Desde 2019 no toreaba en Gijón y para Pablo Aguado (Sevilla, 1991) no es una vuelta cualquiera. El matador andaluz, una de las figuras jóvenes más admiradas del escalafón, regresa este verano a El Bibio para cerrar la Feria Taurina de Begoña, el 17 de agosto, con Alejandro Talavante y José María Manzanares. Y lo hace tras una temporada sólida en plazas de primera como Madrid, Sevilla o Pamplona, donde emocionó sin necesidad de cortar trofeos. Reflexivo y ajeno al ruido, Aguado habla sin prisas del arte, de las sensaciones y de la hondura de su toreo. «No me obsesiona la cantidad de festejos que toree», dice, porque «lo primero es ser feliz interiormente ante el toro». El sevillano comparte, además de su visión del oficio, la del futuro de la tauromaquia y del valor que tiene volver a Gijón, una ciudad donde se vio comprometida la continuidad de la fiesta taurina.
¿Qué le supone torear en El Bibio?
Siempre es una alegría porque es una de las plazas más coquetas y más bonitas que tenemos y más después de superar los acontecimientos políticos ocurridos hace unos años. Eso hace más bonito volver a torear allí. Desde 2019 no venía. Que todo vuelva a la normalidad es motivo de alegría. Al final el toreo siempre sale a flote y la cordura impera sobre decisiones arbitrarias.
Está acartelado con Talavante y Manzanares.
Son grandes figuras a las que respeto y admiro mucho. Cada uno tiene su concepto y estilo, es bueno que cada diestro tenga su propia personalidad.
¿Cómo recuerda a la afición?
Es muy cariñosa, alegre y con ganas de que salga todo bien. Eso siempre es motivación para ponerse delante de un toro.
¿Cómo va la temporada?
Está siendo muy importante para mí. Están saliendo las cosas adelante y he podido disfrutar tanto en Sevilla y Madrid como en Pamplona, que son tres puertos de montaña del toreo. Aparte de esas tres grandes ferias, en todas las demás todo ha ido bien. Lo dicho, disfrutando mucho el año.
En Pamplona la faena fue excelente, pero sin trofeos. ¿Qué sensación le dejó esa tarde?
Fue una pena no matar al toro, pero más allá del triunfo o las orejas, de todo eso, me quedo con sensaciones únicas en mi carrera. Con la complejidad que supone Pamplona para todos los toreros, pero para los que tienen un corte clásico tiene un punto más de complicación. Poder disfrutar en su plaza y ser entendido y dando una acogida como la que me dieron es muy bonito.
¿Qué frustra más, una tarde sin opciones o una faena sin rematar con la espada?
Depende de las circunstancias. Cuando se pincha una faena de premio es doloroso para uno mismo.
A principio de temporada faltó en algunas ferias.
Bueno, no hay que estar en todos los sitios. Hay veces que las cosas cuadran y otras no y no pasa absolutamente nada. Es algo normal. Tengo muy claro que no me obsesiona la cantidad de festejos que toree. Pongo por delante ir a hacerlo a gusto.
Hay aficionados que le consideran uno de los matadores más influyentes del momento.
Es bonita esa consideración y a la par acarrea una responsabilidad para satisfacer esas expectativas.
Conecta mucho con los jóvenes, también.
Sí, parece que cada vez que sale un torero joven la juventud se siente identificada con él y se nota ese respaldo. Yo he intentado promover la tauromaquia entre los más jóvenes pensando en el futuro de la fiesta. No pensando solo en tener futuros partidarios, sino que cada vez haya más taurinos. Al final te sientes querido por ellos.
¿Habría que cambiar algo para llegarles más?
Creo que no, porque estamos en una época en la que a las plazas va más gente joven que nunca. Es motivo de satisfacción ver los tendidos llenos de chavales. Es síntoma de que algo se está haciendo bien. Yo no sé lo que es exactamente, por qué acuden más jóvenes que nunca, pero es una realidad y augura un futuro muy bueno para la tauromaquia.
Le definen como un torero de arte. ¿Cómo se define usted?
Uf, esa pregunta a los toreros nos es difícil responderla. Intento hacer lo que siento en cada momento sin buscar un concepto concreto, sino dejándome llevar por ese sentimiento.
¿Y en quién se ha fijado como referente?
Esa es la segunda pregunta que nos cuesta responder, porque siempre dejas a alguien fuera (ríe). Son muchos y no podría enumerar.
¿Qué aprendizaje fundamental aún le acompaña desde sus inicios?
Lo primero y más importante en esa etapa es el oficio. La experiencia, el conocimiento, la técnica. Desde el punto de vista artístico vas buscando tu camino, el concepto que te llene, indagas, te equivocas mucho también. Gracias a esos errores, también, hallas la forma de interpretar el toreo en la que eres feliz.
¿Y qué toro le permite expresarse mejor?
Le doy mucha importancia a que las embestidas tengan ritmo. Es una virtud fundamental para hacer el toreo que siento. Pondría esa faceta por encima de otras.
¿Y ganadería?
No puedo decir una. Todas las ganaderías son capaces de echarte un toro con las virtudes que a mí me gustan, con esa embestida que decía, ese carácter especial.
¿Algún compromiso en el que tenga puesta la mirada?
Siempre en el siguiente que se tiene. Ahora es el Puerto de Santa María, que para mí es una plaza muy importante donde me encuentro bien y con mucha afición y gente conocida, de mi tierra. Eso también te crea una responsabilidad muy parecida a la de las grandes citas.
¿Qué meta se pone para lo que queda de temporada? ¿Le interesa crecer en el extranjero?
Que todo siga como está. No, la verdad es que no tengo objetivos fuera, los tengo más dentro, hacia mí, hacia las sensaciones que tenga con el toro. Torear en un sitio u otro, más corridas o menos, triunfos o puertas grandes, todo eso viene después. Lo primero es ser feliz interiormente ante el toro y ese es mi objetivo.
¿Con qué tarde de las que lleva este año se queda, de momento?
Con las faenas con los toros de Juan Pedro Domecq, en Sevilla; la de Torrealta, en Madrid, y la de Jandilla, en Pamplona. Con distintos resultados numéricos, porque tanto en Sevilla como en Pamplona los pinché y no pude triunfar, pero las sensaciones de los tres animales las pongo por igual.
Emplace a los gijoneses a la feria, si es tan amable.
Tengo mucha ilusión por volver y de verdad, no porque esta entrevista se enfoque a Gijón. Me encantó cuando estuve, tiene un algo especial. Estoy deseando hacer el paseíllo y ver esas macetas tan bonitas colgadas en el callejón.
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