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El Grand Egyptian Museum (GEM) abrió definitivamente sus puertas el 4 de noviembre, tras la espectacular inauguración oficial que tuvo lugar el día 1 y que reunió una amplia representación internacional. El GEM despliega así todo su potencial y muestra al mundo la mayor colección egipcia jamás expuesta. 

 

Atrás quedan más de 20 años marcados por mil y una vicisitudes: tres presidentes, una revolución, dos inauguraciones parciales, la lenta construcción de un edificio que tiene un kilómetro de fachada y 500.000 metros cuadrados, y 1.000 millones de euros de inversión, que han culminado en un museo que el primer ministro Mostafa Madbouly describió recientemente como un “regalo de Egipto al mundo”. Regalo que alberga una colección de 100.000 piezas de hasta 7.000 años de antigüedad.

 

El GEM es un museo colosal, un museo de museos, que duplica en tamaño al del Louvre y que ha obligado a remodelar una parte del popular barrio de Giza y sus infraestructuras. Con la inauguración del GEM el Cairo hace un gran salto cualitativo y se posiciona como una megápolis capaz de albergar y exponer el legado faraónico en uno de los museos más modernos y singulares del mundo, con una estética e instalaciones que no tienen nada que envidiar a los grandes museos del planeta.

Cargando vídeo: El gran Museo Egipcio por dentro

El gran Museo Egipcio por dentro

 

Tutankamón y Keops se hicieron esperarMuseo de la Barca de Keops   GEM David Rull
Foto: David Rull

El edificio del Museo de la Barca de Keops alberga la embarcación funeraria original del faraón, hallada junto a la Gran Pirámide en 1954.

La reciente inauguración del GEM ha traído consigo la exposición de dos tesoros muy esperados: la Barca Solar de Keops –a la que se le ha dedicado un edificio propio– y los más de 5.000 objetos pertenecientes al ajuar funerario de Tutankhamón. Ahora, transcurrido más de un siglo desde su descubrimiento, ven la luz muchos objetos que durante décadas estuvieron ocultos en los almacenes del antiguo Museo Egipcio de la plaza del Tahrir. Para acoger la colección se han dispuesto dos grandes galerías escalonadas, paralelas a las 12 salas histórico-temáticas que ya se habían inaugurado en otoño de 2024

Estatua de Hatshepsut Sala 8   David Rull (1)

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Muchos se preguntaban cómo sería el nuevo hogar de la célebre máscara de oro y piedras preciosas del joven rey. La expectación era máxima pero el secreto se guardó hasta el último momento. El resultado son dos grandes galerías ascendentes conectadas por varios pasillos perpendiculares. Las dos salas están iluminadas con una luz tenue y cálida que genera una atmósfera íntima y muy intensa durante todo el recorrido, una luz distinta a la del resto de espacios del GEM. Asimismo, para visitar la colección sin abrumarse se ha diseñado un recorrido temático que nos hará rememorar aquel momento mítico en el que Howard Carter, al dar el primer vistazo a la tumba del joven rey tras romper los sellos, se dirigió a Lord Carnarvon con la célebre frase: «¡Sí, veo cosas maravillosas!».

 

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Un museo laberínticoPaneles Tutankhamon    GEM David Rull
Foto: David Rull

Los paneles retroiluminados en el acceso a la galería de Tutankhamón recrean el hallazgo de su tumba en 1922 y contextualizan el inicio de la exposición.

El GEM es, en cierto modo, un museo laberíntico; un lugar para pasear, para perderse, para encontrarse, para descubrir rincones, para reposar en alguna de sus escalinatas o, incluso, para acabar la visita yendo de compras o tomando un helado. Eso sí, para acceder a la colección de Tutankhamon hay que encontrar uno de los dos puentes acristalados que conectan las 12 salas histórico-temáticas que sobrevuelan a gran altura la escalinata monumental que asciende hasta las cristaleras desde las que se divisan las pirámides de Giza. El acceso no es fácil de localizar ni evidente, pero se acaba encontrando y nos abre las puertas a uno de los momentos más mágicos de la Egiptología: el descubrimiento de la tumba intacta del faraón Tutankhamon en el Valle de los Reyes en 1922.

