Ana Obregón es una de las grandes embajadoras de Mallorca, donde veranea desde hace cincuenta años en la Costa de los Pinos. Para la bióloga y presentadora, esta mansión representa mucho más que una simple casa de verano; es un auténtico refugio personal donde ha experimentado momentos de alegría y tristeza, pero donde siempre ha encontrado confort y tranquilidad. Ahora la actriz disfruta de esta emblemática mansión junto a su nieta Ana Sandra, continuando así con una tradición familiar que se remonta a varias décadas.

La propiedad, que cuenta con más de 1.000 metros cuadrados de construcción sobre un terreno de 8.000 metros cuadrados, fue edificada por Antonio García Fernández, padre de Ana Obregón y reconocido empresario y constructor. Tras el fallecimiento del patriarca, la mansión pasó a manos de sus herederos, entre los que se encuentra la popular presentadora. Ubicada en un enclave privilegiado, esta residencia ha sido testigo de numerosos posados veraniegos de la polifacética Ana Obregón, tanto en su salida privada a la playa como en la piscina del chalet.

De hecho, muchas de las icónicas fotografías estivales de la presentadora tienen como escenario este paradisíaco rincón mallorquín, convirtiéndose en imágenes que han marcado época en las revistas del corazón españolas durante décadas. El nombre de esta espectacular propiedad no es casualidad. ‘El Manantial’ debe su denominación a una particularidad que la hace única en toda la urbanización: es el único terreno que dispone de pozo de agua propio con una calidad excepcional. Este detalle, que podría parecer anecdótico, representa una ventaja considerable en una isla donde el agua es un bien preciado, especialmente durante los meses estivales.

MALLORCA - Ana Obregón PONE A LA VENTA LA CASA DE MALLORCA.El chalet de verano de la familia en Costa de los Pinos se oferta e
Imagen de archivo de la entrada.

Construida hace cinco décadas, la vivienda se diseñó siguiendo un estilo mediterráneo que aprovecha al máximo la luz natural característica de las Baleares. Para su construcción se emplearon materiales de primera calidad, propios de la época, que han resistido magníficamente el paso del tiempo. El inmueble conserva su estética original de los años 70, predominando los colores blanco y azul turquesa que evocan la esencia mediterránea. Entre sus características más destacadas se encuentran sus siete amplios dormitorios, todos ellos con baño incluido, aseo, una cocina completamente equipada y un impresionante salón comedor con acceso directo a la piscina.

La vivienda cuenta además con una terraza que incluye zona chill out, perfecta para las veladas estivales. La extensión exterior no es menos impresionante: una terraza de 250 m², una pista habilitada para el aterrizaje de helicópteros, un embarcadero y un solárium. Una de las características más exclusivas de ‘El Manantial’ es su doble acceso privado al mar Mediterráneo. Por un lado, la propiedad cuenta con una salida directa a la pequeña y recogida playa de El Rajolí, un rincón paradisíaco donde la familia ha disfrutado de momentos de privacidad lejos de miradas indiscretas. Por otro lado, dispone de un pequeño embarcadero de carácter privado, que facilita las salidas náuticas sin necesidad de desplazarse a puertos cercanos. La vegetación es otro de los puntos fuertes de esta propiedad.

El jardín está poblado por numerosos granados y pinos autóctonos que proporcionan sombra natural y contribuyen a crear un ambiente fresco y acogedor incluso en los días más calurosos del verano mallorquín. Esta vegetación, cuidadosamente mantenida a lo largo de los años, aporta privacidad y encanto a todo el conjunto. Durante las décadas de los 80 y 90, la urbanización de Costa de los Pinos se convirtió en el destino predilecto de la alta sociedad madrileña para sus vacaciones estivales. Empresarios de éxito, personalidades adineradas y rostros conocidos elegían este enclave mallorquín para adquirir sus residencias de verano, atraídos por su exclusividad y belleza natural.

En aquellos años, las glamurosas fiestas veraniegas eran habituales en los jardines y terrazas frente al mar de estas lujosas propiedades. Sin embargo, el panorama ha cambiado significativamente en los últimos años. En la actualidad, muchas de aquellas mansiones han sido vendidas a compradores extranjeros, siguiendo la tendencia general del mercado inmobiliario de lujo en Baleares. Los pocos propietarios originales que aún conservan sus viviendas empiezan a plantearse la posibilidad de venderlas, lo que podría transformar definitivamente el perfil sociocultural de esta exclusiva urbanización.