El mundial CRI ha sido el peor momento de Pogačar en su mágico 2025

Hay días en los que ni el sol te da bien en la cara y nadie está exento de ello, ni Tadej Pogačar. En Kigali, Tadej Pogačar cumplía 27 y el regalo fue un bofetón envuelto en arcoíris.

Desde la rampa ya vio que las piernas no estaban, que cada pedalada pesaba más que la anterior.

Y cuando el cuerpo no acompaña, la crono se convierte en tortura: ni ruedas, ni excusas, ni compis que tapen el viento.

CCMM Valenciana

Solo tú, tu casco y un reloj que no perdona.

En cada punto intermedio, los segundos se le escapaban como agua entre los dedos.

La sensación era la de remar en seco, hasta que el golpe llegó con nombre y apellido: Remco Evenepoel.

El belga, dos minutos y medio detrás, lo alcanzó en la última subida empedrada, en plan estampita cruel.

Pogačar intentó agarrarse, pero nada.

Remco siguió volando y Tadej se quedó pedaleando en su propio silencio, cuarto a un segundo del bronce. “Si lo llego a saber…”, dijo luego. Claro, si lo llegas a saber.

Y todo, el día de su cumpleaños.

Ironías del destino: la tarta se la comió Remco, tricampeón del mundo contra el crono.

El chico de Aalst no solo gana, ejecuta. Va acoplado, sin un gesto de más, sin pestañear, como si cada pedalada la hubiera calculado en Excel.

La crono tiene eso: te desnuda. Sin táctica, sin rebufo, sin romanticismo. Solo verdad pura.

Dicen que la especialidad nació con Anquetil, aquel Monsieur Chrono que convirtió el sufrimiento en ballet mecánico.

Antes había pasado Coppi, y después llegaron Merckx, Hinault, Moser, Kelly, Olano, Indurain… el rodillo navarro que dejaba los Tours liquidados en dos tardes de 70 kilómetros.

Luego vino el laboratorio británico con Wiggins, el motor suizo de Cancellara y el martillo alemán de Tony Martin.

Hoy el turno es de Remco. Su pedaleo no tiene poesía, pero sí precisión quirúrgica.

Cada vez que se pone el mono de crono, el resto parece ir cuesta arriba.

Y mientras tanto, Pogačar, que todo lo gana y todo lo ilumina, sigue buscando su gran día contra el reloj.

Quizá lo logre. O quizá no. Pero, seamos sinceros: el ciclismo también necesita derrotas así.

Porque si hasta Tadej sufre, el resto podemos seguir soñando.