La mayoría de nosotros decoramos nuestras casas con la mejor intención: queremos que se vean bonitas, cómodas y acogedoras. Sin embargo, incluso con buen gusto, hay errores sutiles que pueden arruinar el equilibrio de un espacio. Y nadie mejor que una interiorista para detectarlos al instante.
Mariana Trujillo, diseñadora de interiores (@marit_interiorismo), lo explica con claridad: «Como diseñadora, es inevitable. Mi ojo está entrenado para ver esas cositas que simplemente no van. Y sí, algunas son supercomunes». Con una mezcla de humor y sinceridad, Trujillo comparte las cinco cosas que jamás haría en su propia casa, una especie de «manual de errores decorativos» que todos deberíamos tener presente antes de comprar un mueble, elegir una pintura o colgar unas cortinas.

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Porque, según ella, el diseño no se trata solo de estética, sino de entender cómo funcionan la luz, la proporción y la armonía dentro del espacio.
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1. Depender de una sola luz en el techo
La famosa «luz del constructor» -ese foco solitario que cuelga del centro del techo- es, según Mariana, «el mayor enemigo de un espacio acogedor». Y no le falta razón: una única fuente de luz genera sombras duras y un ambiente plano, sin matices.
«La clave está en las capas», explica. «Yo nunca dejaría un espacio sin iluminación ambiental, de trabajo y de acento». Es decir, una combinación de lámparas de pie, de mesa, apliques, spots o tiras LED que aporten calidez y profundidad. Esas tres capas de luz -la funcional, la decorativa y la ambiental– son las que transforman una habitación corriente en un refugio agradable.
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2. Comprar muebles «en set»
Puede parecer práctico, pero Trujillo advierte que es una de las decisiones más contraproducentes. «Ya sabes, el set de sala que incluye el sofá de tres plazas, el de dos y el sillón individual, todos iguales… ¿Por qué? Tu casa termina pareciendo un catálogo genérico», asegura.
La magia, dice, está en mezclar texturas, estilos y épocas. Combinar una butaca vintage con un sofá contemporáneo o una mesa rústica con una lámpara de diseño crea un lenguaje más personal. En definitiva, el interiorismo debe contar tu historia, no la de la tienda donde compraste los muebles.
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3. Pintar todo de blanco «para no fallar»
El blanco es un clásico, pero usarlo por miedo al color puede ser un error. «Amo el blanco, pero un espacio totalmente blanco, y del mismo tono, puede sentirse frío, estéril y sin personalidad», dice la interiorista.
La solución está en los matices: blancos cálidos, tonos piedra, verdes suaves o incluso un toque de azul o rojo pueden aportar carácter sin saturar. “Nunca subestimaría el poder de un neutro cálido o de un acento de color bien puesto”, afirma. El color, bien elegido, no resta serenidad: la potencia.
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4. Colgar cortinas «brinca charcos»
Si hay algo que delata a una casa mal decorada, son las cortinas demasiado cortas. «Esas cortinas que quedan a diez o quince centímetros del suelo acortan visualmente las paredes. Yo nunca colgaría cortinas que no fueran de techo a suelo (o casi)», explica Trujillo.
Además, recomienda instalarlas lo más cerca posible del techo, no justo en el marco de la ventana. De esta forma, se gana altura visual y se crea ese efecto envolvente y elegante típico de los hoteles. «Las cortinas son como un marco para la habitación -añade-, y si están mal puestas, toda la composición se resiente».
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5. Ignorar la escala
«Una alfombra diminuta que flota en medio de la sala. Un sofá enorme en un espacio pequeño. Un cuadro miniatura en una pared gigante…», enumera Trujillo. «La escala lo es TODO. Es el lenguaje secreto del diseño».
Antes de comprar cualquier pieza, la interiorista mide y calcula. Saber si un mueble encaja -no solo físicamente, si no visualmente- es fundamental para mantener la proporción. «Nunca pondría un mueble sin asegurarme de que la escala es correcta para el espacio», afirma.

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En definitiva, estas cinco reglas resumen una filosofía clara: no se trata de llenar la casa de cosas bonitas, sino de crear armonía.