Gandia

Cada vez más personas recurren a los llamados pinchazos para adelgazar, medicamentos inyectables que prometen una pérdida de peso rápida y efectiva. Sin embargo, su uso sin control médico ha encendido las alarmas entre profesionales de la salud.

La doctora, Mayka Mafe, especialista en Medicina Interna, recuerda que la obesidad es una enfermedad, no una cuestión de voluntad: “Debemos dejar de lado las antiguas creencias de que la obesidad se debe a una falta de fuerza de voluntad o a que la persona come demasiado. La obesidad es una enfermedad sistémica que produce inflamación a nivel de los órganos y puede ser el origen de patologías como la diabetes o la hipertensión”, explica.

Mafe destaca que el 60 % de la población española sufre sobrepeso u obesidad, una cifra que también crece de forma alarmante entre la población infantil. “Probablemente esto se deba al abandono de la dieta mediterránea y al sedentarismo”, afirma.

Ozempic, el tratamiento de la diabetes a fenómeno global

Ozempic, desarrollado por la farmacéutica danesa Novo Nordisk en 2012, tiene como principio activo la semaglutida, una sustancia que imita la acción del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), conocida como la hormona de la saciedad. Este compuesto ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre y a reducir el apetito, ya que retrasa el vaciamiento gástrico y provoca sensación de saciedad durante más tiempo.

Aunque fue creado para tratar la diabetes tipo 2, los estudios clínicos demostraron que también favorece una importante pérdida de peso, lo que disparó su uso en personas con obesidad. Su popularidad se ha multiplicado debido a su presencia en redes sociales, donde influencers lo presentan como una solución rápida para adelgazar.

“El problema es que se han utilizado fuera de ficha técnica y sin receta médica. Incluso ha habido desabastecimiento para las personas con diabetes, porque se vendían sin control”, advierte Mafe.

Efectos secundarios y necesidad de control sanitario

A pesar de su eficacia, el personal sanitario recuerda que estos fármacos no son inocuos. Entre sus efectos secundarios más frecuentes se encuentran náuseas, vómitos y diarrea, y en casos más graves, hipoglucemias, pancreatitis o incluso un aumento del cáncer de tiroides.

“Su uso sin indicación médica conlleva riesgos. Hay que valorar el índice de masa corporal y las condiciones del paciente. No se pueden usar porque a alguien le sobren cinco kilos”, subraya Mafe.

La especialista insiste en que el tratamiento de la obesidad debe ser personalizado y multidisciplinar, combinando dieta, ejercicio y, solo en algunos casos, medicación bajo supervisión médica.

“La lucha de los grupos científicos es conseguir que los medicamentos aprobados para la obesidad estén financiados, pero su uso debe ser siempre bajo control profesional”, añade.