Un auténtico terremoto informativo. Eso es lo que ha supuesto la publicación, en primer lugar en Francia, de las memorias del emérito Juan Carlos (87 años), tituladas Reconciliación, escritas por una buena amiga y confidente, la escritora Laurence Debray.

Este pasado miércoles, 5 de noviembre, no se ha hablado de otra cosa en los medios de comunicación que de las confesiones del rey emérito. A sus 87 años, el padre de Felipe VI (57) ha decidido poner en orden su vida, tanto personal y familiar como institucional.

Se lo debe a sí mismo, como exmonarca, pero también como marido, padre y abuelo. Tal y como rezan sus memorias, para Juan Carlos la familia es capital, lo único que ahora, en el ecuador de su existencia, le da sentido a la misma. De hecho, le dedica la obra a sus familiares.

Los Reyes eméritos en su felicitación navideña.

Los Reyes eméritos junto a sus hijos y nietos.

Los Reyes eméritos junto a sus hijos y nietos.

Raúl Rodríguez

Gtres

En concreto, dice así el epígrafe con el que comienza el volumen, compuesto de 512 páginas: «A mis padres, a mis hermanos y hermanas, a mi esposa, a mis hijos, a mis nietos y a todos los que me acompañaron en la transición democrática«.

La familia de Juan Carlos I, esa que ha formado junto a su mujer, Sofía de Grecia (87), qué duda cabe de que ha experimentado un cambio, tan drástico como aparentemente irreversible, en los últimos años en cuanto al orden y la armonía entre sus miembros.

Hay un año, marcado en rojo para toda la Familia Real, que supuso un claro punto de inflexión: 2010.

Ese julio, estalló el caso Nóos, cuando el juez José Castro, encargado del caso Palma Arena, abrió una pieza separada para investigar las actividades del Instituto Nóos y sus convenios irregulares con administraciones públicas.

Aquello abrió una brecha insalvable, con la infanta Cristina (60) y su entonces marido, Iñaki Urdangarin (57), en el centro de la diana. No obstante, la unión familiar, al menos gráficamente, se mantuvo hasta el año 2018. Desde entonces, nada ha vuelto a ser igual.

Nunca más se ha repetido -y se duda seriamente de que lo vaya a hacer- una estampa como aquella, donde Juan Carlos y su mujer posaban junto a sus tres hijos, sus ocho nietos y también la reina Letizia (53). El valor de esa imagen, a ojos de hoy, es incalculable.

La Familia Real en la catedral de Palma, en abril de 2018.

La Familia Real en la catedral de Palma, en abril de 2018.

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Fue el 2 de noviembre de 2018. En el Palacio de la Zarzuela, la reina Sofía celebraba su 80 cumpleaños rodeada de toda su familia. La Casa Real distribuyó una fotografía oficial que, con el tiempo, se convertiría en un documento histórico.

Era la última imagen pública en la que aparecen juntos todos los miembros de la familia Borbón-Grecia. La instantánea la tomó el fotógrafo Francisco Gómez y se captó tras un almuerzo privado en Zarzuela.

En ella aparecen, por un lado, Felipe VI y Letizia, junto a sus hijas, Leonor (20) y Sofía (18). Por otro, la infanta Elena (61) con sus vástagos, Froilán (27) y Victoria Federica (25); y la infanta Cristina con sus cuatro hijos, Juan (26), Pablo (24), Miguel (23) e Irene (20).

El rey Juan Carlos, entonces aún en activo aunque ya apartado de la vida pública, ocupa el sitio central de la foto junto a su mujer. La presencia de Cristina fue especialmente significativa, dado que llevaba años sin aparecer en actos oficiales tras el estallido del caso Nóos.

La reunión fue descrita por ¡HOLA! como «una ocasión única que no han querido perderse ni los reyes ni sus hijas«, y como «una foto histórica cargada de sorpresas». El reencuentro entre Letizia y Cristina, que no se veían públicamente desde hacía años, fue interpretado como un gesto de reconciliación temporal.

Pero más allá de los gestos, la imagen reflejaba una voluntad de Sofía: reunir a sus hijos y nietos en torno a ella, aunque fuera por última vez.

Los Eméritos junto a Felipe VI, Letizia, Elena y parte de sus nietos, en 2018.

Los Eméritos junto a Felipe VI, Letizia, Elena y parte de sus nietos, en 2018.

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El Palacio de la Zarzuela, residencia oficial de los reyes desde los años 60, fue el lugar elegido para el almuerzo. Según se publicó, «la reina Sofía lo celebró como más le gusta: rodeada de su familia». La elección del lugar no fue casual.

Zarzuela representa el corazón institucional de la monarquía española, pero también ha sido testigo de sus tensiones internas. Desde allí se gestionaron las consecuencias del caso Nóos, la abdicación de Juan Carlos en 2014 y la transición hacia una monarquía más transparente.

En la imagen, todos los miembros aparecen sonrientes, pero el contexto era complejo. Juan Carlos ya había sido apartado de la agenda oficial, Cristina estaba judicialmente señalada, y las tensiones entre Letizia y Sofía aún resonaban. A pesar de ello, la Emérita logró reunirlos, consciente de que aquel momento no volvería a repetirse.

Desde 2018, la Familia Real ha vivido una fragmentación progresiva. La infanta Cristina se separó de Iñaki Urdangarin en 2022, tras la publicación de imágenes del exduque con otra mujer. Juan Carlos abandonó España en 2020, trasladándose a Abu Dabi en medio de investigaciones por presuntas irregularidades financieras.

La infanta Elena ha mantenido un perfil bajo, mientras sus hijos han protagonizado titulares por motivos ajenos a la Institución. Felipe VI, por su parte, ha reforzado la idea de una «Familia Real reducida». Las relaciones entre los hermanos se han enfriado.

Los Eméritos en una fotografía tomada en 2017.

Los Eméritos en una fotografía tomada en 2017.

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En los últimos años, Sofía ha seguido participando en actos públicos, especialmente vinculados a causas sociales y culturales. Su presencia es constante, pero su papel ha cambiado. Ya no es la reina consorte, ni la anfitriona de Zarzuela.

Es la matriarca de una familia que ha tomado caminos distintos, y cuya unidad institucional ya no depende de ella. Hoy, esa imagen es un documento histórico. Un testimonio de lo que fue y de lo que ya no es.

Juan Carlos y su hermana Margarita

En la línea de la familia, especial mención hace este apartado a la relación entre el Emérito y su única hermana viva, la infanta Margarita (86). La relación entre el rey emérito y su única hermana ha sido siempre estrecha y cómplice.

La infanta Margarita, en una imagen de archivo.

La infanta Margarita, en una imagen de archivo.

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A lo largo de los años, ambos han mantenido un contacto constante, especialmente a través de llamadas telefónicas frecuentes.

Según fuentes cercanas citadas por El Debate, el Emérito se preocupa activamente por el estado de salud de Margarita y ha estado pendiente de ella durante sus últimos episodios médicos, demostrando que, pese a la distancia, el vínculo entre los hermanos permanece intacto.

Recientemente, la infanta Margarita fue ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos a causa de una neumonía que la mantuvo hospitalizada durante 10 días. La situación generó gran preocupación en su entorno, dada su edad y su condición de ceguera congénita.

Tras recibir el alta, se recupera en su domicilio del barrio de Salamanca con oxígeno domiciliario.