definitiva, la suerte está echada; todos apuestan por volcar todo en la IA, un fenómeno que ya está cambiando el mundo y que, pase lo que pase, dará lugar a un enorme cambio en los gigantes tecnológicos.

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