Tener un sable láser real es el sueño húmedo de cualquier fanático de Star Wars. Desde hace décadas, los devotos del proyecto mastodóntico de George Lucas no solo han fantaseado con la posibilidad de recorrer cualquier punto de la galaxia, sino que una parte de dichas fantasías han estado centradas en tener su propio sable láser. Por desgracia, la tecnología (y la evolución de la misma) lo deja claro: es un sueño imposible.

De primeras, un sable de luz real requeriría la capacidad de concentrar kilovatios a megavatios en una hoja corta y estable. Por ello, el plasma necesitaría confinamiento magnético intenso, ya que la luz ni se detiene ni colisiona consigo misma. Así, cortar acero a nivel industrial requiere láseres de 4-24 kW y gases de asistencia, pero la cifra asciende hasta los 12-24 kW en el caso de las máquinas comerciales. Por ello, el problema no esta en el coste, sino en la seguridad.


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Si lo analizamos de forma frívola y obviando lo improbable que es lograr esta hazaña, hemos de dejar a un lado la energía por coste: según estimaciones para, por ejemplo, acero dulce de 6-12 mm, hablaos de un radio de 3,5-6,5 kWh por pieza, unas cifras que se alejan de cualquier fuente portátil de bolsillo. A precios eléctricos europeos no domésticos (0,19€/kWh de media), un único corte de 3,5 kWh cuesta cerca de 0,67 céntimos. No obstante, calcular mirando el coste no tiene sentido alguno, ya que el problema reside en la capacidad de empaquetar la potencia mientras se prioriza la seguridad.

La tecnología no ha avanzado lo suficiente

El acero se funde entre 1.370 ºC y 1.540 ºC, pero también habría que tener en cuenta el calentamiento sensible, el calor de fusión y las pérdidas provocadas por aspectos como la conducción o la oxidación. Además, el aumento de la potencia pico requiere más masa térmica, razón por la que las baterías de ion de litio comerciales podrían ser una posibilidad para crear un equipo portátil con las características de un sable láser. Por desgracia, dicha opción se diluye en cuestión de milésimas de segundo.

En la actualidad, estas baterías entregan entre 100 y 265 Wh/kg y, aunque las investigaciones apuntan a lograr rangos que oscilen entre 300 y 500 Wh/kg, trabajar con una conversión de minutos a kilovatios implica operar con paquetes tan voluminosos como pesados. Además, el plasma en forma de hoja de espada necesita campos magnéticos fuertes y fuentes comprimidas, razón por la que la escala de dispositivos de confinamiento serios ilustra la falta de viabilidad portátil del proyecto.

A todo lo citado, también debemos añadir que un haz capaz de cortar es Clase 4, una etiqueta que marca un peligro tanto para los ojos como para la piel por la reflexión difusa. Por ello, su uso se limita a áreas controladas, con una serie de blindajes y procedimientos estrictos, razón por la que plantear el uso de un sable láser fuera de estos espacios no solo sería ilegal, sino también muy peligroso. Así, la existencia de normas IEC 60825 y varias guías exigen resguardos, interbloqueos, señalización y procedimientos específicos.

Despídete de tu sable láser

De esta forma, no es posible contemplar ningún escenario en el que podamos crear un sable láser real que sortee todas las barreras físicas y legales. Sin embargo, esto no implica que no se puedan estudiar alternativas reales que, a pesar de que no se acercan a la espectacularidad de los combates de Star Wars, sirven para hacernos una idea de cómo podríamos trabajar en una segunda opción:

  • Las cortadoras láser o de fibra industriales (4-24 kW) con ópticas, gases y mesas CNC. Aunque son precisas, son voluminosas y, por ende, son aparatosas a la hora de controlar y entrañan riesgos relacionados tanto con su tamaño como con las restricciones de operación.
  • El plasma portátil es una opción en equipos manuales como, por ejemplo, modelos de 30 kW que cortan 50 mm con velocidades modestas. Aún así, no se acercan a Star Wars, ya que no se pueden «chocar» con las hojas de otros equipos similares.


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Así, si queremos dirigirnos a un futuro en el que los sables láser son una realidad, hay que poner el foco sobre las mejoras en baterías de alta descarga, el control térmico y la investigación de ópticas robustas que ayuden a mejorar las herramientas portátiles. Sin embargo, ni siquiera un avance ambicioso en este campo garantiza que seamos capaces de crear una «espada» que se detenga al colisionar contra otras como sucede en el universo de George Lucas.

A grandes rasgos, una hoja luminosa sólida capaz de colisionar es inviable. De hecho, la existencia de un cortador portátil seguro y empuñable sin herramienta no solo choca de forma frontal con normas Clase 4, sino también con el sentido común. Por ello, a pesar de que es un sueño para millones de personas, la evolución tecnológica y la ciencia nos dicen que nunca podremos llegar a ver un sable láser real.

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