El 20 es la marca del nuevo Gran Hermano. Vigésima edición del reality por excelencia que ha llegado a Telecinco para entretener a la audiencia como viene haciendo desde hace ya más de un cuarto de siglo. Imposible que a los más seguidores del formato no se les despierte la nostalgia al ver el famoso ojo del logotipo o escuchar su inconfundible sintonía. La revisión del pasado que nos traslada a tantos exparticipantes de la vida en directo que gozaron de inconmensurable popularidad.

Algunos la mantienen, reconvertidos en personajes mediáticos de hoy y de siempre. Véase el caso de la polémica Aída Nízar, de la quinta edición, que en el después de su experiencia en el concurso acabó en otros tantos realities. Incluso en Italia y Chile. No obstante, otros tantos de los que compartieron convivencia con ella han acabado en un segundo plano. Y no porque no tuvieran oportunidades, ojo. Para muestra, uno de esos nombres que quizás despierte algún que otro recuerdo dormido: el de Ainhoa Pareja.

El paso de dejar los platós
De la televisión al anonimato elegido y un cambio de rumbo hacia la serenidad

Su fuerte carácter y su historia de amor con Pepe Herrero, ganador de GH7,  surgida en Gran Hermano: El reencuentro –una edición especial que mezcló a participantes de diferentes años– marcaron una presencia en pantalla recordada por enfrentamientos y pasiones cruzadas. Como sucedía en la época, al abandonar Ainhoa la casa vio como su popularidad creció a ritmo de bolos, entrevistas y portadas. Hasta el punto que durante años fue rostro recurrente de otros programas de la cadena, como A tu lado a Crónicas marcianas, y llegó incluso a protagonizar la portada de la extinta revista Interviú. No obstante, el brillo mediático terminó por apagarse con la misma intensidad con la que llegó.

Su relación con Herrero se quebró dos años después de iniciar el noviazgo. Una ruptura que las cámaras también siguieron de cerca, mientras la madrileña emprendía su camino en solitario. “Pepe es frío y reservado, y no me dio el cariño que yo necesitaba”, confesó en una entrevista por la época. Poco más, y tras ese tiempo de foco, Ainhoa optaría por dar un paso hacia el segundo plano. Lo mediático pareciera haber perdido el sentido y empezó a buscar una vida con menos fulgores y más calma. Quietud que encontró lejos de los platós, pero cerca del olor de todas las flores que hoy la rodean.

Ainhoa se casó en 2021 con Txema, su chico.

Ainhoa se casó en 2021 con Txema, su chico.

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Nuevos horizontes
Casada con un trotamundos y al frente de una floristería en Fuenlabrada

Sí, flores, porque a día de hoy su vida poco tiene que ver con aquella joven de verbo rápido y temperamento volcánico. Vive en Fuenlabrada y está casada con Txema Marbel, un donostiarra amante de los viajes y del deporte que se define como trotamundos y triatleta amateur. Juntos gestionan una floristería bautizada como NOATURAL, abierta en 2020. Y según han venido mostrando en redes sociales, el proyecto nació de su amor compartido por la naturaleza y por las pequeñas cosas que florecen despacio.

El negocio, que comenzó como tienda online, se ha convertido en un espacio de referencia en su barrio. Allí crean desde ramos nupciales hasta arreglos para celebraciones y encargos personalizados. Ella misma suele publicar en redes las composiciones florales que prepara, llenas de color y armonía. 

Ainhoa, con una de las creaciones florales de su negocio.

Ainhoa, con una de las creaciones florales de su negocio.

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Vida en calma
Feng shui, meditación y tres perros como compañeros de viaje

Se extrae de su presencia digital que la serenidad de quien ha aprendido a mirar sin prisa se impone en sus rutinas. Vive rodeada de sus tres perros, Lola, Mou y Pícara, a los que acuña su familia peluda, a la par que se reconoce practicante de la meditación y de la disciplina del feng shui, que busca ordenar y limpiar los espacios para optimizar el flujo de energía. “Sonríe y ponte flores”, reza su biografía de Instagram, donde acumula más de 2.000 seguidores. Filosofía sencilla que ahora opaca cualquier atisbo de sus días como rutilante estrella de la telerrealidad.