Bilbao
Desde el corazón de Bilbao, La Ventana del Arte se ha emitido esta semana desde el Museo Guggenheim. Carles Francino, Miquel del Pozo y la directora del museo, Miren Arzalluz, han guiado a los oyentes por un recorrido en cuatro etapas que explora el arte como refugio, memoria y confrontación.
Todo ha comenzado con una frase de Bob Dylan: “Inside the museum, infinity goes up on trial”. El museo como espacio donde el visitante confronta su visión del mundo con la del artista. Arzalluz ha recogido esa idea con una cita del pintor Gerhard Richter: «El arte es la forma más elevada de la esperanza». En tiempos difíciles, ha asegurado, esa definición se vuelve más necesaria que nunca.
Puppy, el perro que florece dos veces al año
La primera parada ha sido en el exterior del museo, frente al icónico Puppy de Jeff Koons. Cubierto de flores vivas que se renuevan dos veces al año, esta escultura de doce metros se ha convertido en símbolo de Bilbao. «Muchos turistas vienen más a ver a Puppy que al museo», ha confesado Arzalluz. «No imaginamos esta ciudad sin Puppy».
París, la noche, de Vieira da Silva
Ya en el interior, la exposición Anatomía del espacio de María Elena Vieira da Silva ha ofrecido una mirada laberíntica sobre la ciudad de París. La obra París, la noche (1951) no representa un lugar concreto, sino una constelación de recuerdos urbanos.
Arzalluz, que vivió siete años en París, ha reconocido en la obra una ciudad emocional, más que geográfica: «No reconozco absolutamente nada en esta obra, pero sí evoca esa experiencia de perderse voluntariamente».
«Cuando vas paseando se te van quedando imágenes en la mente: calles, esquinas, un balcón más iluminado que otro…», ha explicado Miquel del Pozo. «Si tuvieras que llevarlas todas a una única imagen, eso es lo que tenemos aquí».
Marilyn multiplicada por Warhol
La tercera etapa ha llevado a los oyentes ante una serigrafía de 150 rostros de Marilyn Monroe, obra de Andy Warhol. «Cada rostro es una máscara, y el de Marilyn aún más”» ha señalado del Pozo. Warhol ha llenado el lienzo de color y luego lo ha oscurecido con negro, dejando solo la silueta. ·Todos esos colores son como ese mundo interior que está detrás de esa imagen pública, de ese rostro, de esa máscara».
El hogar como cárcel en la obra de Mona Hatoum
La última parada ha sido una instalación de la artista Mona Hatoum: una mesa de cocina rodeada por una verja electrificada. Los utensilios domésticos, conectados a cables, se iluminan y zumban, convirtiendo lo cotidiano en amenaza. «El hogar puede ser una cárcel», ha reflexionado Arzalluz. «Esta obra me ha afectado profundamente, creo que tiene una fuerza muy especial, muy directa». La instalación interpela sobre la violencia doméstica, el exilio y las imposiciones culturales que afectan especialmente a las mujeres.
Kusama y el infinito
El recorrido ha culminado en una sala de espejos infinitos de Yayoi Kusama. Bombillas suspendidas, reflejos sin fin, y el visitante en el centro. Kusama, que vive en un psiquiátrico desde hace años, ha convertido el arte en terapia. Su concepto de «auto-obliteración» desaparecer en la repetición se materializa en esta instalación que fascina y abruma a partes iguales.
«Nosotros estamos en el centro. No desaparecemos», ha concluido del Pozo. «Todos esos colores son pensamientos, estrellas, que parpadean y se apagan. El infinito está ahí, pero nosotros también».
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La Ventana del Arte | Las entrañas del Museo Guggenheim
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