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Desde que Alois Alzheimer descubrió en 1901 un “enredo nervioso” que provocaba demencia, las investigaciones sobre esta enfermedad no han cesado. Tras décadas de estudio, una de las afirmaciones concluyentes es que la detección temprana es un requisito indispensable para combatirlo. Incluso, la molécula p-tau217 es capaz de detectarlo antes de la aparición de los síntomas. Ahora también sabemos cómo retrasarlo.
Tau es una proteína filamentosa asociada a las neuronas. Su función es mantener estabilidad. Con los años, su metabolismo puede alterarse hasta causar daño y ser uno de los principales responsables del proceso degenerativo que se conoce como alzhéimer.
Cómo identifican el riesgo de desarrollar alzhéimer
Por lo tanto, se considera que los cerebros de las personas que acumulan tau de manera anormal -al igual que el péptido amiloide-β- más probabilidad de desarrollar alzhéimer. Esa característica es la que tuvieron en cuenta para la muestra del novedoso estudio. Con 296 adultos incluidos en el Harvard Aging Brain Study, de entre 50 y 90 años, estudiaron su evolución. Cada uno de los participantes dispuso de un medidor clave: un podómetro.
Los investigadores del Mass General Brigham Hospital (EE UU), que han publicado recientemente su extraordinario hallazgo en Nature Medicine, se detuvieron en la vinculación de la actividad física y la evolución del deterioro cognitivo. La hipótesis que comprobaron es que, al realizar más ejercicio, se enlentece el proceso de acumulación de tau, es decir, las neuronas tardan más en dañarse.
“Mantenerse activo no solo fortalece al cuerpo, sino también al cerebro. Cada paso cuenta. Incluso pequeños aumentos en la actividad diaria pueden generar beneficios duraderos”, explicó la neuróloga de Harvard Medical School y coautora del estudio, Wai-Ying Wendy Yau.
Los concluyentes resultados del estudio
Entre los participantes sin riesgo de alzhéimer, la actividad física no influyó en su trayectoria cognitiva. Mientras que entre los que tenían alto riesgo por sus niveles de tau y amiloide-β, la relación fue evidente. Los resultados encontraron que caminar de 3.000 a 5.000 pasos diarios ralentizaba la declinación cognitiva un promedio de tres años. Para los que caminaban entre 5.000 y 7.500 pasos, el promedio de ralentización fue de siete años. En cambio, entre quienes tenían una vida más sedentaria la evolución de la demencia fue más rápida.

“Estos datos ayudan a explicar por qué algunas personas con riesgo de alzhéimer no evolucionan tan rápido como otras”, explicó Jasmeer Chhatwal, neurólogo y autor principal. “Los factores de estilo de vida pueden influir en las etapas más tempranas de la enfermedad”.
Caminar 3.000 pasos equivale a aproximadamente 20 calles. El estudio complementa a otro que se había publicado hace unos meses. En aquel entonces, unos investigadores habían desmitificado la necesidad de caminar 10.000 pasos al día y comprobaron que los mismos beneficios se podía conseguir con menor distancia.