 

La entrada principal –que no lo parece– nos conduce, a través del puente acristalado, a la mitad de la primera galería. El acceso despista un poco, pero pronto encontramos el camino correcto. Hay que remontar la sala escalonada hasta alcanzar el principio de la exposición. Allí se rememora el momento del descubrimiento con paneles e imágenes de época retroiluminadas, una gran maqueta del Valle de los Reyes y algunos objetos singulares como un vaso de fayenza encontrado antes del descubrimiento por Edward Ayrton en el que había inscrito el nombre del joven rey.

 

Panorama Giza (2) © David Rull

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Siguiente etapa: “Estilo de vida”Vaso de alabastro con inscripcio´n interior   GEM David Rull
Foto: David Rull

Esta colección muestra cómo los objetos cotidianos del faraón también servían para perpetuar su poder en el Más Allá.

A continuación, tenemos que volver sobre nuestros pasos, ahora en dirección descendente, para alcanzar el siguiente tramo de la exposición que lleva por nombre “Estilo de vida” (Lifestyle). En esta parte del recorrido se exhiben objetos personales destinados a preservar la memoria del faraón para toda la eternidad y para proyectar su poder y grandeza como rey de Egipto. Carros de combate, escudos, arcos y flechas por doquier, cofres de madera de mil tamaños y decoraciones distintos, boomerangs para cazar aves, sillas, camas, vasos de alabastro de formas inimaginables, etiquetas para identificar productos, reposacabezas para todos los gustos, guantes, sandalias, bandas de lino, sistros, maquetas de barcas, cestos y cajas en forma de pato, nos describen cómo vivió Tutankhamon en el “Más Acá”. De entre todos los objetos destaca una pequeña capilla de madera aplacada en oro en la que se representa la única escena en la que se hace referencia al enlace entre Tutankhamon y su hermana Ankhesenamon. Otra pieza singular es un vaso de alabastro decorado en su cara interior. La iluminación nos descubre su secreto.

 

AdobeStock 401567607 Editorial Use Only

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Empieza la segunda galería: el RenacimientoUshebtis   GEM David Rull
Foto: David Rull

Las figurillas ushebtis simbolizaban a los sirvientes del faraón en el Más Allá y reflejan la creencia egipcia en la continuidad del trabajo y del orden social tras la muerte.

A continuación, el itinerario nos conduce hasta el inicio de la segunda gran galería. Esta sala, como la anterior, es un amplio pasillo que asciende de forma literal y también en intensidad de la visita, dado que en la zona más alta alcanzaremos la máscara de oro y piedras preciosas que cubría el rostro de Tutankhamon. El primer tramo de la segunda galería está dedicado al “Renacimiento” (Rebirth) y acoge piezas tan insólitas como un Osiris vegetante, es decir, un molde de madera con la forma de la silueta del dios que, a modo de maceta, se rellenó con tierra y semillas de cebada con el propósito de que germinaran y generaran, por simpatía, el mismo efecto sobre el faraón difunto, es decir, que propiciaran su renacimiento. Centenares de ushebtis –figuritas destinadas a servir al faraón en el Más Allá– con sus herramientas e inscripciones dan fe de que Tutankhamon emprendió su último viaje muy bien acompañado. Se hizo acompañar por todos estos asistentes y también por un sinfín de divinidades doradas que se exponen en una de las vitrinas.

 

Qubbet el Hawa   Capilla de la tumba de Serenput II (2) @ David Rull

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El gran funeralMa´scara de Tutankhamon (2)   GEM David Rull
Foto: David Rull

Símbolo del poder divino del faraón, la máscara funeraria de Tutankhamón se ha convertido en el icono por excelencia del antiguo Egipto.

