No todas las estrellas bajan del escenario para abrazar al público. Sebastián Yatra, sí. En mitad de su concierto en el Marenostrum de Fuengirola, decidió … que era el momento de parar, de escuchar, de mirar a los ojos. «Esto es un momento muy bonito porque es momento de hablar con vosotros», dijo mientras descendía al suelo, con una calma serena, casi confesional. Lo que vino después fue una sucesión de historias reales, de amores que se fueron, que volvieron, que están por llegar y canciones que ya no fueron solo suyas, sino del público entero.
El concierto comenzó a las 21:50, entre luces verdes, humo blanco y un par de retoques técnicos aún chispeando en el fondo. Entre andamios y cables, apareció Yatra vestido de negro, contrastando con la niebla que lo envolvía como un milagro pop. Y, como si lo hubiese planeado todo al milímetro, rompió el silencio con ‘Milagro’, la canción que daba nombre al clima emocional que se avecinaba e iba a protagonizar la velada.
Apenas unos minutos después, lanzó una pregunta que sonó como un disparo al pecho: «¿Dónde está la gente aquí con el corazón roto?». Y sin esperar respuesta, entró con ‘Disco rayado’, con un ritmo nostálgico y un dolor que parecía familiar. Cada tema era una invitación a revivir algo: un amor que se fue, una promesa rota o una herida que sigue abierta.
Pero lo más poderoso de la noche no estuvo en los agudos ni en las luces: estuvo en las historias. La más impactante fue la de Ezequiel y Viviana: novios del colegio que se separaron, se reencontraron 18 años después y se prometieron amor eterno en el Castillo Sohail. Yatra les dedicó ‘Mi puerto’, mientras el escenario se iluminaba de rosa. «En septiembre nos casamos», contó él. El Marenostrum explotó en vítores y aplausos. De fondo, un discreto «Feliz cumpleaños, Viviana» hizo aún más íntimo el momento.
No fue la única historia. Claudia, también tenía la suya, entre el público, compartió que conoció a su amor el verano pasado, pero lo dejaron. «Quiero volver a verle», dijo a Yatra, antes de que él cantara ‘Cómo mirarte’, con una ternura que paralizó el tiempo. Le siguió un viaje a 2016, cuando todos parecían vivir un verano que nunca se iba a acabar, con ‘Por fin te encontré’.
El concierto duró 1 hora y 40 minutos, pero pareció un pequeño suspiro. Yatra combinó sin esfuerzo el ritmo latino de ‘Tacones rojos’, ‘Robarte un beso’ o ‘Cristina’. Entre canción y canción, confesó: «La alegría más grande de mi vida es cantar la música que me salía del corazón y ver que alguien se siente identificado». Era su primera vez en ese escenario, pero lo dejó claro, volverá: «Me habéis dejado con ganas de más, Málaga».
Aprovechó también para agradecer a todo su equipo, a los que, según él, “hacen posible que esta locura tenga sentido”. Y tuvo palabras especialmente bonitas para su telonera, Ruslana, a quien auguró una gran carrera musical: «Tiene muchísimo talento, no la perdáis de vista».
Cuando pareció que se había despedido, el público aún tenía energía para otra más Y volvió. Como si lo hubieran invocado, regresó entre gritos y cerró con ‘Vagabundo’, desatando la última ola de euforia, baile y complicidad. Y así, Málaga no solo asistió a un concierto. Fue parte de una terapia compartida.