En la profunda transformación que ha iniciado nuestro país hacia una economía digital, descarbonizada y resiliente, nuestras empresas tienen todo un futuro por delante. El acelerado desarrollo tecnológico, el imparable proceso de digitalización y el viaje hacia la sostenibilidad están redefiniendo el modelo económico y … productivo a un ritmo vertiginoso. Un proceso que abre nuevas oportunidades para que nuestras compañías lideren a nivel europeo y global diferentes sectores de actividad (como están haciendo en las renovables, donde somos un referente mundial). Y una ocasión también para superar algunos de los males endémicos del país como la baja productividad, el escaso peso de la industria en el PIB, las elevadas tasas de desempleo (a pesar de que hayan descendido siguen siendo de las más altas de la OCDE) y los largos procesos administrativos.
Todo un desafío porque además hay que tener en cuenta que la transformación se está llevando a cabo en un contexto global de total incertidumbre con la guerra de Ucrania, la inestabilidad en Oriente Próximo, la política arancelaria de Trump que marca una nueva era del comercio sin fronteras y la eclosión de China que aspira a ser la gran potencia mundial y ya ha tomado la delantera en sectores clave como la inteligencia artificial, el coche eléctrico y en los minerales críticos fundamentales para el progreso tecnológico y la descarbonización.
En ese escenario verdaderamente incierto, España parte de una buena posición a la hora de afrontar esta gran transformación. Nuestro país «se encuentra en un momento de madurez económica que combina solidez, diversificación y proyección internacional. Nuestra economía ha demostrado una notable capacidad de adaptación ante escenarios de incertidumbre», afirman desde CEOE. Y como prueba de que somos solventes sirva los datos que aporta Nino Herrería, responsable de Estrategia y Consultoría en Accenture: «El crecimiento de nuestro país previsto para 2026 se sitúa en el 2%, por encima tanto de la zona euro (1%) como de Norteamérica (1,7%), lo que refuerza nuestra capacidad como sociedad de liderar el progreso y desarrollo los próximos años».
Líderes en renovables
Gracias a nuestro sol y viento, somos campeones en el desarrollo de renovables, no solo por la capacidad que tenemos instalada de energías limpias (85,1 GW en total en 2024, lo que nos sitúa como la segunda potencia europea, por detrás de Alemania 161 GW), sino también porque nuestras empresas saben diseñar, construir, operar y mantener parques eólicos y plantas fotovoltaicas de todo tipo en cualquier parte del mundo. En los rankings internacionales estamos siempre ocupando posiciones muy destacadas entre las diez potencias mundiales en renovables y en Europa somos líderes en fotovoltaica. «Esta fortaleza ofrece la posibilidad de convertir a España en un exportador neto de energía verde dentro del mercado europeo», apunta la CEOE.
Aunque nuestra industria renovable afronta nuevos retos. En 2024, sufrió un estancamiento por segundo año consecutivo, como destaca un reciente estudio elaborado por Deloitte para la patronal Appa Renovables. Si bien las fuentes limpias alcanzaron el año pasado un hito histórico al generar el 56,8% de la energía consumida en el país, se resintieron por la caída de los precios del mercado eléctrico. Y este año, desde el apagón el 28 de abril, los vertidos técnicos y económicos a la red (que limitan la producción de estas instalaciones o la paran) se han disparado de forma exponencial reduciendo la rentabilidad de las plantas. Así que impulsar la electrificación, desplegar el almacenamiento, promover la gestión activa de la demanda y reforzar las redes eléctricas son los retos que tiene por delante nuestro sector renovable para seguir siendo referente mundial, amén de desarrollar la futura industria del hidrógeno verde, otra tecnología en la que también aspiramos a ser los líderes del planeta. «España puede asumir un papel destacado a nivel global en energías renovables y la transición energética en toda la cadena de valor de grandes proyectos (hidrógeno, eólica offshore, centros de almacenamiento…)», asegura Herrería.
Digitalización
La digitalización es otra de nuestras fortalezas. España «ha avanzado significativamente en infraestructuras digitales, conectividad y digitalización del tejido empresarial, situándose a la cabeza a nivel europeo», afirma Francisco Hortigüela, presidente de la patronal de nuestra industria digital, Ametic. Según los datos de esta asociación, este sector ya representa cerca del 26% del PIB y crece a un ritmo del 7,4% anual.
