El Real Valladolid sufre ese problema que César Luis Menotti veía en la selección nacional antes de que comenzase su etapa victoriosa en el nuevo siglo. «España tiene que decidir si quiere ser toro o torero», dijo con toda la razón del mundo. Era una época en que la selección alternaba periodos de fútbol aguerrido y de brega, con otros de toque y posesión, según el míster de turno y los jugadores con que contaba.
Al Pucela le pasa algo parecido, pero con las mismas piezas. Su bipolaridad lo convierte en imprevisible. Puede salir a tener el balón, moviéndolo de lado a lado como si fuese balonmano, hasta que le piten pasivo. Puede ser lánguido hasta la extenuación y que desde la banda pidan once cafés cargados. Puede esperar atrás para después salir mal, no salir o matar a la contra. Puede que le embotellen. Puede que embotelle al rival y repita la exhibición de la primera parte en Riazor.
El Pucela es una incógnita y ya es hora de despejarla para asirse a una personalidad definida. La que sea, pero una, para profundizar sobre ella y dejar de despistar a los quinielistas. Por poder, este Pucela es capaz de cambiar de la nada al mucho (no al todo) en 45 minutos. Bien lo sabe el Granada.
Es de esperar que esta victoria, en su primera remontada de la Liga, más el jogo bonito de La Coruña hasta la autoexpulsión de Marcos André, sirvan de faro a un equipo también necesitado de que a su entrenador no le atropellen los partidos. El lunes reaccionó en el descanso, tirando la hoja Excel a la basura. Su equipo lo agradeció.
En Cádiz los blanquivioleta experimentarán cómo es la vida sin Latasa. Y Almada también verá que sin él no se acaba este deporte. Alabar por su lucha y presión a un delantero que lleva un gol (de cabeza) en 37 tiros de campo es como destacar a un cocinero destajista al que se le quema la comida. No está ahí para echar horas, sino para sacar platos de calidad. O sea, el gol.
Igual el uruguayo se lleva una sorpresa y funciona mejor la solución alternativa, sea la que sea. Una posibilidad es que alinee arriba a Marcos André, que vuelve tras sanción, y Delgado como dúo de delanteros. Otra más conservadora (y real) pasa por dejar en punta solo al brasileño y por detrás a Chuki, en un dibujo 4-2-3-1.
Amath, tras su gol del lunes, es muy probable que se haga con el puesto de Biuk, sea cual sea la formación de salida, con Chuki o Delgado. En los demás puestos no se prevé más variación respecto al once inicial ante el Granada que la entrada de Tomeo por Javi Sánchez, quien está no lejos, sino a años luz, de su mejor forma.
Por lo tanto un once blanquivioleta en la Tacita de Plata, contando con su versión más conservadora a priori, puede ser el formado por Guilherme en la portería; Alejo, Tomeo, Torres y Bueno en defensa; Ponceau y Juric como mediocentros; Federico y Amath en los extremos; con Chuki de mediapunta y Marcos André como delantero centro.
Completan la expedición Aceves, Trilli, Javi Sánchez, Lachuer, Alani, Meseguer, Maroto, Biuk, Canós, Arnu, Delgado y Jaouab, que vuelve a las convocatorias y aún no ha debutado. Son baja por lesión Garri… y Latasa. Hay vida sin él. Ahora se trata de saber si es mejor o peor.