El PP pondrá en marcha ya la negociación con Vox para intentar pactar un nuevo presidente de la Generalitat. El nombre que han puesto encima de la mesa es el de Juanfran Pérez Llorca, secretario general del PP en la Comunidad Valenciana. … El número dos de Carlos Mazón en el partido. Se trata de una solución temporal, según ha podido confirmar ABC. «No hay más opciones», reconocen en Génova, mientras dejan claro que el líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, tendrá las manos libres para decidir la candidatura en las próximas elecciones autonómicas. Sean en 2027 o antes.

Feijóo pidió este lunes «responsabilidad» al partido de Santiago Abascal para dar continuidad a la legislatura de la reconstrucción después de la riada que devastó la provincia de Valencia hace justo un año. «Pido que esté a la altura» y «facilite cuanto antes» la llegada de otro presidente autonómico, dijo, después de que Mazón compareciera en el Palau anunciando una dimisión que tardó varias horas en formalizar. La aparición del todavía presidente autonómico se convirtió en una ceremonia de la confusión, con muchos interrogantes por despejar. El primero, el de su sucesor. La sensación en las filas populares fue la de que no había un plan claro. Que seguía faltando la segunda parte de la operación. «Mazón se marcha. ¿Y ahora qué?», decían algunos dirigentes que asistieron al comité ejecutivo nacional en la sede del PP.

Muchas miradas se dirigían a Pérez Llorca por varias circunstancias. Es el secretario general de los populares en esa comunidad y, sobre todo, tiene escaño en Las Cortes Valencianas –requisito indispensable para optar a una investidura–. A eso se suma que su relación con Vox es fluida. De hecho, es quien ha estado al frente de todas las negociaciones con el partido de Abascal en esta legislatura. Incluso los asuntos más delicados, que han sido varios a lo largo de estos dos años y medio. Esa interlocución, dicen algunos dirigentes, puede facilitar el intento de atraer el apoyo de Vox hacia este nombre concreto.

El PP tiene intención de ponerse manos a la obra cuanto antes y evitar que esta situación de ‘impasse’ se prolongue. Pero está por ver la actitud de Vox. Hasta el momento Abascal no ha dado garantías de que quiera ponerle las cosas fáciles a su rival por la derecha. Más bien al contrario. Lleva días reprochando públicamente al PP forzar la marcha de Mazón y haberle entregado esa victoria al Gobierno de Pedro Sánchez. También los populares hacen su propia lectura: «Vox está encantado con que siga Mazón. No deja de crecer en las encuestas».

La realidad es que todos los miembros del Consell actual a excepción de Mazón dejaron su acta de diputados cuando entraron en el gobierno autonómico. Eso les invalida para ir ahora a una investidura a todos ellos.

Y el otro gran nombre que siempre ha estado ahí, encima de la mesa de Génova y por la que Feijóo tiene predilección, es la alcaldesa de Valencia, María José Catalá. La regidora, que estaba de viaje en Nueva York estos días pasados cuando toda la crisis estalló, no quiere dar el paso autonómico. De hecho, en su entorno dejan claro que no pretende dejar la alcaldía. Y su situación familiar también dificulta tomar ese camino, al menos ahora. Es cierto que en el PP valenciano, como ha quedado claro, tiene detractores. Y toda esta situación la saca de la carrera actual definitivamente.

También en Génova afirman que «no tendría sentido descabezar también la alcaldía». Afirman que «bastante tenemos con cubrir la Generalitat», dicen, reiterando que el nombre de Catalá ahora no entra en la ecuación. Por todo esto, resumen, la opción tiene que ser la de Pérez Llorca. Aunque eso sí, todos los consultados remarcan que es «temporal» y para el momento actual exclusivamente. En el futuro su nombre no estará encima de la mesa como candidato. Y añaden: «Tampoco el de Vicente Mompó».

El desafío que muchos ven

Esa aclaración sobre Mompó es bastante evidente. En la cúpula nacional –y en otros muchos dirigentes– sentó muy mal el movimiento de los tres presidentes provinciales de la Comunidad Valenciana el pasado viernes promoviendo a Mompó como futuro candidato electoral. La maniobra miraba a unos comicios que, finalmente, no se han convocado. «Pero él se ha quemado», zanjan en el partido, afirmando que el presidente de la Diputación de Valencia ha dejado de tener opciones.

En la formación muchos ven como capitán de esa operación al propio Pérez Llorca. Lo que hace que en el entorno del secretario general, Miguel Tellado, muchos lo hayan mirado con desconfianza. Fuentes cercanas a Feijóo, sin embargo, aseguran que la ficha que movieron los presidentes provinciales y, sobre todo, el secretario general del PP en la Comunitat, que ahora suena como futuro ‘president’, tuvo que ver con «el aislamiento» en el que vieron a Mazón en las últimas horas. Que no emitiera mensajes. Que no aclarara su futuro. Y la necesidad de «llenar el espacio» para que el partido no cayera en el mismo desmoronamiento. Fuentes de Génova niegan la deslealtad, mientras otros dirigentes creen que todos ellos han «quedado marcados» con sus actos.

En todo caso, la dirección nacional tiene claro que el nombre es ese. Y se preparan para una negociación con Abascal, que puede ser muy dura. La realidad es que el PP nacional desconoce hasta dónde querrá llegar el líder de Vox. Muchos cargos asumen «exigencias duras» por el poder que le han entregado: en su mano está una nueva investidura después de haber descartado las elecciones.

El gran temor que ponen encima de la mesa distintos dirigentes populares es que Abascal «juegue» con ellos durante semanas en una negociación y, finalmente, haya bloqueo y convocatoria electoral. Entienden que eso sería «letal» para ir a las urnas, habiendo desechado la opción y viéndose forzados después por Vox. Ante esa tesitura, en el núcleo duro de Feijóo piensan que sería Abascal «el que quedaría retratado» porque se vería con claridad su nulo interés por dar estabilidad a la comunidad y, en cambio, «ir a por el PP» de nuevo en unas elecciones.

La negociación se cruza en plena precampaña de Extremadura donde la interlocución con el PP es absolutamente nula. Eso hace pensar en que los dos partidos tendrán difícil ceder y llegar a un entendimiento tan fácilmente. Porque la campaña extremeña será a cara de perro. No queda otra, como admiten distintos cargos.

Abascal tiene la capacidad de forzar al PP hasta el final: «A nosotros no nos dan miedo las elecciones en Valencia», zanjan en su entorno.