La siguiente etapa del recorrido lleva por nombre “Funeral” y ocupa buena parte de la segunda galería. Las cuatro capillas de madera que en su interior albergaron los tres sarcófagos, la momia y la máscara funeraria del faraón inician el recorrido de este tramo temático. Cuesta entender cómo se montaron –¡y luego se desmontaron!– una dentro de otra en un espacio tan angosto como la pequeña tumba del rey en el Valle de los Reyes. A continuación, encontramos los tres sarcófagos y una pequeña capilla protegida por cuatro diosas (Isis, Neftis, Selkis y Neit) que contenía los vasos canopos de alabastro, es decir, los vasos en los que se guardaron las vísceras del rey tras su momificación. Todo ello, protegido por la inquietante mirada de dos grandes estatuas del ka del faraón y una tercera de Anubis, el dios de la momificación que se ocupó de guiar al soberano hacia el Más Allá.

 

Y de este modo alcanzamos al momento culminante la visita. En el centro de la galería se abre un gran espacio casi vacío sobre el que unas lámparas circulares van modelando la luz por momentos. En el centro se encuentra una vitrina de cristal que protege la máscara que cubrió el rostro de Tutankhamon. La pieza más célebre de la colección está custodiada por los vigilantes del museo que se encargan de regular el flujo de turistas que, móvil en mano, intentan captar una instantánea de uno de los iconos de la civilización egipcia. Cuesta llegar a primera fila y cuesta entender a dónde irán tantas fotos idénticas, pero ¿quién está dispuesto a renunciar a tener su propia foto de la máscara? Parece que nadie.

Nefertari (2) @ David Rull (1)

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Después del funeralSilla Tutankhamon y Ankhesenamon   GEM David Rull
Foto: David Rull

La célebre silla de Tutankhamón y Ankhesenamón refleja el retorno al culto de Amón tras la revolución religiosa de Akhenatón y marca la restauración del orden tradicional en Egipto.

Después del funeral, y antes de alcanzar la salida, un nuevo tramo de la exposición nos revela quiénes fueron los antepasados de Tutankhamón y explora su árbol genealógico mediante unos paneles muy explicativos. Lleva por nombre “Identidad” (Identity). Este último espacio guarda algunas sorpresas que nos dejarán un buen sabor de boca: la icónica silla en la que el faraón aparece frente a su esposa en una tierna escena cotidiana en la que ella lo acaricia. Esta singular pieza también testimonia el convulso momento político-religioso que vivió Egipto durante el breve reinado de su predecesor, el rey Akhenatón, y nos desvela que Tutankhamón –cuyo nombre significa “Imagen viviente de Amón”– tuvo un nombre anterior: Tutankhatón, es decir, “Imagen viviente de Atón”. Con ese nombre “hereje”, el joven rey inició su reinado cuando aún estaba vigente la reforma religiosa impulsada por Akhenatón, que instauró el culto al disco solar, el Atón, en contra de los poderosos sacerdotes tebanos.

 

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El último misterioVista de Giza   GEM  David Rull
Foto: David Rull

El Gran Museo Egipcio se ha convertido en el nuevo custodio del tesoro de Tutankhamón tras su traslado desde el Museo de la plaza del Tahrir.

El tesoro de Tutankhamon nos ha dejado un último misterio por resolver: cómo se hizo el traslado desde el Museo Egipcio de la plaza del Tahrir hasta el GEM. Durante meses los rumores apuntaban a que, al igual que se hizo con el traslado de la Barca Solar de Keops, el traslado de la máscara se iba a convertir en una gran procesión por las calles de El Cairo. Finalmente, se optó por hacer un traslado discreto y seguro, sin riesgos. Según el presentador de TV egipcio Amr Adib, dentro de dos meses se revelará el último misterio que nos queda por desvelar de Tutankhamon.