España ocupa el puesto 14 en el ranking de innovación de la UE, un puesto alejado del peso de nuestra economía
Es un pilar fundamental de la nueva economía hacia la que caminamos con consecuencias muy positivas, como subrayan desde CEOE: «La incorporación de estas tecnologías puede contribuir a mejorar la eficiencia y la productividad de las empresas, especialmente en sectores tradicionales que históricamente han mostrado menor capacidad innovadora. La digitalización permite optimizar recursos, reducir costes y aumentar el valor añadido de los productos y servicios, reforzando así la competitividad de la economía española en los mercados internacionales».
Suficientes motivos para que sea un ámbito al que se están destinando gran parte de los fondos Next Generation. De hecho, el informe de la Comisión Europea (‘La Década Digital 2025’) destaca que España dedica el 26% de los fondos del Plan de Recuperación a la digitalización. En total, 40.400 millones de euros. Más otros 5.000 millones que han salido de los fondos de Cohesión.
Podemos presumir de ser «el país con mayor despliegue de fibra óptica por habitante en la UE, con más del 90% del territorio cubierto por la alta velocidad. Además, contamos con un gran avance en 5G, superando el 85% de cobertura en zonas urbanas, y un sistema tecnológico sólido, respaldado por la presencia de grandes centros de innovación digital», considera Nino Herrería.
Sin olvidar, los esfuerzos que se han realizado para atraer inversiones como las de las grandes tecnológicas mundiales (como Amazon, Microsoft, Google y Meta) que levantan nuevos centros de datos en regiones como Madrid, Barcelona y Aragón, convirtiendo así nuestro país en un gran hub de la comunicación para el sur de Europa. Otro de nuestros puntos fuertes.
71.366 millones de euros ya se han desembolsado de los fondos Next Generation, según la CEOE, es decir el 43% de lo asignado
Además, la Comisión Europea subraya que España ya es el tercer país del continente con mayor número de nodos ‘edge’ (301). Y recuerda nuestra decidida apuesta por desarrollar una futura industria de la microelectrónica y los semiconductores a través del Perte Chip dotado con 12.250 millones de euros hasta 2027. O el compromiso para desarrollar un avanzado ecosistema de computación cuántica a través de la Estrategia de Tecnologías Cuánticas lanzada este año y con innovadores proyectos como el ordenador Quantum Spain y el Rydberg Atoms. La CE incluso pone en valor nuestra activa participación en Proyectos Importantes de Interés Común Europeo (IPCEI) relacionados con chips, fotónica, microelectrónica, infraestructuras y servicios en la nube.
Sectores avanzados
Donde más avanzados estamos en digitalización es en «sectores con una base tecnológica fuerte o con exposición más directa a la competencia internacional: telecomunicaciones, servicios financieros, energía, turismo y automoción», apunta Hortigüela. Y mejoramos en sanidad, logística y educación con soluciones basadas en IA, análisis de datos y automatización. Pero tenemos un punto flaco: «Otros sectores, como la construcción y la industria manufacturera, avanzan a un ritmo más lento, condicionados por el tamaño de las empresas, las limitaciones de inversión o la escasez de talento especializado», añade.
Las pymes, que representan el 99% del tejido productivo (son 2,9 millones), son el gran desafío digital. Para la Comisión Europea estas pequeñas y medianas empresas están rezagadas. Aunque iniciativas como el Kit Digital han contribuido a que miles de ellas (700.000) den el primer paso en el entorno digital, «con soluciones tecnológicas para la gestión del día a día, el marketing o la ciberseguridad. El reto no termina aquí. La siguiente etapa debe centrarse en avanzar hacia una digitalización más profunda y estratégica que permita a las pymes integrar tecnologías avanzadas de manera efectiva y a largo plazo», dice Hortigüela.
En el Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI), un informe de la Comisión Europea que evalúa la digitalización de los países de la UE, el porcentaje de pymes españolas con al menos un nivel básico de intensidad digital está ligeramente por encima de la media de la UE (74% frente al 73%). Sin embargo, se encuentra todavía lejos de alcanzar al 90% de las pequeñas empresas como es el objetivo para 2030. «Es fundamental consolidar la digitalización de las pymes y los sectores tradicionales, adaptando las políticas públicas y los instrumentos de apoyo a sus necesidades reales. Al mismo tiempo, debemos apostar por el desarrollo y la adopción de tecnologías habilitadoras, como la inteligencia artificial, que marcan la diferencia competitiva en la nueva economía global», propone Hortigüela.
