El mallorquín Esteban Chaves, afincado en Suiza, cerró un hito desconocido hasta la fecha en la isla: completar el contorno de sa Roqueta en bicicleta de montaña. Un recorrido diseñado por Tracks Mallorca que suma 408 kilómetros, con más de 7.600 metros de desnivel positivo, y que completó el pasado 23 de octubre tras 33 horas y 45 minutos de esfuerzo casi ininterrumpido.

«Siento que he reescrito los límites de la resistencia en una gesta épica», señala sobre su desafío. Chaves es un reconocido DJ y productor, protagonista durante muchos años en la escena mallorquina (BCM, Tito’s o Pachá) y que ahora tiene como gran pasión la bici y competir en pruebas de ciclismo ultra y extremas.

Su aventura comenzó a las cuatro de la madrugada en Can Picafort, aún de noche. Se adentró en el pinar de es Capellans, en dirección a Platja de Muro, buscando la conexión con la Serra de Tramuntana. Con los primeros rayos de sol, según explica, tomó el Camí de la Marina para entrar en Pollença y afrontar la subida del Calvari. Enlazó con el antiguo camino de Pollença a Lluc, preludio de la alta montaña.

«Siento que he reescrito los límites de la resistencia en una gesta épica»

Esteban Chaves. Ciclista aficionado mallorquín, afincado en Suiza, que ha rodeado Mallorca con una bicicleta de montaña (finde 23 octubre 2025). Antes fue DJ en BCM, Pacha, etc. (La foto en la que sale rodando no estoy seguro que sea de ese fin de semana)

Esteban Chaves, eufórico nada más acabar su desafío / @stevanchaves (Instagram)

Tras conectar con la GR-221 (Ruta de Pedra en Sec), el trazado de grava y asfalto le llevó al Gorg Blau y Cúber, hasta coronar el Túnel de Monnàber, la cota más alta de su recorrido. Breve descenso por asfalto y un nuevo ascenso hacia el Puig de sa Bassa, también por la GR-221. Y una bajada llena de «flow y diversión», confiesa, hasta el Mirador de ses Barques, donde Miguel Ángel Esteller, Tracks Mallorca, le esperaba para reponer agua y comida.

Desde allí, a Sóller y camino a Deià por la costa. «Esta parte es técnica y entretenida. Mucho flow», destaca. Continuó hasta Valldemossa, descendiendo después hacia el Port des Canonge.

Después llegó uno de sus senderos favoritos, sa Volta des General, antes de afrontar una exigente subida. Los pasos por es Grau y sa Trapa fueron agotadores. «No había descansado ni subiendo ni bajando. Muy roto todo. Pero tuvo su recompensa. En Sant Elm el sol empezó a caer… es un privilegio para los sentidos», relata.

Esteban Chaves, en uno de los parones para el avituallamiento

Esteban Chaves, en uno de los parones para el avituallamiento / @stevanchaves

El desafío de la noche y la niebla

Chaves apretó el ritmo hacia Andratx y Calvià para alcanzar na Burguesa con la última luz del día. «Coroné en pleno atardecer. Increíbles las vistas de la bahía de Palma. Fue un momento mágico», asegura.

Atravesó el passeig Marítim de Palma, con la Catedral «increíble de noche». El tramo hacia s’Arenal se complicó por un viento fortísimo que dificultaba mantener el equilibrio.

La parte más técnica y desolada llegó en la zona militar de Cap Blanc y su faro. «Fue muy duro por el viento y el terreno… muy marciano», explica. La navegación en Cala Pi tampoco fue sencilla: orientarse entre calas y espigones se complicó. «Y por mojarme por el fuerte oleaje», añade.

«Había una niebla muy espesa que no me dejaba ver a un metro. En ese tramo tuve mucho frío, estaba totalmente calado y había mucha humedad»

Desde Santanyí, la ruta se hizo más amigable hasta Mondragó, donde la climatología volvió a jugar en su contra. «Había una niebla muy espesa que no me dejaba ver a un metro. En ese tramo tuve mucho frío, estaba totalmente calado y había mucha humedad», recuerda. Los kilómetros se hicieron eternos hasta que, en Portocolom, llegó la ayuda de Estelle, de Tracks Mallorca. Fue providencial. Tras su llamada de socorro, pudo reponer fuerzas y entrar en calor: «Tras diez minutos con la calefacción a tope e la furgoneta, pude seguir y llegar a Cala Magraner con un ritmo muy alto».

La luz regresó subiendo els Presos: «Otro momento mágico. A mí los amaneceres me dan energía mental». Con el nuevo día, mantuvo vivo el ritmo hasta Porto Cristo y Son Servera. En Artà, tras recorrer la Via Verda, el viento le dio una tregua. Pero la calma terminó al coronar Betlem, donde el descenso fue complicado. La fatiga hizo difícil «bajar hasta la Colònia de Sant Pere».

«Era un torrente en vertical. Tocaba hacer la última parte de la costa por la playa», explica Chaves, quien ya está de nuevo en Suiza. Los últimos kilómetros fueron un «calvario sobre arena suelta» que exigió «mucha concentración y técnica para poder avanzar». El broche final lo puso otra vez el viento, que volvió a soplar de cara.

Finalmente, Esteban Chaves completó su gesta regresando a Can Picafort, 408 kilómetros y 7.600 metros de desnivel después, tras 33 horas y 45 minutos de pedaleo casi ininterrumpido. «Sin duda, una locura que se ha convertido en una aventura inolvidable», concluye.

Suscríbete para seguir leyendo