La calle del Mar es la conexión entre la plaza de la Reina y el corazón histórico de Valencia, pero desde hace dos años también … une a la ciudad con el arte contemporáneo. Justo hoy, martes 11 de noviembre, el Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH) cumple su segundo aniversario, es decir, hace dos años que abrió las puertas al público. El Palacio Valeriola fue restaurado minuciosamente para convertirse en centro cultural y consecuencia de esta transformación el barrio experimenta desde entonces un ritmo nuevo. Los vecinos ahora se entremezclan con los turistas y curiosos atraídos por uno de lo enclaves artísticos más relevantes de la ciudad y numerosos negocios se han beneficiado de la revolución que ha desencadenado el CAHH para Valencia.
Frente a la fachada impoluta del CAHH, Al Pomodoro lleva casi tres décadas sirviendo pasta y pizzas a los valencianos y los visitantes. La encargada alaba los efectos que el museo ha tenido sobre la zona: «Hay más movimiento y con ello más clientela. La calle está más iluminada y hay más vida. Ha hecho mucho bien». Recuerda que, al principio, la apertura del espacio expositivo provocó «un boom» y que, con el tiempo, gracias al prestigio internacional que ha adquirido el centro, el flujo de visitantes se ha consolidado. «Es mundialmente conocido y eso nos beneficia a todos», resume.
A pocos metros, Deportes Alvarado, una tienda especializada en esquí con más de medio siglo de historia, también nota la transformación: «Antes, hacia esta calle no venía nadie. Ahora, hay turistas todos los días. La plaza de la Reina se ha convertido en el centro del ‘turisteo’ de Valencia y el CAHH ha sumado una actividad más que visitar». El comerciante destaca además las mejoras urbanas: «Han mejorado la luz de las farolas y ponen luces de Navidad. Se encarga el centro de arte de hacerlo, van desde la plaza hasta el museo y tienen su logotipo. Nunca antes habíamos tenido iluminación navideña. Es un detalle que se agradece».

Para Rosa, empleada de la tienda de moda sostenible Miralindo, la llegada del arte contemporáneo a la calle ha sido «muy positiva». «Durante las obras se portaron muy bien con nosotros, y desde la inauguración se nota el movimiento. Viene mucha gente y gran parte entra en el establecimiento. La calle está más arregladita y el museo está genial». Rosa lo recuerda porque estuvo invitada a la apertura, al igual que los demás comerciantes de la zona. «Cuando lo recomiendas, muchos vuelven para darte las gracias porque ha valido la pena», añade. En el estanco confirman lo que Rosa piensa: «Todo lo que se abra en esta zona beneficia. Cuantas más cosas culturales, mejor».
José, de la zapatería El Sabater, también valora los cambios: «Se nota la limpieza y el paso de la gente, sobre todo cuando vienen grupos de visitas concertadas», explica. El zapatero también coincide con el comportamiento excepcional que tuvieron durante las obras: «Les arreglaron las grietas causadas por el trabajo de rehabilitación del palacio a los afectados sin ningún problema», cuenta.
El estanco, El Sabater y Miralindo, los establecimientos más cercanos al CAHH



Los propios vecinos lo sienten como una garantía de futuro. Gustavo, residente del barrio, lo resume con una reflexión sencilla: «Que abran museos es bueno para el barrio. Es un seguro de vida para zonas como estas ya que hace que no se degrade y mantenga su vitalidad». Algo similar piensa Olga, una señora mayor que vive al final de la calle del Mar: «Antes era una vía olvidada, ahora sales de casa y siempre hay gente».
En estos dos años, el Centro de Arte Hortensia Herrero no solo ha traído arte al corazón de la capital del Turia, sino que ha devuelto la luz y el ambiente a una calle que cuenta con muchos comercios locales. A todos los participantes de este reportaje se les pidió que valoraran el CAHH. La mayoría otorgó entre un 8 y un 10, lo que demuestra que su llegada ha sido positiva.