El Great Western Forum estaba preparado como tantas otras veces para hablar de baloncesto. Sin embargo, aquella tarde del 7 de noviembre de 1991, el deporte pasó a un segundo plano. Earvin “Magic” Johnson, el símbolo del espectáculo angelino de la década de los 80 en la NBA, había convocado a la prensa para comunicar algo que, desde el primer instante, se percibió distinto. No había música, ni risas, ni el aura festiva que solía rodearlo.
Allí estaba él, serio, con traje oscuro, flanqueado por los rostros más significativos de su vida personal y profesional. Junto a él, su mujer Cookie, su agente Lon Rosen, el doctor Michael Mellman, el comisionado de la NBA David Stern y parte de la organización de los Los Angeles Lakers, como Jerry Buss o Kareem Abdul-Jabbar. Nadie reía ni decía nada. En una sala de prensa llena a rebosar de periodistas, Magic Johnson congeló al mundo entero: “Debido al virus del VIH que he contraído, debo retirarme de los Lakers hoy.” Así comenzaba uno de los momentos más impactantes de la historia del baloncesto.

Magic Johnson, anunció hoy hace 34 años que padecía del virus VHI / Getty Images
“Quiero dejar en claro que no tengo la enfermedad del SIDA, pero sí soy portador del virus del VIH.” Sin embargo, para muchos, aquellas palabras suponían el fin de Magic. El fin no solo de una carrera histórica (cinco anillos y tres MVP), sino también la sensación de que la leyenda de los Lakers tenía los días contados. La sociedad estadounidense, y buena parte del mundo, aún navegaba entre prejuicios, ignorancia y miedo sobre el VIH. La idea de que una figura admirada, sana y perfectamente activa pudiera ser portadora del virus rompió con fuerza la narrativa dominante de la época.
“Planeo vivir una vida larga. No voy a esconderme. Seré un portavoz para educar a otros sobre esta enfermedad”, añadió Magic. Aquel día el mundo abrió los ojos. Aquel 7 de noviembre se convirtió en un punto de inflexión cultural. La nueva realidad era que, a partir de ese instante, el VIH dejó de ser, para millones, un fantasma ajeno, distante o asociado únicamente a prejuicios sociales. Tenía ahora el rostro de uno de los hombres más queridos del deporte mundial. Aquella rueda de prensa cambió no solo la vida de Magic, sino también la manera en que el mundo hablaba del VIH.
Sin embargo, la vida nos hizo un regalo maravilloso: Magic saltó de nuevo a la pista para disputar en Orlando el All-Star de la NBA de 1992, un partido en el que acabó siendo el MVP. Aquel día, la sonrisa más icónica de la mejor liga del mundo volvía a brillar en una cancha de baloncesto.
Luego llegó el verano y, con él, la llamada del equipo más irrepetible de la historia: el Dream Team de Barcelona 92. Magic compartió vestuario con Bird, Jordan, Barkley o Malone, dejando al mundo el recuerdo del mejor baloncesto que jamás se haya visto. “Jugar en aquellos Juegos Olímpicos fue lo más divertido que me ha pasado en mi vida deportiva”, aseguró Magic Johnson unos años más tarde. Tras los Juegos Olímpicos, el base lo tenía claro: debía volver a jugar.

Magic Johnson, MVP del All Star de Orlando de 1992 / Getty Images
En la pretemporada de 1992/93, Magic se sumó a los Lakers y disputó algunos minutos. Sin embargo, el miedo derivado del desconocimiento de su enfermedad entre jugadores y aficionados le hizo posponer su regreso. Karl Malone, quien entonces era una de las estrellas de la liga, fue uno de los más reticentes y mostró en más de una ocasión su descontento con la idea de que Magic jugara: «Lo siento, pero no quiero jugar con alguien que puede contagiarme de algo tan grave. Soy padre de familia y una persona sana.» El miedo infundado por los estereotipos en torno a la enfermedad de Magic obligó al base a apartarse del mundo del deporte durante un tiempo.

Karl Malone junto a Magic, en un partido entre los Lakers y los Utah Jazz / Getty Images
Magic volvió a jugar con los Lakers en la temporada 1995-1996. Concretamente, el 30 de enero de 1996, en un contexto en el que la enfermedad ya era más conocida y la ciencia había avanzado notablemente. En aquella campaña, Magic disputó un total de 32 partidos, nueve de ellos como titular. Esta fue la última temporada de uno de los mejores jugadores que ha visto jamás el baloncesto.
Aquel 7 de noviembre de 1991, las palabras de Earvin “Magic” Johnson supusieron un antes y un después en la historia del deporte, y quedarán para siempre en nuestra memoria.