El primer año de Switch 2 no podía acabar sin algo de Zelda. Antes de que señaléis que esto es un spin off, un musou y un producto menor sin mayor relación con la franquicia que sus skins, os recomendamos leer el texto y dar una oportunidad al juego. Porque Hyrule Warriors vuelve cinco años después de La era del cataclismo con una entrega que podría ser la mejor de todas y que hará las delicias de los fans de la saga principal. Este capítulo se siente como un apéndice imprescindible de Tears of the Kingdom que despide por todo lo alto su línea temporal. Suple carencias técnicas, es canon y derrocha amor y emoción por la historia reciente de sus personajes. Ojalá todas las licencias derivadas de grandes nombres ofrecieran semejantes resultados. No se nos ocurre un aperitivo mejor para matar el tiempo hasta la vuelta de Link.

La historia es canon y lo mejor del juego

Por primera vez en la saga Hyrule Warriors, la historia del juego es canon. Sin viajes temporales ni movidas raras. Como su propio nombre indica, esta vez se nos narra la época en la que Rauru y los Seis Sabios lucharon contra Ganon hace cientos de años durante la llamada Guerra del Destierro. Explica con pelos y señales cómo se forjaron traiciones y alianzas, quiénes cayeron y cómo sucedió. Todo desde los ojos de Zelda, quien fue transportada a ese pasado al comienzo de Tears of the Kingdom. Estamos por tanto ante una precuela que ayuda a comprender mejor los acontecimientos de la última entrega de la saga.

La era del destierro tiene todas las cinemáticas, diálogos y explicaciones que echamos en falta en Tears of the Kingdom. Que viva la narrativa tradicional. La historia tiene un peso que ojalá se le concedieran también en las entregas principales. Es sencilla, emotiva y presenta un personaje que ha pasado a ser de nuestros favoritos del universo Zelda: Cálamo. Aunque sabemos que hay gente preocupada por ese misterioso gólem que se parece a Link, desde aquí invitamos a la calma. Su identidad está muy bien resuelta y el final y cómo conecta todo es la despedida perfecta para la actual línea temporal de la franquicia.

Hyrule Warriors

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De más a menos

Lo mejor del juego vuelven a ser las primeras horas. A partir de ahí, lenta pero inexorablemente, va tornándose repetitivo. Se nota un esfuerzo por combatir esa monotonía con decenas de barras de progreso, desbloqueables y secundarias, pero el problema radica en la nula variedad de sus niveles. Vista una misión, vistas todas. Hay que luchar una y otra vez con los mismos enemigos usando una y otra vez los mismos combos. Cuando el numero de monstruos en pantalla y la espectacularidad de los ataques dejan de sorprendernos y se vuelven rutina, a Hyrule Warriors le cuesta encontrar más hilos de los que tirar.

Aún así, el juego lo intenta de manera noble. Cuenta con varias novedades que se agradecen. Los niveles a los mandos de las Bestias Divinas, por ejemplo, han sido sustituidos por unas fases aéres al más puro estilo shoot’em up que aportan color y evocan los tiempos de Skyward Sword. También hay ataques combinados, más efectos de estado y se han adaptado muchas características made in Tears of the Kingdom.

Una de ellas es el mapa desde el que seleccionamos las misiones. Ahora tiene subsuelo e islas del cielo y permite ir conquistando territorios y desplazando el frente como en una guerra de verdad. A veces habrá que defender puestos que ya eran nuestros para que no los recupere el enemigo. Otra de esas características es la posibilidad de usar distintos artilugios zonnan que funcionan con baterías y se suman a los poderes de la tableta Sheikah (aquí renombrados y disponibles para casi todos los personajes). Todo tiene un poquito más de chicha y desarrolla lo visto en La era del cataclismo.

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Made in Tears of the Kingdom

Los artilugios zonnan merecen una mención especial porque hacen algo que no permitían los poderes de la anterior entrega. Puedes sacar un lanzallamas y usarlo sin más, pero cuando avanzas en la historia también puedes integrarlo en tus combos y fusionarlo con algunas armas, sobre todo de los personajes secundarios (los principales ya son lo suficientemente fuertes y aplican efectos de estado una vez activan las piedras divinas). Es decir que no es solo un elemento reactivo como las habilidades Sheikah (las cuales vuelven a estar enfocadas a los contraataques).

El problema es el de siempre: el sistema es muy básico. La mayoría de artilugios zonnan hacen lo mismo, pero uno escupe fuego, otro agua, otro rayos, etcétera. Sacarlos y enchufar al enemigo con ellos es más letal que cualquier combo. Y teniendo en cuenta que el fuego hace estragos en todos los monstruos menos en los que ya están en llamas, tampoco es que haya que jugar demasiado con los tipos y las debilidades como si de Pokémon se tratara. ¿Está congelado ese lizafos? Usa el fuego. ¿Te enfrentas a un centaleón recubierto de barro? Fuego. ¿Han impregando de oscuridad a ese hinox? Enfocas el lanzallamas y listo.

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Tienes opciones más rápidas y eficaces para cada uno de esos casos, pero como no puedes asignar un segundo movimiento a cada botón (al mantener pulsado algún gatillo, por ejemplo), cambiar de artilugio exige cambiar también la disposición de botones a cada rato. Eso te obliga a parar el juego y ponerte a buscar y elegir el apropiado, algo engorroso cuando tienes doscientas cosas en la bolsa. Para no romper el ritmo, acabas tirando de la que funciona medianamente bien (el igneocéfalo) con casi todos tus rivales.

“Nos ha parecido aún más fácil que los anteriores y su postgame nos ha dejado un poco fríos”.