Talento
Para hacer posible la nueva economía digital y descarbonizada existe una pieza clave por encajar en el puzle: el talento. Y en este punto también flaqueamos. Faltan especialistas en TIC. Suponen el 4,7% de la población ocupada en nuestro país, una cifra inferior a la media de la UE (5%), y que hay que mejorar pues la CE tiene por objetivo que representen el 8% de la masa laboral en 2030. Las previsiones de diversas consultoras estiman que se necesitan 1,2 millones de profesionales digitales más hasta finales de la década para alcanzar los objetivos de digitalización. Al fin y al cabo las nuevas tecnologías se están introduciendo en todas las áreas operativas de las empresas y de la sociedad.
También hay sequía de talento en el empleo verde. La Guía del Mercado Laboral 2024 de Hays revela que al 85% de las empresas del sector les cuesta encontrar perfiles cualificados. Las estimaciones apuntan que ‘lo renovable’ es un filón de puestos de trabajo para el futuro. El propio Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) prevé un aumento del empleo ‘verde’ entre 253.000 y 348.000 personas por año. «Es la gran oportunidad de desarrollar talento para convertir España en un referente europeo de nuevas tecnologías y economía verde. Tanto en el refuerzo de los programas universitarios y de formación profesional como en programas empresariales de re-skilling de empleados», cree Herrería. Este capítulo tiene otra lectura: la nueva economía podría reducir las elevadas tasas de paro, un mal endémico, como apuntan desde CEOE: «El impulso a una economía más verde y tecnológica abre nuevas oportunidades laborales en campos como las energías renovables, la ingeniería de datos, la ciberseguridad o la gestión medioambiental. Si este proceso se acompaña de políticas adecuadas de formación y reciclaje profesional, puede contribuir a reducir las altas tasas de paro estructural, favoreciendo la creación de empleo de mayor calidad y estabilidad. En este sentido, la formación continua y la capacitación digital de los trabajadores serán elementos esenciales para asegurar una transición inclusiva y sostenible».
En nuestro futuro, la innovación es un campo que hay que cultivar mucho más de lo que se hace ahora. Aunque en el ranking de innovación de la UE hemos mejorado, ya que hemos pasado de la posición 16 a 14, no es el lugar que se corresponde con nuestro potencial económico. De hecho, en esa lista Estonia, Chipre y Eslovenia, con rentas per cápita menores a la nuestra, están más adelantados. Y eso que el gasto en I+D en España ha crecido a lo largo de los años. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se invirtió en este concepto 22.379 millones de euros en 2023, lo que supuso un aumento del 15,8% respecto al año anterior. Dicho gasto representó el 1,49% del PIB (en 2012 era el 1,29%). Las empresas fueron las que más invirtieron en innovación (el 56% del total), seguidas de la enseñanza superior (25%) y la administración pública (17%).
Somos un país además con espíritu científico y cantera para alentar la innovación. España mantuvo en 2024 el noveno puesto mundial por el volumen de producción de publicaciones científicas, según el Scimago Journal & Country Rank (SJR). Y superamos la media de la OCDE en titulación superior para los jóvenes (25-34 años), con un 53% de titulados frente al 48% de la OCDE.
«España dispone de una buena base científica, empresas competitivas y una infraestructura avanzada. Para potenciar aún más la innovación, es clave fortalecer la conexión y colaboración entre universidades, empresas, capital privado y administración, así como seguir impulsando la inversión en I+D+i y el desarrollo de talento especializado. Superar la fragmentación empresarial y las barreras regulatorias permitirá aprovechar mejor el potencial innovador del país», cree Nino Herrería.
Industria
En nuestro presente con mirada hacia el futuro también debemos dar un fuerte impulso al desarrollo de una industria 4.0 que tenga mayor peso en el PIB. «Debe considerarse una prioridad estratégica», propone la CEOE. «Una industria modernizada, basada en la automatización, la economía circular y la innovación tecnológica, no solo generará empleo estable y cualificado, sino que también actuará como motor tractor para otros sectores, impulsando la inversión y las exportaciones», dice la CEOE.
