Gustará más o menos, pero algo no se le puede negar a The Line, la ambiciosa ‘ciudad pasillo’ que Arabia Saudí quiere levantar en mitad del desierto: no deja indiferente. Al fin y al cabo no todos los días se levanta de cero una metrópoli de 170 km de largo, 500 m de alto y 200 m de ancho formada por rascacielos. Desde que el príncipe heredero del país presentó el proyecto, allá por 2021, el mundo se ha preguntado si es factible o una extravagancia condenada al fracaso.
La pregunta ha seguido coleando desde entonces, pese al inicio de las obras.
Ahora empieza a aclararse.
¿Qué ha pasado? Que The Line atraviesa turbulencias. Aunque el megaproyecto insignia de Arabia Saudita ha avanzado sobre el terreno, algo que sus promotores se han encargado de dejar claro compartiendo imágenes aéreas, en los últimos días han saltado varias noticias que sugieren que su horizonte asoman nubarrones.
Hace poco la agencia Reuters informaba que la prioridad ahora es completar un primer tramo de 2,4 kilómetro, lejos de los 170 km a los que aspira el proyecto (su idea es acoger nueve millones de personas) o la estructura que se quería tener lista de cara a 2030. Mientras, otros medios hablan de desafíos o cambio de rumbo.

¿Qué sabemos exactamente? No son las primeras noticias que sugieren que Arabia Saudí pecó de optimista al plantearse la magnitud y calendario de The Line, pero ahora parecen confirmar algo importante: el proyecto (en realidad NEOM o el conjunto del plan Vision 30) no es ajeno a los vaivenes económicos y desafíos para financiar las obras. Así lo revelaba hace unos días Reuters, que asegura que Arabia Saudí planea reorientar su fondo soberano (PIF) de 925.000 millones, una palanca de financiación estratégica, para alejarlo de los megaproyectos inmobiliarios.
Mientras NEOM aboga por grandes construcciones, como The Line, una futurista ‘ciudad pasillo’ de 170 km de largo, 500 m de lato y 200 m de ancho con capacidad para albergar a nueve millones de personas, la nueva estrategia pasaría por centrar el PIF en inversiones con rendimientos más sostenibles a corto plazo. Eso pasa por la logística, el turismo, la IA o los centros de datos. Como recuerda The Times, el plan Vision 2030 se basó en un escenario en el que el barril de petróleo cotizaba a 100 dólares. Ahora ronda los 60 y lleva desde 2022 sin alcanzar los tres dígitos.
¿Qué significa eso? «Gastamos demasiado. Actuamos a toda velocidad. Ahora tenemos déficit. Necesitamos redefinir nuestras prioridades», reconocía hace unos días un funcionario saudí en un foro de inversión celebrado en Riad: Otras fuentes hablan directamente de «corrección de rumbo» y de un escenario que obliga a ser «más conservador» en las inversiones. Incluso el ministro de Economía del país, Faisal Alibrahim, ha explicado que están «reorientando las prioridades hacia los sectores que más lo necesitan». «Y hoy ese sector es la tecnología, la IA».
¿Significa eso que se da carpetazo a las mega estructuras? Jerry Inzerillo, un ejecutivo estadounidense que asesora al príncipe heredado, advierte que no puede irse tan allá: «No olviden que nada se ha cancelado. Simplemente puede que lleve un poco más de tiempo. La ambición sigue intacta». Por lo pronto, al cierre de 2024 el fondo soberano situaba sus inversiones en megaproyectos saudíes en 56.000 millones, suma notable, pero un 12,4% por debajo del año anterior.

¿Solo afecta a The Line? No. The Line no es el único que ha visto cómo se complicaban sus planes originales. The Times avanza que el polo turístico de Trojena podría no estar a tiempo para los Juegos Asiáticos de Invierno de 2029, como se preveía. El proyecto no culminaría de hecho hasta 2032, lo que habría llevado a Corea del Sur a prepararse para servir de sede en cuatro años. En el país hay otros grandes desarrollos, como la isla de Sindalah o el distrito New Murabba de Riad, cuya finalización se espera para 2040, aunque sin descartar retrasos.
¿Se sabe algo más? Sí. Quizás la ‘foto’ más detalla de en qué punto y qué desafíos afronta la megaciudad de NEOM la daba el jueves Financial Times, que publicó un amplio análisis con un titular esclarecedor: «El fin de The Line: cómo se desmoronó el sueño saudí de NEOM». El diario señala que, aunque los promotores insisten en que la ciudad sigue siendo «una prioridad estratégica» y es posible ver en el desierto el resultado de las obras, las autoridades han optado por reducir de forma drástica la primera fase. Es más, entre quienes participan o han participado directamente el proyecto habría recelos sobre su viabilidad, según precisa FT.
Todo esto entre cálculos que sitúan el presupuesto final muy por encima de lo que estaba previsto y cifras que (como mínimo) invitan a arquear la ceja. Por ejemplo, el personal entrevistado por FT habla de una necesidad ingente de hormigón (solo los 20 primeros módulos necesitarían más cemento que el que produce Francia en un año) y millones de toneladas de acero. Eso sin contar con los desafíos logísticos, de transporte y tiempos o los servicios que requeriría The Line para disponer de cuestiones tan básicas como agua, reparto de correo o recogida de residuos.
¿Es una sorpresa? Desde que príncipe saudí presentó el proyecto, hace años, The Line ha suscitado sobre todo dos emociones. Asombro. Y escepticismo. Las obras arrancaron y sus promotores han demostrado que el proyecto no se quedará en el papel, pero otra cosa es su tempo y si alcanzará la ambiciosa envergadura que se planteó en un inicio. Hay expertos que han advertido ya de que, de cumplirse, la megaciudad vertical será una especie de infierno para sus residentes.
Hace unos meses trascendió de hecho que las autoridades encargaron a varias consultoras una revisión estratégica del proyecto para confirmar su viabilidad o plantear posibles cambios, una decisión a la que los promotores quitaron hierro.
Imágenes | NEOM