Oier Lazkano es el último deportista suspendido por «anomalías» en su pasaporte biológico.Oier Lazkano es el último deportista suspendido por «anomalías» en su pasaporte biológico. (Ben Stansall | AFP)

Durante décadas, el ciclismo ha sido, por mérito propio, uno de los deportes más vigilados en la lucha contra el dopaje. Los escándalos que marcaron los años 90 y el inicio de la década llevaron a las autoridades a buscar métodos más eficaces para detectar trampas. De esa necesidad surgió el pasaporte biológico, una herramienta que cambió la forma de combatir el dopaje: no busca las sustancias prohibidas en sí, sino sus efectos en el organismo del deportista.

La última víctima, el alavés Oier Lazkano, suspendido provisionalmente por «anomalías» en los años 2022, 2023 y 2024; es decir, sus años en Movistar. El ya exciclista de Red Bull-Bora defendió este domingo su inocencia, asegurando que trabajará para demostrarlo.

Pero, ¿qué es exactamente el pasaporte biológico? En 2007, la Unión Ciclista Internacional (UCI) anunció el desarrollo de un sistema de pasaporte biológico, en colaboración con la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Se comenzó a usar un año después con el objetivo de monitorear a lo largo del tiempo los parámetros hematológicos y esteroideos de los corredores y en 2009 ya estaba implantado de forma general.

Es un registro individual que recopila y analiza datos biológicos de cada ciclista a lo largo del tiempo. Este sistema crea un perfil personalizado con variables sanguíneas y hormonales. Si se producen alteraciones significativas que no pueden explicarse de manera natural, se considera una posible evidencia de dopaje, incluso sin detectar una sustancia concreta. Este es el caso por el que ha sido suspendido Lazkano, que tal y como defendió, nunca ha dado positivo en un test antidopaje.

El principio es sencillo: el cuerpo humano mantiene una estabilidad fisiológica relativamente constante. Si un ciclista utiliza métodos dopantes, como transfusiones sanguíneas o eritropoyetina (EPO), su organismo mostrará cambios inusuales en parámetros como el hematocrito, la hemoglobina o el recuento de reticulocitos. Estos indicadores forman parte del módulo hematológico del pasaporte, orientado a detectar manipulaciones en la sangre. Paralelamente, el módulo esteroideo analiza el perfil hormonal del atleta mediante muestras de orina, buscando variaciones anormales en esteroides como la testosterona. En los últimos años, la AMA ha añadido un módulo endocrino, destinado a estudiar hormonas como la EPO o la hormona del crecimiento.

Los ciclistas se someten regularmente a controles dentro y fuera de la competición. De hecho, probablemente el ciclismo sea uno de los deportes en los que más controles se realizan. Los resultados se almacenan en una base de datos y se comparan estadísticamente con el historial personal de cada atleta. Si se detectan desviaciones anómalas, un panel de expertos en hematología y bioestadística evalúa el caso. Cuando las irregularidades no pueden explicarse por factores naturales, la UCI puede abrir un procedimiento disciplinario, incluso sin prueba directa de dopaje.

Hasta la Audiencia Nacional

Hace casi dos décadas, con la implantación del pasaporte biológico, la UCI vendió, sobre todo, su poder disuasorio. «Saber que cualquier alteración fisiológica quedará registrada desincentiva las prácticas ilegales», decía. A pesar de ello, desde su implementación oficial en 2008, el pasaporte ha permitido detectar y sancionar numerosos casos, como los de Franco Pellizotti o Roman Kreuziger. El primero fue sancionado por el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) tras una primera absolución de la Federación Italiana de Ciclismo, mientras que el checo fue absuelto «por falta de pruebas concluyentes».

También existe un precedente vasco, el del ciclista bilbaino Ibai Salas. La UCI detectó anomalías en su pasaporte biológico, consistentes en fluctuaciones anormales en parámetros hematológicos (hemoglobina, hematocrito, reticulocitos, etc.) que sugerían manipulación sanguínea o dopaje indirecto. La Federación Española le impuso una sanción de cuatro años, el Tribunal Administrativo del Deporte ratificó el castigo, que llegó hasta la Audiencia Nacional española, que anuló la sanción. 

El tribunal no cuestionó el sistema del pasaporte biológico en sí, pero argumentó que en el Estado español no existía una base legal suficiente para sancionar a un deportista solo por un indicio biológico sin detección directa o prueba inequívoca de dopaje. Consideró que las fluctuaciones hematológicas no eran prueba directa de dopaje, sino un indicio. Fue el primer caso en el que un tribunal civil anuló una sanción antidopaje basada en el pasaporte biológico.

Tras esa sentencia, el Consejo Superior de Deportes (CSD) y la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD, hoy CELAD) trabajaron en una actualización de la ley, por lo que ahora el pasaporte biológico puede ser base suficiente para sancionar.

Críticas al sistema

Todo lo relacionado con el dopaje está envuelto en polémica. Y, cómo no, el pasaporte biológico, también. Sus detractores señalan que factores externos como la altitud, el entrenamiento intenso o enfermedades pueden alterar los valores sanguíneos, lo que obliga a los expertos a ser extremadamente cuidadosos en sus interpretaciones. Por otro lado, los métodos de dopaje también evolucionan, buscando formas cada vez más sofisticadas de eludir la detección biológica. La trampa siempre va por delante.

A pesar de ello, ha pasado a ser un modelo de referencia internacional, adoptado también en otros deportes como el atletismo o el esquí de fondo.