Desde una reseña de Micropsia Cine detallaron cómo sin buscar una modernización explícita, Del Toro vincula el mito de Shelley con las inquietudes contemporáneas: desde los debates sobre la inteligencia artificial hasta la constatación de que el verdadero peligro a menudo no reside en la tecnología en sí, sino en las mentes que la manejan. La diferencia en cómo la criatura evoluciona, verbal y emocionalmente, al interactuar con Víctor Frankenstein (Oscar Isaac) en comparación con otro personaje clave deja clara la postura de Del Toro. La apariencia importa, pero no tanto como la forma en que nos tratamos unos a otros. Eso, más que la materia orgánica o la tecnología, es lo que nos define como humanos.