En un contexto histórico dominado en Cataluña por el noucentisme –que en el plano estético propugnaba, grosso modo, un regreso al modelo clásico–, el pabellón que Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reichcrearon como representación de Alemania para la Exposición Internacional de Barcelona en 1929 debió de suponer todo un terremoto. Basta comparar el Palacio Nacional de Montjuïc, inspirado en el renacimiento español, o las columnas jónicas de Puig i Cadafalch, las dos construcciones más emblemáticas de la exposición, con el racionalismo depurado del pabellón para comprender el rupturismo que significó y su trascendencia para la irrupción de la modernidad en nuestro país.

Mies Van der Rohe

La construcción se resolvió con acero, cristal y cuatro tipos de mármoles: travertino romano, mármol verde de los Alpes, mármol verde antiguo de Tinos y ónice doré del Atlas africano.

Eugeni Pons

Precisamente esta obra será uno de los espacios protagonistas de Barcelona Capital Mundial de la Arquitectura 2026, acontecimiento del que la Fundación Mies van der Rohe actuará como oficina técnica, y que incluirá el congreso mundial de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) como evento central de un amplio programa de actividades que se desplegará por todos los rincones de la ciudad a lo largo del próximo año.

RIGOR Y PLASTICIDAD

Las autoridades de la República de Weimar quisieron aprovechar la Exposición Internacional de 1929 para mostrar el carácter aperturista del nuevo Estado alemán surgido de las cenizas de la Primera Guerra Mundial. Y qué mejor que confiar la materialización de ese objetivo a Mies van der Rohe y Lilly Reich, quienes venían de triunfar en la Exposición Werkbund de Stuttgart de 1928, donde mostraron sus ideas arquitectónicas avanzadas. La propuesta de ambos exploraba conceptos por entonces novedosos como la planta libre y la continuidad espacial.

Mies Van der Rohe

Butaca Barcelona, diseñada por Van der Rohe y Reich para amueblar el pabellón en 1929 en edición contemporánea de Knoll. Lámpara Tubs i llums #01 Big + Medium de tubo de acero, diseño de Max Enrich, una edición limitada de siete, para la galería Il·lacions.

Eugeni Pons | Estilismo: Susana Ocaña

El diseño del pabellón está considerado un ejemplo arquetípico de simplicidad y rigor constructivos, no exento de plasticidad gracias a la riqueza visual obtenida por la transparencia de los grandes paños acristalados y los reflejos del vidrio, el mármol pulido y las láminas de agua.

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LA FORMA SIGUE AL MATERIAL

Como curiosidad, el bloque de ónice interior condicionó la altura del pabellón. Mies, hijo de cantero, sabía que no se podía cortar piedra en invierno debido al riesgo de fractura por las heladas. El apretado calendario de entrega obligó al arquitecto a recurrir a las existencias de material disponible, y fue él mismo quien encontró el bloque de ónice en un depósito de mármol en Hamburgo, una pieza de 240 x 160 x 60 cm. Mies decidió entonces dar al pabellón una altura igual al doble de la del bloque, adoptando una altura libre de 3,10 m.

Mies Van der Rohe

De delante atrás, lámpara Cesta, de Miguel Milá (1962) para Santa & Cole; silla Tiracord, de Jordi Vilanova (1961), y butaca Cúbica, de Antoni Bonet (1952), ambas en edición contemporánea de Isist Atelier; butaca Barceloneta (1953), de Alfonso Milá y Federico Correa, en reedición de Santa & Cole; butaca Torres Clavé (1934) para amueblar el pabellón de la República española en la exposición universal de París de 1937, que Mobles 114 produce desde 1987.

Eugeni Pons | Estilismo: Susana Ocaña

Cuando finalizó la exposición, el pabellón se desmontó a pesar de que muchas voces reclamaron su preservación. Desde mediados de la década de 1950 y por impulso del arquitecto Oriol Bohigas se empezó a gestar la idea de reconstruir el edificio en su emplazamiento original. Esa idea tomó impulso con la llegada del primer ayuntamiento democrático a Barcelona, y el nuevo pabellón vio por fin la luz en 1986. Su reconstrucción nos permite disfrutar de una obra erigida en manifiesto de la modernidad que se ha convertido en un referente para las nuevas generaciones de arquitectos de todo el mundo. Un lugar donde la conocida máxima de Mies de “menos es más” cobra todo su sentido.