Una sala principal como sala de estar y comedor, cocina, dormitorio, baño, dos patios y una terraza, todo ello en 80 metros cuadrados y dos plantas, todo pensado para el retiro de unos padres y siguiendo la tradición de la arquitectura doméstica de climas cálidos, que para eso está en Córdoba. Casa Libertad, que así se llama, se ha basado en lograr una cierta autonomía con respecto a su entorno inmediato al definir una arquitectura aislada como una caja monolítica cerrada al exterior pero que se abre a los patios interiores, donde la vida familiar toma protagonismo.
Una construcción rápida y eficiente
El mérito es de Estudio Grao, y el resultado, la colaboración entre un padre como maestro constructor y un hijo como arquitecto. La vivienda se encuentra ubicada a las afueras de un pequeño pueblo rural delimitada en su parte norte por un vasto paisaje de olivares y en un terreno con unas dimensiones y orientación «que no son ideales», asegura el estudio. Con referencias inmediatas como la clásica domos, la casa islámica y la arquitectura tradicional local, el proyecto buscó un edificio y un sistema constructivo que «con muy pocos elementos, pudiera ser apropiado como un hogar digno para una familia, además de poder ser construido de la manera más rápida y eficiente posible».
Así, el proyecto, «es un firme compromiso con el uso de materiales locales de bajo impacto
ambiental y la aplicación de sistemas de climatización pasiva«, explican. La radiación solar se capta en invierno y se evita en verano mediante persianas móviles de madera, «se minimizan los puentes térmicos y se maximiza la ventilación cruzada y la inercia térmica, generando espacios habitables transpirables y saludables con un consumo de energía muy bajo».
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Un interiorismo que apuesta por lo sencillo y vernacular
El interior de Casa Libertad se organiza en torno a materiales vernaculares y de cercanía y una paleta que combina calidez y frescura. Los muros de ladrillo pintado en blanco, el pavimento continuo de terrazo gris moteado y los techos de bóvedas con vigas de hormigón visto definen una atmósfera serena y luminosa. La luz natural penetra con suavidad desde los patios, rebotando en las superficies blancas y realzando los tonos rojizos de los elementos cerámicos. En este juego cromático, la madera aporta equilibrio y un punto doméstico, mientras que los toques de color, como el azul intenso de la cocina y el baño o el ocre de las cortinas, introducen una nota contemporánea sin romper el carácter artesanal del conjunto.
El mobiliario subraya la idea de sencillez que domina toda la casa. Se privilegian las piezas funcionales y el uso de materiales naturales como madera, cerámica, tejidos de algodón, que dialogan con la textura rugosa de los muros y el brillo irregular de los revestimientos. El espacio se percibe fluido, continuo, casi sin jerarquías entre estancias, con una coherencia que emana tanto del uso repetido de los materiales como de la pureza estructural que articula la vivienda.
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