Ridley Scott es un genio absoluto, pero a la hora de poner títulos podría haber mejorado un poco: ¿O es que acaso imagináis a Sigourney Weaver en una saga con un título así de ridículo?

Si os hablo del Dune de Alejandro Jodorowsky, es posible que a algunos os entren temblores. Es normal: se trata de uno de los proyectos más malditos de la historia del cine, cuyo guionista, Dan O’Bannon, se llegó a ir a París medio año para adaptarlo a su gusto… Y, al volver, se encontró sin dinero ni trabajo, viviendo en el sofá de un amigo. Ante la necesidad, cogió un guion antiguo, lo maquilló un poco y consiguió vendérselo a Fox. ¿El resultado? Quizá os suene: una pequeña película conocida como Alien.

Crack, figura, bestia

El guion original se llamaba Memory, y no aparecía ningún monstruo: eran los astronautas parando en mitad de la nada en el espacio por un motivo extraño. Sin embargo, su amigo, Ronald Shusett (el que le estaba dejando el sofá) le sugirió que lo mezclara con otro de sus guiones, en el que unos monstruos se infiltraban en un avión de la II Guerra Mundial. Este guion, que contenía múltiples referencias a la palabra «alien» se llama, efectivamente… Star Beast.

A O’Bannon le gustaba tan poco ese nombre que decidió cambiarlo, ahora sí, a Alien: más simple y pegadizo, sin duda. Poco a poco, trabajando en el guion, se fueron creando los personajes a raíz de una escena en la que el alien en cuestión emergía del pecho de uno de los astronautas. ¿El problema? Al principio solo se interesaba por él Roger Corman, que quería hacer una película de serie B al escuchar que el propio guionista hablaba de ella como «Tiburón en el espacio». Siendo honestos, yo también querría ver esa película.

Fox

Finalmente lo consiguieron, aunque no sin llevar el guion de nuevo a talleres: allí se incluyó a Ash, el androide, se hizo el diálogo más natural y se recortaron varias escenas excesivamente largas. El último guion, de hecho, estuvo escrito en exclusiva por David Giler y Walter Hill, pero se le dio crédito total y absoluto a O’Bannon… que ya no tuvo que volver a dormir en el sofá de ningún amigo. En el espacio nadie puede oírte contar billetes.