El Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge (Idibell) ha descubierto una nueva enfermedad genética del neurodesarollo similar al autismo. Todavía no tiene nombre: consiste en una serie de mutaciones en el gen KPS6KC1 y se manifiesta con una diversidad amplia de síntomas principalmente neurológicos. Estas mutaciones se han detectado en 13 personas de ocho familias en todo el mundo, sin parentesco entre ellas. Uno de los casos corresponde a un paciente atendido en el Hospital de Bellvitge. Se trata de una enfermedad ultrarrara, pero ahora que se conoce, los médicos creen que aparecerán más pacientes.

El descubrimiento se ha publicado recientemente en la revista ‘American Journal of Human Genetics’ y ha sido posible gracias a la secuenciación del genoma y a la aplicación de nuevas herramientas de genómica clínica y algoritmos computacionales que ha desarrollado el equipo del Idibell. En este estudio internacional, liderado por Bellvitge, han participado centros de investigación y hospitales de todo el mundo: España, EEUU, Italia, Alemania, Reino Unido, Irán, Finlandia, Estonia, Pakistán y Turquía.

«Esta enfermedad se puede comparar con el autismo o con el déficit intelectual. A veces la línea es fina. No es un autismo simple»

Aurora Pujol

— Investigadora del Idibell y líder del grupo de Enfermedades Neurometabólicas

«Esta enfermedad se puede comparar con el autismo o con el déficit intelectual. A veces la línea es fina. En esta enfermedad, hay problemas de dismorfología [esta es una rama de la medicina que estudia las malformaciones congénitas] y problemas de desarrollo en diferentes estructuras del cerebro. Esta es la principal diferencia con el autismo. Por tanto, no es un autismo simple», explica a EL PERIÓDICO Aurora Pujol, investigadora del Idibell y líder del grupo de Enfermedades Neurometabólicas. Pujol cree, no obstante, que algunos casos de esta enfermedad relacionada con el gen RPS6KC1 fueron descritos en el pasado como autismo sin serlo.

«Creo que, entre los niños que llamamos autistas o que tienen otras patologías monogenéticas, hay un porcentaje de casos que podrían tener esta enfermedad»

La doctora Valentina Vélez de Santamaría, neuróloga del Hospital de Bellvitge que ha atendido al paciente español, señala que poner «nombre y apellidos» al gen responsable de esta nueva enfermedad permite dar un diagnóstico genético a pacientes que llevaban años sin una respuesta clara: en este caso, más de 10. «Eso es muy gratificante», afirma.

12 nuevas enfermedades

La alteración del gen KPS6KC1 es una de las 12 enfermedades minoritarias (del total de 3.000 que hay) que ha descubierto, en los últimos años, este grupo de investigación líder en genómica clínica, situado en el Campus Salut Bellvitge, utilizando herramientas avanzadas de genómica clínica y sus propios algoritmos computacionales. «Podemos hacer diagnósticos a un nivel que no se pueden hacer en un hospital. Y esta es una nueva manera de ayudar a las familias a denominar enfermedades que hasta ahora no se conocían», explica la doctora Pujol.

Para llevar a cabo este estudio, los investigadores han usado células derivadas de los propios pacientes. Es decir, les han hecho «biopsias de piel». «El paciente se somete a una biopsia muy pequeña y a partir de ahí hacemos crecer sus células —los fibroblastos de la piel— y con ellos podemos realizar estudios funcionales», cuenta Pujol. «También tomamos sangre, muy poca cantidad, y con ella hacemos experimentos funcionales con los leucocitos, las células blancas de la sangre», añade.

Además, también han estudiado un «modelo animal», que en este caso ha sido «la mosca de la fruta». «Hemos estudiado una mosca con esta enfermedad para analizar mejor los defectos del neurodesarrollo», explica Pujol.

Síntomas de la enfermedad

Las alteraciones en el gen RPS6KC1 se traducen en una presentación clínica muy heterogénea. Las manifestaciones neurológicas de la enfermedad abarcan un amplio espectro de deterioro neurológico, que va desde formas congénitas graves e incompatibles con la vida, hasta paraplejia espástica (rigidez muscular) con problemas en el neurodesarrollo graves o leves. Algunos pacientes pueden presentar únicamente un trastorno cognitivo o conductual sin afectación motora.

Aunque la doctora Pujol la ha comparado con el autismo (trastorno ampliamente conocido), la mayoría de los pacientes con esta nueva patología comparten manifestaciones clínicas con los pacientes del síndrome de Coffin-Lowry. El síndrome de Coffin-Lowry es un trastorno genético minoritario, causado por una mutación en otro miembro de la misma familia que RPS6KC1 (en este caso, el gen RPS6KA3) y se caracteriza por anomalías del crecimiento, dismorfología y discapacidad intelectual variable, de leve a grave.

«Este descubrimiento facilitará muchísimo que encontremos más pacientes con esta enfermedad. Creo que en el próximo año o dos saldrán más», augura la doctora Pujol, quien destaca que, a partir de ahora, a los hospitales del mundo les resuñtará más fácil «identificar» esta patología.

¿Cree que hasta ahora había niños diagnosticados con autismo que tenían esta enfermedad? «Sí. Creo que, entre los niños que llamamos autistas o que tienen otras patologías monogenéticas, hay un porcentaje de casos que podrían tener esta enfermedad», responde.

Un gen poco conocido

El gen RPS6KC1 codifica una proteína homónima que forma parte de una amplia familia proteica, la familia RSK. Los casos adicionales al paciente del Hospital de Bellvitge, que comparten mutaciones en este gen, han sido identificados gracias a GeneMatcher, una plataforma en línea que conecta a médicos clínicos e investigadores de todo el mundo para acelerar el descubrimiento de nuevas enfermedades.

Aún queda mucho por descubrir sobre RPS6KC1 y sus funciones específicas, pero se sabe que las proteínas RSK desempeñan un papel esencial en el crecimiento celular, la proliferación y la regulación de la síntesis proteica, además de tener un papel destacado en el neurodesarrollo.

Asimismo, también están estrechamente relacionadas con la biogénesis de los ribosomas, los orgánulos que leen la información genética y la traducen en proteínas.

Suscríbete para seguir leyendo