La causa saharaui y la solidaridad española cumplen 50 años de una conexión profunda que se ha forjado lejos de los despachos gubernamentales. Desde la salida en falso de España del Sáhara Occidental en 1975, la sociedad civil se ha erigido en el principal pilar de apoyo al pueblo saharaui.

El vínculo de hermandad entre las sociedades civiles española y saharaui contrasta con los vaivenes de la política exterior española, especialmente tras la reciente decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de apoyar el plan de autonomía marroquí en 2022.

La relación entre el pueblo saharaui y el pueblo español es una historia compleja, marcada por el profundo contraste del abandono oficial del Gobierno español contrapuesto a la oleada de solidaridad civil que ha forjado una de las amistades internacionales más singulares y perdurables. Es un vínculo que se nutre del recuerdo histórico, la culpa colectiva y, sobre todo, de un compromiso humano incondicional.

Medio siglo de apoyo

La relación de las dos sociedades, marcada por la presencia histórica de España en el territorio como potencia administradora hasta febrero de 1976, se transformó tras los Acuerdos Tripartitos de Madrid de noviembre de 1975.

Esta «salida en falso», como la define el abogado saharaui afincado en Madrid, Sidi Talebbuia, generó un «sentimiento de culpa» en la sociedad española que se ha canalizado en solidaridad. Talebbuia subraya que el conflicto del Sáhara Occidental es «la cuestión más transversal» en la que están de acuerdo «la casi totalidad de los partidos políticos», igual que la opinión pública española.

El arquitecto Pepe Taboada en una manifestación de apoyo al pueblo saharaui. ARCHIVO PARTICULAR P.T.

Pepe Taboada, histórico activista de la causa saharaui, recuerda que «el 58% de los españoles apoya la independencia del Sáhara», aludiendo al Barómetro del Real Instituto Elcano del año 2015. Y añade que la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), reconocida por 84 países, está «a 90 millas de Canarias». La distancia en línea recta entre Fuerteventura y la costa del Sáhara Occidental es de apenas de 100 kilómetros. Y el idioma oficial, tras el árabe hassaniya, es el español.

El intercambio constante y perenne entre ambos pueblos es posible cada año gracias a «más de 200 asociaciones de amistad y solidaridad repartidas por España», explica Andrés Sesmero, presidente de la Federación de Asociaciones Madrileñas de Amigos del Pueblo Saharaui (FEMAS – Sáhara) y vicepresidente de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS – Sáhara).

Andrés Sesmero, presidente de FEMAS-Sáhara y vicepresidente de CEAS-Sáhara. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Estos colectivos han impulsado un sinfín de proyectos y programas sociales y culturales en favor del pueblo saharaui. «Es muy difícil que en cualquier punto del territorio español no haya una asociación en 100 kilómetros a la redonda», apunta Jalil Mohamed, representante del Frente Polisario en Madrid.

Intercambio cultural y afectivo

Sólo el emblemático programa Vacaciones en Paz ha traído a España a cerca de 90.000 niños y niñas saharauis durante los veranos. Además, se estima que unas 85.000 personas han viajado a los campamentos a visitar a las familias de los menores acogidos, consolidando una red de «relaciones de hermandad, de amistad y de cariño entre las familias» apunta Olga María Castro, madre de acogida desde 2004 y coordinadora de este programa en la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid.

Olga María Castro, coordinadora de «Vacaciones en Paz» en la localidad de Rivas-Vaciamadrid. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Desde hace décadas, miles de niños saharauis pasan los meses de verano en familias de acogida españolas, escapando del calor extremo de los campamentos (donde las temperaturas superan los 50 grados) y recibiendo atención médica y nutricional.

Este programa es más que ayuda humanitaria; es un intercambio cultural y afectivo que establece lazos personales irrompibles. Los niños, conocidos cariñosamente como los «embajadores» del Sáhara, regresan a sus jaimas con un español fluido y una profunda conexión con sus «familias españolas».

