La oferta artística y cultural de Barcelona está siendo este otoño especialmente brillante. La participación de Charles Burns, Art Spiegelman y Chris Ware en la última edición de Kosmopolis ha ofrecido en el CCCB charlas y sesiones memorables. Ojalá la atención que por fin se ha prestado al cómic de vanguardia realizado en los Estados Unidos –que sólo unos pocos defendimos en los años ochenta– se dedique próximamente a sus equivalentes catalanes, baleares y valencianos. Pere Joan, Mariscal y Max están en activo, pero en otros casos (Guillem Cifré, Martí Riera, Micharmut, Antoni Calonge, Gallardo) los rescates serían ya póstumos.

El Macba celebra su 30.º aniversario con una de las exposiciones más ambiciosas –y necesarias a nivel internacional– que ha realizado: Proyectar un planeta negro. El arte y la cultura de Panáfrica. En el título resuena una canción de Public Enemy, Fear of a black planet, y en la muestra no faltan referencias fundamentales, como son los poetas de la negritud: el caribeño Aimé Cesaire y el senegalés Léopold Sédar Senghor, entre otros. Hace tiempo que me asombra que los poderes culturales internacionales, que hasta hace poco han sido exclusivamente occidentales, persistan en ese error narcisista que consiste en infravalorar las creaciones de otras culturas y otros continentes. El desprecio más necio es quizá el que se refiere a la música clásica de la India, pero también las diversas culturas y las mejores contribuciones de origen africano han sido con frecuencia infravaloradas. Sin embargo, los versos de Aimé Cesáire son equiparables con los mejores de Lorca, el jazz y el rock existen gracias al encuentro creativo entre Occidente y África, la obra de Paul Klee no se puede entender sin los precedentes congoleños que la inspiraron (pinturas pigmeas, tejidos kuba), y tampoco la síntesis de cubismo, animismo y surrealismo de Wifredo Lam ha sido considerada con la profundidad y la atención que se ha dedicado a algunos artistas europeos, como Picasso y Duchamp, analizadísimos. La muestra del Macba desmiente tópicos despectivos y racistas, justificadores del colonialismo, y despierta reflexiones aplicables a una mejora de la convivencia internacional. Y el montaje arquitectónico es excelente.

En la fundación se puede visitar ‘Miró i els Estats Units’, una exposición extraordinaria

Otras exposiciones extraordinarias son Miró i els Estats Units (en la Fundació Joan Miró) y la retrospectiva de la fotógrafa Helen Levitt en el centro KBr de la Fundación Mapfre. En la muestra de Cristina Iglesias en La Pedrera destaca su instalación The pavilion of ­dreams. Y también son oportunos los rescates del dibujante satírico Mario Armengol ( Tinta contra Hitler, en el MNAC) y de las cineastas Germaine Dulac (en el Museu Tàpies) y Trinh T. Minh (en La Virreina). Dulac, por cierto, fue mucho más perspicaz valorando las posibilidades descubridoras del cine experimental que analizando las ideologías de su época: criticaba a Hitler, ¡pero elogiaba a Mussolini!.

En el ámbito de las galerías barcelonesas, la sexta edición del salón de arte contemporáneo By Invitation (en el Círculo Ecuestre) ha contado con interesantes conferencias sobre coleccionismo y con obras espléndidas, como las de Joaquim Chancho en el espacio de Marc Domènech. Y el próximo 14 de noviembre, un acontecimiento: el pintor barcelonés Ramon Herreros presenta, después de muchos años de ausencia, una exposición individual, con obra reciente y de su inicial periodo abstracto. Marc Domènech lo había recuperado hace unos años en una colectiva temática sobre geometría, pero es la nueva galería El Principal de Còrsega, dirigida por Sònia Villegas, la que realiza con plenitud este necesario rescate. La selección incluye pinturas abstractas y figurativas, y a menudo las obras son ambas cosas a la vez, como el desnudo femenino La cazadora de rocas. Bajo el título La tierra está desierta y vacía, la muestra reúne (hasta el 14 de marzo) obras con ecos tan dispares como lo son las obras de Piero della Francesca, Kandinsky y Balthus. Una síntesis singular.