Quien llega a Ceuta se enamora de ella, por su gente, sus oportunidades de emprendimiento, por sus vistas y su rica ubicación geográfica, esto es justo lo que le ha ocurrido a Matias Verutti, un joven sevillano adoptado en Ceuta que cada semana se escapa al país vecino en bicicleta, llegando a hacer hasta 80 kilómetros en solitario sobre ruedas en un mismo día.

Vino por trabajo, sí, pero se quedó por todo lo que Ceuta ofrece, tanto en el ámbito de los negocios como en los espacios dispuestos para hacer deporte al aire libre.

Pedalear, correr, nadar

Ceuta es un buen escenario para emprender”, asegura. Haciendo referencia a las facilidades fiscales.

Pero más allá de la faceta empresarial, hay un motor que mueve a Matias cada día: el deporte. Compite en Hyrox, se entrena para triatlones y ha encontrado en Ceuta un paraíso perfecto para nadar, correr y pedalear. Y es precisamente sobre una bicicleta donde ha vivido ya algunas de sus experiencias más intensas.

La ruta más larga: Ceuta-Tetuán

Hay un recorrido que ha establecido un récord: su ruta más larga desde Ceuta hacia Tetuán (ida y vuelta).

Como siempre, el día empezó temprano. “Entre las 8:00 y las 9:00 horas de la mañana no hay absolutamente nadie en la frontera. Ese es mi truco”, dijo riendo. Cruzó en cuestión de minutos, aún con la luz del amanecer pegando en la carretera marroquí.

Desde Castillejos

Desde Castillejos tomó la ruta costera, esa que combina mar azul profundo con escenarios verdes cuidados con especial atención. Avanzó por Cabo Negro, sintiendo el aire fresco de la mañana.

Según cuenta, en esos primeros kilómetros apenas había tráfico. “Allí la vida empieza un poco más tarde. A las ocho o nueve no hay nadie en la carretera”, recordó. Y fue precisamente ese ambiente lo que le permitió disfrutar de la ruta como si se tratara de una postal en movimiento.

Tetuán: desayuno con vistas y sabor marroquí

Tras una hora y media de pedaleo, apareció Tetuán ante él. La describió como una cuidad “maravillosa” que lo recibió con color, sabor y hospitalidad.

Decidió pararse a desayunar: una “raifa” con miel y queso fresco, sello moruno.

Me senté tranquilo, disfrutando del momento”, dijo, con un gesto en los ojos que reflejaba auténtico placer.

La vuelta: marcada por el tráfico

De regreso, la carretera ya estaba algo más viva. El tráfico aumentó, recordándole que Marruecos tiene su propia dinámica en la conducción. “Allí los coches no respetan igual al ciclista como en España”, admitió. Aun así, no cesó en el disfrute del paisaje.

Y entonces, el momento favorito de toda la ruta apareció ante sus ojos: la bajada hacia Castillejos, una cuesta que deja una imagen indescriptible de Ceuta.

“Es mi parte preferida. Ves Ceuta ahí, preciosa, como un pico en el continente”.

Una invitación a unirse

Matias cree que la bicicleta puede ser un puente entre ambos territorios, una forma de fomentar el turismo y de acercar culturas vecinas. “Recomiendo la ruta mil por mil”, asegura. “No solo por el deporte, sino por descubrir otra cultura, otros paisajes… La gente allí es súper hospitalaria”.

“Animo a todo el mundo a hacerlo”

“Animo a todo el mundo a hacerlo. Es una experiencia increíble y, además, podría atraer a muchos turistas. Desde Ceuta se pueden organizar rutas espectaculares hacia Marruecos. Sería un éxito”, relata.

Matias Verutti pedalea entre dos mundos con naturalidad. Y Ceuta, con sus ventajas y oportunidades, se ha convertido en el escenario ideal para escribir esta nueva etapa. Una etapa que, por ahora, avanza sobre ruedas.