Vivimos estos días el lanzamiento del nuevo disco de Rosalía como un acontecimiento universal, y también la botadura de la nao San Juan, ayer, como … otro momentazo para la historia. La épica de esas noticias ya las contamos en el periódico, pero en este rincón íntimo me quedo con la moraleja txikita que une los dos asuntos: los sueños, o así, se cumplen. Y perdón si queda ingenuo.

Hace ocho años, en 2017, la artista barcelonesa actuó en el Dabadaba, la brava sala donostiarra que sigue adelante como refugio de la música en vivo. Rosalía pesentaba ‘Los Ángeles’, su primer disco, acompañada del guitarrista (y tantas cosas más) Raül Refree. Apenas unas decenas de personas asistieron a un concierto que muchos de los asistentes siguen recordando como deslumbrante. Aquella mujer de solo 23 años mezclaba con talento el flamenco, el pop y el blues como un anticipo de su eclecticismo, ese que desborda ahora en ‘Lux’, el nuevo disco del que todo el mundo habla. Rosalía ya había actuado antes en la misma sala acompañando a su entonces pareja, C Tangana, en ‘Antes de morirme’. «Fue una de las únicas cinco o seis veces que cantaron juntos en un escenario», me cuenta Alex, uno de los incansables motores del Dabadaba.

Pero volvamos a esa noche de 2017 que Alberto Bonilla calificó con un nueve sobre diez en su crítica de Mondo Sonoro. Alex recomienda buscar en youtube el vídeo de la actuación en el que Rosalía canta ‘Es de noche’, un poema de San Juan de la Cruz que ya había interpretado antes Morente. Ya se intuía ahí sus inquietudes religiosas. Lleva casi un millón de reproducciones.

un joven Xabier Agote en una de sus primeras aventuras.

un joven Xabier Agote en una de sus primeras aventuras.

La Rosalía que pisó el Dabadaba quizás no sospechaba que solo ocho después viviríamos la salida de su nuevo disco como un evento mundial. Salvando las distancias, un donostiarra nacido en 1964 como Xabier Agote sí soñó desde joven que un día ‘volvería’ a la mar, gracias a su impulso, un ballenero vasco hundido hace cinco siglos. Agote, apasionado del mar y de sus historias, quedó deslumbrado en 1985 con la portada de National Geographic que contaba el caso de la nao San Juan y el hallazgo de sus restos en Canadá. Como un visionario imaginó la posibilidad de reconstruir ese barco con los métodos y materiales originales. El ‘sueño’ fue botado ayer en Pasaia, aunque aún faltan mástiles y velas y largos trámites antes de que el viaje de la nao hasta Terranova vuelva a ser realidad en el 2027.

Agote es un hombre tranquilo, a menudo tocado con txapela, buen conversador y terco, como sabemos quienes hemos seguido esta historia casi desde el principio. Desde que empezó el proyecto de Albaola Agote tuvo que luchar contra el escepticismo. Su fallida vinculación con Donostia 2016 aumentó las dudas. Al final fuimos entendiendo eso de que tan importante era el proceso como el resultado. Las dudas llegaron hasta el final, con las bromas sobre lo que podía ocurrir en la botadura. El San Juan flota y se prepara para recorrer el mundo. Como Rosalía. Los sueños se cantan y se navegan.

Elogio de los bares: zorionak, Bergara, por sus 75 años

Elogio de los bares: zorionak, Bergara, por sus 75 años

Los bares son nuestra red social, sin algoritmos, desde hace siglos. En el bar estaban ya todas las ‘aplicaciones’, con la intuición basica del ser humano, mucho antes que Steve Jobs y Mark Zuckerberg: en un bar uno se relaciona, hace terapia, liga o ahoga las penas. Mi elogio a los bares no es alcohólico, o no solo: también ahí los abuelos llevan a los nietos a tomar Cola-Cao o compartimos la tortilla que nos reconcilia con la vida.

Es una estupenda noticia que un bar cumpla 75 años, y siempre en manos del mismo clan familiar, generación tras generación. El Bergara de Gros los celebró esta semana y montaron una fiesta con ricas viandas y buenos vinos en la que, como siempre ocurre en los bares, fueron aún más importante los encuentros de las gentes que las bandejas. No faltó ni el punto emocional de la danza de Verdini ni la presencia de los históricos de la Real, «la quinta de Satrus» de la que habla siempre Félix Maraña, otro invitado y clásico de lo que él mismo llama «la república de la Zurriola».

El Bergara es también s ejemplo de cómo ha ido cambiando el mundo y nuestro pequeño mundo: la taberna original fue después pionera en la renovación del pintxo y hoy es espacio feliz donde conviven los japoneses con los lugareños.

mezquiaga@diariovasco.com