El día del lanzamiento de ‘Lux‘ me pilla de lo más inspirado: en Poblet, con la colega periodista Silvia Tarragona preparando un podcast sobre la vida monacal por la mañana; almorzando con el organista Nicolas Berndt, toda una autoridad en Bach; y … yendo a Lérida a disfrutar del bellísimo poema danzado que es ‘Alba’, del coreógrafo Aimar Pérez Galí. En resumen: me paso media jornada escuchando el disco en el coche. Cuando no estoy conduciendo, Rosalía se cuela en todas las conversaciones. Incluso con el jefe de Cultura de esta casa, Jesús García Calero, que me pregunta si desde la música clásica se puede decir algo del ‘Tema de los Temas’. Le respondo algo así como que me aguante el cubata, y me pongo a consultar con los colegas que tengo en común con ella: como estudió en la Escuela Superior de Música de Catalunya (ESMUC) son bastantes los conocidos que compartimos.
También le escribo a Tarragona, que a esas horas de la tarde ya está que no puede más con Rosalía y su marketing y sus cosas de superestrella y con todo el mundo analizando cada detalle, por nimio que sea, del disco de marras. Le suplico que le dé una oportunidad: «Silvia, por Dios, que ahí hay mucha música clásica, y música de la buena, no puede no gustarte». Le propongo un ejercicio: «Pasa un momento de ‘Lux’ y vete a ‘El mal querer‘ y piensa que el álbum está basado en una novela del siglo XIII, y que este disco lo hizo cuando no la conocía nadie, como trabajo de fin de grado en la ESMUC. Después te vas a ‘Motomami‘, que es completamente distinto: ‘La fama’ o ‘Bulerías’, por ejemplo. Y después de eso vuelves, ahora sí, a ‘Lux’ y escuchas la última, ‘Magnolias’. Luego me dices qué tal». Me responde que vale, que lo intentará. Mientras tanto, sigo recabando información y, sobre todo, escuchando el disco con el lápiz en la mano y con los mejores auriculares que tengo por casa.
En los créditos, veo un nombre que ya aparecía en otros discos, pero que ahora ha ganado papel: Caroline Shaw. En 2013 fue la persona más joven en ganar el Pulitzer de Música por su ‘Partita for 8 voices‘. Su talento la llevó a ser nombrada, por ejemplo, compositora residente en el Palau de la Música Catalana durante la temporada 2022-23. Con un pie en el pop y el resto del cuerpo y el cerebro en la tradición clásica, el perfil de Shaw deja muy clara la línea que quiere seguir Rosalía en este disco. También está Joan Albert Amargós, compositor catalán con una exquisita obra sinfónica y de cámara, profundo conocedor del flamenco y colaborador de figuras como Paco de Lucía, Camarón de la Isla y Miguel Poveda.
La excelente formación de la artista en la ESMUC y sus colaboraciones previas con músicos clásicos son la base de un sonido que sorprende solamente a los que no estuvieron atentos hasta ahora
De ‘Lux’ conviene fijarse mucho en la frescura y la aparente sencillez con las que Rosalía hilvana un discurso sonoro propio con elementos de tradiciones musicales de lo más diverso. Nada más empezar, con ‘Sexo, violencia y llantos‘ y, sobre todo, con ‘Reliquia‘, muestra un tratamiento exquisito del sonido: las incontables pistas superpuestas, la reverberación que contrasta con pasajes de sonido seco, el delicadísimo uso de los coros, la modificación de su propia voz e incluso efectos como los de pasar páginas de un libro.
Se aplica lo mismo a ‘La perla‘, la cancioncita aparentemente inocente que sucede a la opulenta y barroca ‘Berghain‘ con una letra que es una diatriba amplificada ad infinitum, precisamente, por esa apariencia sencilla. La versión de la petenera ‘Quisiera yo renegar‘ de la Niña de los Peines que encontramos en ‘Mundo nuevo‘ forma un estimulante díptico con la canción de nuevo cuño ‘De madrugá‘, y el tramo final, con ‘La rumba del perdón‘, el fado ‘Memória‘ y las ‘Magnolias’ son de otra galaxia. Son recursos que solamente podría integrar teniendo la sólida formación clásica que tiene.
Lo mejor es que todo eso ya estaba ahí, como mínimo, desde ‘El mal querer‘. En la ESMUC Rosalía había formado parte del coro de música antigua, cursó asignaturas sobre análisis musical, sobre gestión y escogió como instrumento complementario el piano. Con el Palau de la Música comenzó a colaborar en 2013, junto al Taller de Músics. Después, participó en ‘FlamenCAT‘, espectáculo educativo y familiar para introducir al público en el mundo del flamenco. Mucho más tarde llegaría su colaboración con uno de los coros de la casa en la versión de ‘Me quedo contigo‘ que arregló para ella un compositor contemporáneo al que admira, Bernat Vivancos.
El propio Vivancos, que asistió al estreno en Barcelona, publicó en sus redes uno de los análisis más lúcidos vistos estos días: «Oficio, Fe, Sinceridad, Experiencia». Añadía: «Escuchadlo de principio a fin, siguiendo el texto y en silencio». Justo lo que ha estado haciendo Silvia Tarragona, que por fin se ha rendido, unas horas más tarde: «Enganchada a Rosalía. Yo tenía mis reservas y tú me has hecho ver la Lux», me escribe.