Contamos con una industria potente en automoción, en el sector químico y en el alimentario. Y surgen nuevas oportunidades. Por ejemplo, nuestro sector aeroespacial se está posicionando para despegar a los confines del universo con el impulso de la recién creada Agencia Espacial Española (AEE), un Perte Aeroespacial que movilizará unos 4.500 millones de euros y el compromiso del Gobierno de elevar el gasto en Defensa. Como dato: ya contamos con toda la cadena de valor para fabricar y operar satélites.
También podemos sacar músculo «en turismo por su peso económico, en banca por sus avances recientes en IA, en energía por contar con compañías referentes en la transición energética, en telecomunicaciones por su consolidación avanzada al resto de Europa y en gran consumo, donde contamos con grandes referentes en moda y alimentación», considera Herrería.
Fondos europeos
Una transformación que se está gestando con el impulso de los fondos Next Generation a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, dotado con 163.000 millones de euros. Según la CEOE, «en los últimos cuatro años, se han desembolsado 71.366 millones, lo que supone el 43,7% del total de los fondos asignados a España». Pero «el ritmo de recepción de esos fondos sigue sin ser el esperado, con retrasos evidentes en el calendario de pagos parciales. Esto ha conllevado un retraso en la presentación, adjudicación e implementación de los proyectos financiados con los fondos, algunos de gran envergadura», dice la patronal. «Persisten retrasos administrativos -añade Herrería-, desigualdades territoriales y lentitud en la llegada del dinero a pymes y beneficiarios finales, lo que limita su impacto estructural. Su éxito dependerá de acelerar la ejecución real y orientar mejor las inversiones hacia la innovación, productividad y cohesión territorial». Se abren así nuevos horizontes de oportunidades para el futuro de nuestras empresas.
Las startups, a la espera del estirón definitivo
El ecosistema de startup español camina con paso firme hacia su madurez, aunque se tambalea cuando se trata de dar el gran salto para que estas pequeñas empresas se conviertan en scaleups que reúnen, al menos, un millón de dólares, o en unicornios, valoradas en más de 1.000 millones de dólares.
Es el punto flaco de nuestro entorno emprendedor innovador: conseguir financiación para las rondas de inversión de mayor tamaño. Aunque en los últimos tiempos parece que está despertando un apetito inversor que busca rondas más grandes, como demuestran los datos del Observatorio de Startup de la Fundación Bankinter: solo en el primer semestre de este año las startup españolas levantaron más de 2.000 millones de euros, un 23% más que en el mismo periodo de 2024. Hay mayor interés en las fases maduras de las startups, ya que las rondas Serie C y Growth captaron más de 1.500 millones de euros, el 78% del todo lo invertido en este tipo de empresas.
«El ecosistema español de startups ha alcanzado un nivel de madurez alto en su base emprendedora y en la etapa inicial de financiación, situándose entre los cinco más dinámicos de Europa, junto a Reino Unido, Francia, Alemania y los Países Bajos, aunque con una estructura diferente: más empresas, con menor ticket medio. En los últimos años experimentamos un crecimiento por encima de la media europea, con un volumen de inversión récord en 2025, una red de hubs regionales consolidados (Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Bilbao) y un tejido creciente de incubadoras, aceleradoras y fondos especializados», expone Nacho Pinedo, fundador y CEO de ISDI (Instituto Superior de Desarrollo Digital).
Iniciativas como la ley de startup y entidades públicas, como la Empresa Nacional de Innovación (Enisa) y el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI), «han mejorado el marco fiscal, el acceso a financiación y la atracción de talento. Estos factores han propiciado un crecimiento sostenido del capital riesgo: en los últimos cinco años, la inversión de venture capital se ha multiplicado por más de tres y la participación extranjera ha traído profesionalización», opina Pinedo. El reto está en mejorar en el acceso a las grandes rondas de financiación. Para ello, Pinedo propone «fomentar la creación de fondos de crecimiento (Series B y C) con participación nacional e institucional, para que las empresas no dependan del capital extranjero. Aumentar los grandes exits y casos de éxito locales: Cada venta o salida significativa (como Cabify, Glovo) genera un efecto multiplicador: libera talento, capital y confianza en el ecosistema. Y reducir la burocracia y los tiempos para constituir empresas».