Parece que fue ayer pero Concéntrico, el festival que invita a reflexionar sobre la ciudad a través de la arquitectura y el diseño, ya va por su décima edición. Diez años poniendo a Logroño en el mapa del debate contemporáneo con la experimentación como bandera.
Para celebrarlo, sale a la luz una publicación que no se limita a documentar las más de 150 intervenciones sino que va más allá. El volumen recoge ideas y reflexiones sobre cómo, a través del ensayo, se pueden vislumbrar formas alternativas de habitar la ciudad.
Una interesante conversación entre Javier Peña Ibáñez y Nick Axel abre el libro. Los editores sitúan al lector con intervenciones no exentas de crítica. Otro mundo es posible, o al menos, otra ciudad. «En los últimos diez años, las ciudades han cambiado de manera radical y la gestión de estos cambios ha sido bastante mala», apunta Nick Axel. «En muchos sitios se ha excluido a los arquitectos del debate o de la toma de decisiones».

El proyecto 111 Farolas, de Bayona Studio, condensa farolas sobrantes en un círculo de 18 metros.
Concéntrico
Desde hace una década, Concéntrico ha sido un espacio vibrante de experimentación que ha reunido a algunas de las figuras más destacadas en los campos de la arquitectura, el arte urbano y el diseño. «Creando instalaciones efímeras, Concéntrico obliga a la ciudad a entrar en el debate y a que los arquitectos formen parte de él», sigue reflexionando Axel.
«Al mismo tiempo, Concéntrico tiene una ética que me parece absolutamente fundamental, y es que empodera a la gente», cuenta. «El hecho de que podáis llevar a cabo tantas instalaciones en espacios públicos demuestra a la gente que las cosas pueden ser de otra forma», le dice a Javier Peña.
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«Cuando empezó el festival, me interesaban las ideas de participación, el descubrimiento de formas alternativas de la práctica espacial urbana que pudieran establecer conexiones más estrechas entre las ciudades y sus habitantes», revela Peña. «Concéntrico nació como una manera de entablar conversaciones y ahondar en el debate con otros arquitectos, artistas y diseñadores«.

Sam Chermayeff Office crea un escenario doméstico en el espacio público.
Concéntrico
Al mismo tiempo, a Javier Peña le rodaba la idea de que había muchos tipos de festivales –fotografía, música, arte, teatro, danza…– pero muy pocos de arquitectura y diseño. «Todos vivimos en ciudades, en arquitectura, en diseño, pero la verdad es que mucha gente ignora, o no tiene acceso, al conocimiento sobre cómo se hacen esas cosas, y sobre algo quizá más importante: cómo se pueden cambiar».
«No es algo que se enseñe en las escuelas. Se podría decir que intentamos ayudar a que la gente entienda las cosas desde el punto de vista de un arquitecto, o al menos con esa manera que tienen los arquitectos de ver el espacio como algo cambiante. Queremos darle a la gente la oportunidad de imaginar futuros nuevos y usos nuevos para las ciudades. Hay que darle a la gente los instrumentos necesarios para entender qué quiere», concluye.
A lo que Nick Axel añade: «Aunque el festival solo dure una semana, para el ciudadano ver cambiar su ciudad –ver que los sitios por los que pasa a diario se convierten en algo totalmente distinto, aunque solo sea una vez al año– tiene algo de liberador», dice.