El cromo de Luis Enrique y «lo verde»

El programa de acogida estival ha marcado a varias generaciones. Jalil Mohamed recuerda su primer viaje en 1996 a Los Barrios en Cádiz. «Era la primera vez que veía la playa y el mar, esa inmensidad de agua sin fin». También destaca la «facilidad de integración y la atención que recibíamos de todo el pueblo».

Jalil Mohamed, representante del Frente Polisario en Marid, participó de niño en el programa «Veranos en Paz». BERGUÑO FERNÁNDEZ

Su mayor obsesión ese verano era «volver a los campamentos con el álbum de cromos de fútbol completo». Y se le iluminan los ojos al recordar cómo «se movilizaron todos los niños del pueblo para buscar el que me faltaba». Era el fichaje de Luis Enrique por el FC Barcelona. «¿Y lo conseguiste?», pregunta Andrés Sesmero deseando conocer el final de la historia. «Sí. Completé el álbum de la Liga 95-96 y lo llevé al Sáhara», recuerda Jalil con una carcajada y un punto de orgullo.

Para Sidi Talebbuia, su llegada a Sevilla en el año 1995 —cuando tenía ocho años— estuvo marcada por el impacto de «lo verde». Este abogado saharaui estuvo tres veranos acogido por una familia sevillana. En la capital del Guadalquivir también estudió Derecho y se dio cuenta de que era bético.

Más cerca – «Vacaciones en paz» para miles de niños saharauis

Sus recuerdos de infancia están ligados a «una ciudad con muchísimos naranjos y palmeras». Aquello fue un contraste radical para un Talebbuia acostumbrado al entorno desértico del que venía.

Olga María Castro, madre de acogida para más de 20 niños saharauis, cuenta las sorpresas que se llevan los pequeños a su llegada a la T4 de Barajas. «Las escaleras mecánicas es la primera vez que las ven, como las puertas automáticas».

Los primeros años, cuando no había luz ni internet en los campamentos, «los interruptores y los grifos eran las grandes novedades». En aquella época, recuerda Castro, «las familias comprábamos placas solares a los niños para que se las llevasen a sus padres al campamento y que pudieran tener iluminación».

De las cintas de casete al whatsapp

La evolución tecnológica ha cambiado drásticamente la acogida de los niños saharauis. Sidi Talebbuia explica que en 1997, cuando se quedó a estudiar en España, la comunicación con su familia era casi imposible. «Una vez cada cuatro o cinco meses, mi padre y mi madre iban a Tinduf para hacer una llamada cortísima al fijo de la casa de acogida debido al elevado coste de la tarifa internacional», recuerda el abogado.

Sidi Talebbuia estudió Derecho en Sevilla, donde llegó de niño con el programa «Veranos en Paz». BERGUÑO FERNÁNDEZ

La forma habitual de mantener la conexión era mediante «cintas de casete». Talebbuia recuerda cómo «grababa una serie de casetes y los enviaba con las familias que iban desde aquí». La respuesta le llegaba cuatro o cinco meses después junto con los carretes de las cámaras de fotos desechables para revelar y poder ver a sus seres queridos en papel.

Hoy, con la llegada de la luz, internet y los móviles a los campamentos, la comunicación es instantánea, «sobre todo por WhatsApp», dice Talebbuia quien confiesa guardar como oro en paño todas esas cintas grabadas con las que se comunicaba con sus familiares.

El otro gran pilar de intercambio entre ambas sociedades civiles es la Caravana por la Paz o la Caravana de Ayuda Humanitaria. Las asociaciones de toda España coordinan anualmente la recogida y envío de toneladas de alimentos, medicinas, material escolar y ropa.

Organizan convoyes que cruzan miles de kilómetros desde las capitales de provincia españolas hasta los remotos campamentos de Tinduf, demostrando un compromiso logístico y económico masivo.

