Ciccone celebra su mejor victoria del año tras ser el más listo y el más fuerte de la Donostia Klasika. (Andoni CANELLADA | FOKU)
Giulio Ciccone ha sido el más fuerte y el más listo. Ha sabido forzar el ataque definitivo a falta de poco más de un kilómetro para coronar Erlaitz y también sacar tajada de una estrategia de UAE un tanto anárquica en la parte más dura de Murgil, donde ha forjado la que es su primera victoria en la Donostia Klasika.
Hasta esos momentos decisivos, los favoritos han dejado hacer a las aventuras de otros compañeros, sabedores de que el único puerto de Primera de la jornada iba a ser el lugar clave para romper la carrera. Julen Arriolabengoa (Caja Rural) y Gotzon Martín (Euskaltel-Euskadi) se han metido en un grupo formado por una docena de corredores que ha dispuesto hasta de dos minutos de diferencia.
Esa fuga se ha dinamitado en las rampas iniciales de Jaizkibel, donde primero Darren van Bekkum (Astana), que se ha disuelto como un azucarillo a las primeras de cambio, y después Mats Wenzel (Kern Pharma) y Jordan Labrosse (Decathlon) se han colocado en cabeza.
Por detrás, Lucas Plapp (Jayco) ha probado suerte saltando del pelotón, todavía adormilado a la espera de las dos ascensiones finales. El australiano ha ido recortando diferencias, hasta dar alcance a Wenzel, no así a Labrosse, que ha cruzado primero Jaizkibel, si bien los tres se han fusionado en la bajada.
Dicho trío ha comenzado Erlaitz con algo más de un minuto de ventaja sobre el bloque principal de candidatos al triunfo, que aquí sí que se han puesto las pilas para reventar la carrera. El primero en romper las hostilidades ha sido Primoz Roglic (Bora), quien entraba en todas las quinielas para hacerse con la victoria.
Sin embargo, el esloveno no ha podido despegar a sus máximos rivales, que se han adherido como lapas a su rueda, pero su cambio de ritmo ha hecho mucho daño a otros pretendientes, caso de Juan Ayuso (UAE), además de a Ion Izagirre (Cofidis) y Pello Bilbao (Bahrain), gran protagonista en la edición de 2023.
Uno de los momentos clave de la prueba ha llegado a 1,2 kilómetros de la cumbre del explosivo puerto guipuzcoano, cuando Ciccone ha decidido tomar la iniciativa y realizar la criba definitiva. En primera instancia, un sorprendente Jan Christen (UAE) y Maxim van Gils (Bora) le han aguantado el arreón y, poco después, Isaac del Toro (UAE) y Roglic se han sumado al selecto grupo.
Se marchan Del Toro y Ciccone
No contento con la selección, el mexicano ha apretado el paso a 300 metros de coronar y solo Ciccone ha podido responder al reto –seguro que Roglic se ha lamentado a posteriori de no hacer el esfuerzo–, formando un dueto de mucha calidad que ha abierto hueco en la bajada sobre un grupo de nueve ciclistas: Roglic, Christen, Van Gils, Plapp, Leo Bisiaux (Decathlon), Nelson Powless (EF), Christian Scaroni (Astana) y los Visma Tiesj Benoot y Cian Uijtdebroeks.
Poco a poco, la diferencia ha ido in crescendo, con Del Toro y Ciccone colaborando en los relevos, conscientes de que podían jugarse el triunfo a la espera de lo que sucediese en Murgil. La brecha ha rondado en torno al minuto cuando ambos han entrado de nuevo en las calles de Donostia y han afrontado el último escollo del día.
De nuevo, Roglic ha intentado con los primeros desniveles tratar de enjugar la distancia con la cabeza tirando del grupo perseguidor, pero el error cometido por su parte ya no le daba margen de maniobra. Sorprendentemente, quien sí ha dado un tirón descomunal ha sido Christen, ataque solo justificado por sus enormes piernas, no tanto por llevar por delante a un compañero.
Pero lo que realmente ha resultado insólito no solo ha sido el que ha alcanzado al dueto en tiempo récord, sino que al llegar a su altura ha soltado otra embestida que ha descolgado a Del Toro, demostrando que el de Ensenada había gastado más fuerzas de las necesarias para estar fresco en los instantes decisivos.
Al ver el desfallecimiento de su compañero Christen ha parado, pero el mal para UAE ya estaba hecho. Ese impasse lo ha aprovechado Ciccone para contraatacar, una progresión para la que el helvético no ha tenido aliento, forjando así el transalpino su posterior victoria.
El conjunto de los Emiratos ha pasado de poder tener controlada la carrera con dos ciclistas y muchas posibilidades de llevarse el gato al agua tras franquear Murgil, a perder todas sus posibilidades de éxito por una estrategia o toma de decisiones particulares –sus responsables deberán arrojar luz sobre ello– difícilmente entendible.
De ello se ha valido Ciccone para lanzarse a tumba abierta a la conquista de su primera gran clásica, aunque no sin esfuerzo. Muy cansado por llevar el peso de la prueba durante su tramo definitivo, los dos últimos kilómetros se le han hecho interminables, con Christen resoplando en su nuca, aunque siempre ha sabido conservar una ventaja en torno a los 10 segundos.