Durante semanas, el robo del Louvre fue noticia de portada en todo el mundo. Un golpe de valor incalculable en joyas históricas, ejecutado a plena luz del día, con una corona extraviada en la huida y un intento de incendio tan torpe como inútil para borrar las huellas. El tipo de atraco que parecería obra de un genio del crimen… si no fuera porque los autores, a juzgar por lo que ahora se sabe, parece que apenas tuvieron que esforzarse.

El misterio ha durado poco. Según ha revelado Libération, el museo más famoso del planeta arrastraba desde hace años una cadena de fallos de seguridad y negligencias informáticas tan clamorosas que cuesta creerlas. El detalle más vergonzante ha llegado desde el diario italiano theSocialPost.it, que lo resumió con precisión quirúrgica: el Louvre protegía su sistema de videovigilancia con la contraseña “Louvre”. Sin símbolos. Sin complicaciones. Así, tal cual.

FILE PHOTO: A French CRS riot police officer patrols near the glass Pyramid of the Louvre Museum, after French police arrested suspects in the Louvre heist case, in Paris, France October 27, 2025. REUTERS/Abdul Saboor/File Photo

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FILE PHOTO: A French CRS riot police officer patrols near the glass Pyramid of the Louvre Museum, after French police arrested suspects in the Louvre heist case, in Paris, France October 27, 2025. REUTERS/Abdul Saboor/File PhotoAbdul SaboorREUTERSUn estado calamitoso de seguridad

Los informes internos revisados por el periódico francés confirman que ya en 2014 la Agencia Nacional de Ciberseguridad de Francia (ANSSI) había detectado una debilidad estructural en toda la red. Sus expertos lograron infiltrarse con una facilidad insultante, manipular las cámaras y alterar las credenciales de acceso. En su informe, describían las contraseñas como “triviales”, un eufemismo diplomático para no decir “ridículas”. Bastaba teclear “LOUVRE” para acceder al servidor de videovigilancia o “THALES” para entrar en uno de los programas del contratista.

Dos años más tarde, un nuevo informe del Instituto Nacional de Estudios Avanzados en Seguridad y Justicia remató la faena: hablaba de “carencias graves”, de flujos de visitantes mal gestionados, de tejados accesibles durante obras y de un sistema de vigilancia que se caía a pedazos. Por si faltaba algo, los documentos más recientes indican que, en 2025, el museo todavía usaba software adquirido en 2003, sobre máquinas que seguían ejecutando Windows Server 2003, nada de lo cual tiene ya soporte oficial.

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