Como además sobran las baterías, es fácil romper el sistema de combate y allanarse el camino a menos que juegues en las dificultades más altas. Objetos como las bombas que hemos visto en demos y tráileres son anecdóticos e irrelevantes en batalla. Debido a esto, nos ha parecido aún más fácil que los anteriores. Casi no hace falta el botón de bloquear, solo el de esquivar. Hemos usado 9 botiquines e todo el juego (contados en el menú de estadísticas). Solo hemos encontrado cierto desafío en algunas peleas del endgame que vienen con tiempo limite. Se podría decir que tiene las mecánicas, pero casi nunca nos invita a aprovecharlas.

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Los verdaderos protagonistas

Sin desvelar todas las sorpresas, digamos que La era del destierro cuenta con alrededor de una veintena de personajes. Un elenco donde esta vez los protagonistas no son Link y Zelda, sino las distintas razas de Hyrule. Tenemos varios zora, gerudo, orni, zonnan, goron e hylianos para elegir, así como al mejor de los kolog. Más allá de su número, lo que importa es lo variados que son y lo divertido que resulta cambiar entre unos y otros.

Los hay que combaten con su cuerpo, con armas, desde el aire, a distancia, centrados en aplicar efectos de estado, en usar gólems y construcciones, con quick time events que potencias sus combos… etcéra. Más de algún rostro al que de primeras consideraréis un NPC os sorprenderá y terminará gustando más que los Sabios. Probar varios es agradecido y resulta bastante barato poner al día a aquellos que se han quedado atrás. Nunca toparemos con un muro en la historia que nos obligue a grindear para subir de nivel.

Es gracias a la variedad entre personajes y a sus enormes posibilidades (los ataques combinados varían en función de la pareja) que seguir más allá del final se hace entretenido. Lo mismo con su cooperativo (por desgracia solo local; le hubiera sentado bien algún modo online que viniera de la mano de más desafíos y enfrentamientos postgame). La plantilla vuelve a ser uno de los puntos fuertes del juego.

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Hyrule Warriors: La era del destierro

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¿Cuánto dura Hyrule: Warriors: La era del destierro?

A nosotros, el juego nos ha llevado 21 horas completando alrededor del 70%. La historia puede superarse en menos de 15 si vamos a piñón a por ella y, si por el contrario queremos completarlo todo, la experiencia puede dispararse fácilmente hasta las 30 o 40 en busca del 100%. Algunas de las peticiones del endgame exigen repetir bastantes fases para conseguir materiales y cumplir determinados objetivos de batalla.

Seguimos pensando que el primer Hyrule Warriors es el que tiene mapas más amplios, mayores opciones de personalización y mejores contenidos desbloqueables. Hemos echado en falta trajes, momentos haciendo de villanos y modos diferentes, como el modo aventura del original. Es la entrega que menos imaginación le echa a los contenidos secundarios y, por más generoso que sea en cuanto a contenidos, el postgame nos ha dejado un pelín fríos.

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Parece una entrega principal

Donde no se le puede poner un pero a este Hyrule Warriors: La era del destierro es a nivel audiovisual. Se acabaron los tirones del anterior. Esta entrega (exclusiva de Nintendo Switch 2) tiene un framerate de lo más sólido a pesar de la ingente cantidad de enemigos en pantalla y de todas las explosiones y efectos de luz que gasta. A 60 fps da gusto verlo y aunque sus escenarios son pequeñitos y pasilleros, por momentos pareciera una entrega principal. Lo mismo con unas cinemáticas donde los personajes se muestran de lo más expresivos.

En lo sonoro no se queda atrás, al contrario. El doblaje al español es soberbio, una maravilla, y el juego viene con más de 60 temas que van desde clásicos de la saga hasta nuevas y épicas adiciones. Es viajar a Hebra y escuchar el tema de los Orni mientras peleas junto a ellos y sentir maripositas por dentro. Lo mismo durante los emotivos discursos de Rauru antes de los combates finales, cuando los acordes más famosos de la saga van cobrando fuerza poco a poco.

Hyrule Warriors: La era del destierro

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Da igual que sea un spin off y que pertenezca al género musou, Hyrule Warriors: La era del destierro es un imprescindible para cualquier fan de la saga Zelda. Su historia (canon por primera vez) tiene el triple de cinemáticas que Breath of the Wild y Tears of the Kingdom juntos. Es de lo más emotiva, conecta genial y explica todo lo pendiente de maravilla. Es el broche de oro perfecto para esta línea temporal y solo por ella merece la pena. A nivel jugable no reinventa la rueda y tiene los mismos pros y contras de los anteriores. Se hace espectacular y refrescante al principio y va tornando en simple y repetitivo con el paso de las horas. Se agradece la inclusión de los artefactos zonnan y las nuevas fases shoot’em up, pero se sigue echando de menos algo de imaginación, desafío y un endgame más profundo, como el del original. Donde sí hay una evolución notoria es en lo técnico. Se acabaron los tirones gracias a Nintendo Switch 2. Es fluido, vistoso y una delicia para el oído; parece una entrega principal. En definitiva, un título de lo más disfrutón y un modo de hacer francamente llevadera la espera hasta el próximo The Legend of Zelda.

Lo mejor

  • Es canon y la narrativa tiene el peso que echamos de menos en Tears of the Kingdom.
  • El personaje de Cálamo y el final del juego.
  • A nivel audiovisual ya no hay tirones y pasaría por una entrega principal.
  • La variedad de personajes.
  • Tiene batallas espectaculares y se agradecen las novedades jugables.

Lo peor

  • Va mostrando las costuras con el paso de las horas. Se vuelve fácil, simple y repetitivo.
  • Esperábamos más del contenido postgame.

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