Portada del libro 'Antonio Tenreiro, la vida de un arquitecto'

Portada del libro ‘Antonio Tenreiro, la vida de un arquitecto’

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Antonio Tenreiro, el arquitecto que levantó el edificio del Banco Pastor, junto con Peregrín Estellés, es un personaje con obras de sobra pero, en muchos casos, de oídas. Para aportar su visión personal y ayudar a que su figura sea conocida, su nieto Ramón Tenreiro, también arquitecto, ha publicado un libro en el que repasa su biografía.

Para comprender la historia de Antonio Tenreiro, su nieto asegura que es fundamental comprender cuáles fueron las circunstancias que marcaron su vida. La primera de ellas fue la de quedarse huérfano de padre a los ocho años. “Se fue a vivir con su tío Ricardo Rodríguez Pastor –explica Ramón Tenreiro– en la plaza de Orense y era un niño abierto al mundo, en un entorno lleno de libros en inglés, colecciones de arte… Empieza a entrar en un ambiente culto, en una casa por donde pasaba gente de la política e intelectuales”.

Todo eso, afirma su nieto, forjó el carácter del que acabaría siendo uno de los arquitectos más importantes de A Coruña. Decide irse a estudiar a Madrid y allí es donde conoce al que sería su gran socio y amigo, Peregrín Estellés. “Imagino que se adaptaron muy bien el uno al otro –evoca Tenreiro–; Peregrín era muy serio, calculador y mi abuelo era creativo y se complementaban muy bien”.

Arquitecto municipal

Antonio Tenreiro llegó a ser arquitecto municipal en un momento en el que había muy pocos profesionales. “En aquella época, cuando mi abuelo monta con otros compañeros el Colegio de Arquitectos, eran nueve o diez en toda Galicia pero los ayuntamientos necesitaban a alguien para hacer las plazas, las calles, la ordenación –explica– y era algo que se hacía compatibilizando con la labor profesional y privada”. Para ilustrar esta circunstancia de los pocos arquitectos que había, aporta datos: “Mi abuelo era el uno o el dos de los arquitectos gallegos; mi padre tenía el número 27; mi cuñado, el 300, y yo (lo recuerdo porque es el prefijo de A Coruña), el 981”.

Aunque coincidieron en la escuela, esa profunda amistad que unió a Tenreiro y Estellés surgió, sobre todo, después de la Guerra Civil: “Para mi abuelo, en la cúspide de su carrera, la guerra no solo truncó sus aspiraciones profesionales, sino que también lo colocó en una posición de extrema vulnerabilidad porque su familia estaba muy vinculada a la república. Un buque de guerra francés llegó al puerto con la misión de evacuarlo y durante dos días, permaneció en la bahía, esperando su decisión. Podía subir a bordo y comenzar una nueva vida en Francia. Su tío Ricardo y su primo Pedro Barrié de la Maza le convencieron de que quedarse era la mejor opción”.

Durante los años de suspensión, Tenreiro continuó generando ingresos con proyectos que, aunque no podía firmar, eran registrados por su socio Peregrín Estellés, que luego le repartía las ganancias. “En una época sin IRPF, pudieron mantenerse a flote, con menos encargos y, en muchos casos, de familiares y conocidos”, relata.

Sin embargo, fue Pedro Barrié quien le abrió verdaderamente las puertas de su recuperación, gracias a su influencia y gestiones. No fue fácil, pero la inteligencia y el trabajo de Pedro lograron que, en 1941, Antonio recibiera un nuevo encargo institucional: la Ciudad Cultural Generalísimo Franco. Al principio, se resistió a aceptar un proyecto que llevaba el nombre del dictador, pues le parecía una traición a sus principios. Sin embargo, su primo logró convencerlo de que era el único camino para seguir adelante, no como un acto de sumisión, sino como un reconocimiento de la realidad en la que vivía.

‘Antonio Tenreiro Rodríguez, vida de un arquitecto’, que está disponible en formato digital a través de Amazon, es un homenaje de su nieto que, puesto a recordar episodios familiares, está escribiendo un libro sobre la otra rama de la familia, la saga de los Pastor, a lo largo de doscientos años.

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