Hace 15 años, las caravanas solidarias comenzaron a llevar coches con tracción a las cuatro ruedas (4×4) «que eran los únicos que se podían mover por la arena», explican Taboada y Sesmero. «Pero hace unos años que esto ha cambiado porque Argelia ha asfaltado las carreteras y ahora llevamos vehículos que nos pide la Media Luna RojaL ambulancias, minibuses… eso sí, repletos de ayuda humanitaria», apunta el vicepresidente de CEAS – Sáhara.

Los proyectos de cooperación son constantes. También existen los intercambios culturales como el del Festival Internacional de Cine FiSáhara. O el programa Madrasa Sáhara, una iniciativa de acogida temporal para estudiantes saharauis que permite su formación en España, dándoles la oportunidad de cursar estudios oficiales y obtener títulos académicos que no pueden conseguir en los campamentos de refugiados.

Actos organizados por el 50 aniversario del Acuerdo Tripartito de Madrid. CEAS – SÁHARA

«Todos los días hay un proyecto o una exposición o algo por el Sáhara,» asegura el activista Pepe Taboada, que comenzó «repartiendo octavillas» tras hacer el servicio militar el año 1975 en el Sáhara Occidental y enamorarse del pueblo que le ha dado su segunda nacionalidad.

El apoyo de la sociedad civil se mantiene activo y visible, especialmente en momentos clave. La manifestación anual de Madrid, que conmemora el aniversario de los Acuerdos Tripartitos el 14 de noviembre, es un hito de la solidaridad.

Andrés Sesmero, vicepresidente de CEAS – Sáhara y presidente de FEMAS, confirma la organización de eventos especiales en Madrid para el fin de semana del 14 y 15 de noviembre con motivo del aniversario. Los actos incluirán una concentración, una exposición fotográfica, presentación de libros y un concierto, manteniendo vivo el llamamiento a la población civil española.

Recordar, comprometerse y participar

Al final del encuentro mantenido en la sede de la Representación Saharaui para España con los cinco protagonistas que han hecho posible este reportaje, les pedimos que concreten cómo puede ayudar una persona que haya llegado leyendo hasta aquí.

Pepe Taboada lo tiene muy claro. «Que asistan a las movilizaciones y apoyen a las asociaciones». La manifestación principal tendrá lugar frente al Ministerio de Asuntos Exteriores el sábado 15 de noviembre a las 12.00 horas.

Andrés Sesmero dice que, además de asistir a la manifestación del sábado, «es un buen momento para conocer la realidad del pueblo saharaui y comprometerse con su causa y su lucha». Recuerda que habrá mesas informativas y eventos culturales con motivo del 50 aniversario «en Madrid y en casi todas las provincias».

Los protagonistas de este artículo durante el encuentro en la sede del pueblo saharaui en Madrid. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Olga María Castro sonríe antes de confesar que va a «barrer para casa» invitando a los lectores a que «consideren ser familia de acogida en el programa Vacaciones en Paz porque —argumenta— tu hogar puede ser para un niño saharaui el lugar donde descubra la playa, los árboles o el agua del grifo, como les pasó a Jalil y a Sidi».

Jalil Mohamed, como representante institucional, pide a los lectores «que se mantengan informados sobre la legalidad internacional». Y recuerda que el Frente Polisario «exige el reconocimiento diplomático», y que su movimiento de liberación actúa «sin forzar las condiciones y sin imponer, simplemente exigiendo que se cumpla la legalidad internacional».

“Que recuerden el drama de un pueblo que lleva 50 años en el puñetero desierto“

Sidi Talebbuia cierra con un rotundo: «Que recuerden». Que se informen para «combatir el desconocimiento» sobre la historia de la «salida en falso» de España del territorio saharaui, sobre los «más de 70.000 españoles que han sido privados de su DNI y condenados a ser apátridas«, sobre las «más de 300.000 personas que siguen viviendo en el exilio«, sobre el «casi medio millón que viven bajo ocupación«, sobre las «decenas que están siendo torturados en prisiones marroquíes simplemente por expresar su opinión», sobre las «más de 650 personas que continúan desaparecidas» pero, sobre todo, «que recuerden el drama de un pueblo que lleva 50 años en el puñetero desierto«.