Verónica Rodríguez Bravo, bióloga de origen extremeño, trabaja en Estados Unidos descifrando el origen del cáncer y el equipo de investigación que lidera … acaba de dar con la proteína que está detrás del tumor de próstata, un descubrimiento que podría transformar el tratamiento de esta enfermedad.

El estudio que ha realizado, junto al doctor Josep Domingo Domenech, revela la existencia de centros logísticos en las células tumorales que controlan la activación de genes clave para el crecimiento del cáncer. En ellos ha identificado un tipo especial de proteína llamada nucleoporinas, responsable de que la enfermedad sea más agresiva, es decir, crezca más.

«Abrimos la puerta a tratamientos más efectivos para pacientes con tumores muy agresivos», dice la doctora

La investigación ha sido publicada en la prestigiosa revista científica Cancer Discovery y detalla el papel fundamental de la nucleoporina sPOM121. «Con esta investigación abrimos la puerta a estrategias terapéuticas más efectivas que podrían beneficiar a pacientes que padecen tumores muy agresivos», explica a HOY la doctora Rodríguez Bravo, líder de un equipo de investigación en la Clínica Mayo de Estados Unidos, el hospital número uno del mundo en numerosas especialidades médicas.

«La sPOM121 es una de la proteínas importantes pero no la única. De hecho tiene una pareja llamada SMARCA5. Eso sí, creemos que sPOM121 es la que controla los centros logísticos que regulan ciertos oncogenes y por tanto más específica para considerar en la estrategia terapéutica», matiza Verónica. «Creemos que explorando en pacientes con tratamientos como el que presentamos en nuestro estudio a nivel preclínico puede mejorar la respuesta ante el cáncer», añade desde su laboratorio en la Clínica Mayo, en Rochester (Minnesota).

Trayectoria

Pero cómo ha llegado hasta allí esta mujer de 46 años de raíces extremeñas. Toda su familia es de Siruela, Badajoz. Sus padres (Rogelio y Cristina) emigraron en los años setenta a Barcelona, donde nació. En concreto, en Esplugues de Llobregat. Sin embargo, nunca ha perdido el vínculo con Extremadura. Desde pequeña sus veranos, Semana Santa y navidades han estado ligados a este pueblo de la Siberia.

Ahora gran parte de su familia vive en este municipio de apenas 1.700 habitantes mientras ella está a miles de kilómetros poniendo al servicio de la ciencia sus conocimientos para frenar el cáncer.

Sus padres emigraron en los setenta desde Badajoz a Barcelona y guarda una estrecha relación con esta tierra

Estudió en la Universidad de Barcelona, donde se doctoró en Biología Molecular del Cáncer. Seguidamente continúo su formación en el extranjero, Utrecht (Holanda) y Nueva York. Entre otros lugares ha pasado por el Hospital Memorial Sloan Kettering, dedicado al tratamiento e investigación del cáncer y centros punteros de Estados Unidos como el Hospital Mount Sinaí de Nueva York o la Clínica Mayo.

En este tiempo no ha parado de descifrar el cáncer. Entre otros hitos, en 2012 descubrió cómo las células madre tumorales son el talón de Aquiles del cáncer y en 2013 el reloj celular que controla la mitosis. Ya en 2014 comprobó que esta enfermedad utiliza genes maestros que actúan como capataces que dirigen fuertes programas oncogénicos en masa y, recientemente, descubrió que los tumores agresivos utilizan fábricas de proteínas en su beneficio.

En su propio grupo de investigación en la Clínica Mayo no paran de intentar desenmascarar esta enfermedad. «Mi labor diaria consiste en dirigir a un equipo de investigadores en formación y estudiantes trabajando en diferentes proyectos, con un foco especial en el cáncer de próstata. Les oriento, discutimos resultados, hacemos y deshacemos teorías e hipótesis, discutimos problemas técnicos, buscamos soluciones, y en ciertos momentos disfrutamos de la sensación de ser los primeros en descubrir algo que nadie más sabe en el mundo», afirma.

Amplia investigación

Además de investigar sobre el cáncer de próstata, también lo hace sobre el de vejiga y sarcoma, y está ampliando sus líneas de estudio al de mama, hígado y pulmón. «Primero empiezas con un equipo pequeño y un proyecto, a medida que progresas y consigues más financiación comienzas a crecer. La clave es no dejar de persistir y trabajar. La ciencia no es un camino recto y hay que mirar hacia arriba, seguir la intuición y creer en tus proyectos y en el objetivo de encontrar curas», añade esta bióloga, muy querida Siruela.

De hecho, el Ayuntamiento ha llegado a pedir para ella la Medalla de Extremadura. «Fue un gran honor para mí y estoy profundamente agradecida. Extremadura es mi tierra de arraigo, en donde tengo los mejores recuerdos de mi infancia y de toda mi familia. Es mi herencia genética y cultural. Mi manera de hacer en la vida tiene sus raíces allí, en lo aprendido del esfuerzo de mis padres y abuelos. La Siberia extremeña es el lugar del mundo al que al volver, donde me siento completamente en paz», asegura.

«La Siberia es el lugar del mundo en el que me siento en paz; allí tengo los mejores recuerdos de mi infancia», dice Verónica

La última vez que visitó Siruela fue hace dos años. «Aprovechamos para pasear por las calles y saludar a los paisanos y la familia; visitar a la patrona, la virgen de Altagracia, y a Jesús Nazareno en el Calvario. También vamos a Mérida, Trujillo o al castillo de la Puebla de Alcocer y disfrutamos de buenos productos de la tierra con mi familia y amigos», comenta.

Siempre que visita el pueblo le preguntan cuándo regresará a España. «Este país ha crecido mucho a nivel de investigación en las últimas dos décadas, especialmente debido a generaciones de científicos brillantes, mentes privilegiadas, con grandes ideas y mucha dedicación. Se han creado centros punteros en toda la geografía, reconocidos mundialmente. El problema es la financiación y los costes asociados a hacer ciencia. Es difícil competir con otros países en los que hay muchas más opciones de conseguir financiación para el laboratorio. Eso incluye no solo las ayudas del Estado, que es solo una parte, sino muchas fundaciones privadas y donaciones. Así que el nivel y la calidad científica española con una financiación estatal tan baja, es verdaderamente increíble y admirable», asegura mientras deja la puerta abierta a volver. «El tiempo pasa rápido y aún siento que tenemos mucho por hacer en Estados Unidos, pero nunca se sabe dónde aparecen oportunidades».