Un apartamento en un ‘palazzo’ de los años 20 que vuelve a hacer brillar el ladrillo visto original

La luz es cálida, el otoño se asoma tras un largo verano, que, aunque lejano, sigue ofreciendo ese vago atisbo de emoción. Las sombrillas dejan paso poco a poco al silencio y a la contemplación del mar. Cae el crepúsculo y la ciudad, con su imponente arquitectura, se tiñe de rojo. Estamos en Termoli, la segunda ciudad más grande de la zona de Molise (Italia). Una región infravalorada pero rica en memoria y tesoros por descubrir. Y entre las antiguas murallas de la ciudad y las coloridas casas que la habitan, asoma un palazzo de los años veinte, que, en su día, fue hogar de los trabajadores del ferrocarril y sus familias.

Pareja andando por una calle con castillo centenario

El Castillo de Suabia reina sobre la ciudad y el paseo marítimo. Por él pasean los diseñadores del estudio Rispoli Guerrera Architetti, fundado en 2017 por Vera Rispoli y Gaetano Guerrera.

© Giulia MarettiVistas de Termoli con su castillo

El paseo marítimo de Termoli es una escultura viva, hecha de diferentes materiales y capas de historia superpuestas.

© Giulia MarettiPlaya italiana al atardecer

Un rincón de playa, de mar, de vida al atardecer, cuando la luz baja y el ambiente se caldea.

© Giulia MarettiEl pasado, presente en la casa

Las bases que construyeron los cimientos de este proyecto de renovación fueron la atención y el detalle. Vera y Gaetano, del estudio Rispoli Guerrera Architetti, fueron los encargados de llevar las riendas en el proceso de transformación. «El proyecto pretende preservar la historicidad del edificio, manteniendo y poniendo en valor elementos originales como las paredes de ladrillo macizo, las puertas históricas, los suelos de gres y el característico bloque de escalera con revestimiento cerámico», sugieren los diseñadores, que optaron por realzar el pasado en todas sus formas. ¿Cómo? Con un toque original, utilizando el color como hito de diseño.

Salón con pared rosa y butacas azules

Yuxtaposiciones perfectas y sugerencias lejanas pueblan las paredes de este piso de Termoli. La pared rosa hace juego con una cocina minimalista en tonos verdes y un conjunto de sillones de terciopelo azul claro de los años 70, modelo Viscontea de Full. Alrededor, un conjunto de muebles y obras de arte procedentes de todas partes.

© Giulia MarettiUn mundo de colores… pastel

Rosas, verdes y azules… Tonos muy diferentes y muy distantes, pero estrictamente en tonos pastel. De hecho, el dúo de arquitectos optó por una paleta cromática variada, que va de lo cálido a lo frío, pero, inesperadamente en sintonía. «El salón se caracteriza por elementos que cuentan historias de viajes lejanos y colecciones únicas», y el color es el pegamento entre las piezas. Pequeñas esculturas, pinturas murales y objetos vintage se relacionan entre sí y diseñan los espacios sobre un mar de resina negra. Como un velo, «el suelo negro crea una cierta profundidad teatral, reflejando la luz natural», sugieren Vera y Gaetano, que añaden que «por otro lado, las paredes de ladrillo visto enfatizan la estructura original» porosa, matérica, auténtica.