El pasado 19 de octubre el mundo descubrió que, a veces, los robos de película pueden ser una realidad. Unos hombres encapuchados se colaron por una ventana del Museo del Louvre, uno de los museos más famosos del mundo, y robaron joyas con un valor de aproximadamente 90 millones de dólares. 

En estos momentos, la investigación del robo más famoso de los últimos años sigue su curso y la policía francesa ya ha detenido a siete personas en relación a la sustracción de joyas de la Corona francesa del museo. Debido al revuelo que provocó el robo tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales, aseguraron que cuestionando los sistemas de seguridad del museo, se estaba contribuyendo a generar «una alarma» injustificada. «Los sistemas no fallaron», declaró el 20 de octubre la ministra de Cultura, Rachida Dati. Pero tan solo una semana después, la ministra admitió la existencia de errores y anunciaba una investigación exhaustiva de lo sucedido.

Al parecer, la seguridad tecnológica del museo dejaba mucho que desear.  Según ha informado el medio francés Libération, la Agencia Nacional de Seguridad de la Información, durante varias auditorías realizadas entre 2014 y 2025, detectó numerosos problemas informáticos. Y aunque se percataron de numerosos errores que tumbarían cualquier examen de seguridad de un lugar tan importante como el museo ubicado en París, uno de ellos llama especialmente la atención: la contraseña del sistema de videovigilancia del Louvre era, nada más y nada menos, que LOUVRE.

Sí, no se trata ni de una broma ni de un bulo, la contraseña de seguridad de uno de los sistemas de videovigilancia del Louvre era el propio nombre del museo en letras mayúsculas. Pero para entrar en el otro sistema de videovigilancia la clave era THALES, el nombre del programa informático que lo protegía. Si el robo puede ser considerado de película, las contraseñas de seguridad serían una comedia.