El artista Pako Lominchar, madrileño afincado en Zaragoza desde hace 20 años, Pako Lominchar expone hasta el próximo día 29 de noviembre en Espacio Pirineos «Sinfonía en blanco y negro». La sala 2 del centro expositivo grausino acoge esta muestra que permite disfrutar a través de las obras que la componen de las principales señas de identidad del pintor: la obra en blanco y negro, el movimiento y la anatomía humana.
«Fui el primer pintor de Europa que pintaba óleos en blanco y negro«, recuerda Lominchar, para quien el color, o la ausencia del mismo es toda una declaración de intenciones. «Alguien me dijo cuanto empezaba, ya en los años ochenta, que si quería conseguir algo, tenía que ser distinto y así fue como empecé a pintar en blanco y negro exclusivamente», comenta desde su exposición en Graus.
Junto a su primer cuadro, pintado en el año 1988, también dedicado a la danza y que forma parte de la exposición «Sinfonía en blanco y negro», recuerda sus orígenes como artista. «He tenido una formación autodidacta. A los 8 años, empecé a dibujar de la mano de mi padre, que dibujaba muy bien. Él me enseñó a dibujar y yo a pintar», recuerda de esos primeros tiempos, el único periodo en el que ha utilizado el color.
El blanco y negro fue, desde muy pronto, una elección artística que, además de diferenciarse, le permite expresarse. «Lo que intento es realzar la belleza y la simplicidad a la hora de pintar. Al no haber color, se pueden resaltar los volúmenes y las texturas. Lo que quiero es que la gente se sumerja en un mundo de luces y sombras y la sencillez me ayuda. Para mí, menos es más», explica. Para ello, Pako Lominchar utiliza una amplísima paleta de grises, con diez o doce grises distintos a la hora de hacer un cuadro», detalla.
Como puede apreciarse en «Sinfonía en blanco y negro», su pintura es figurativa, realista, con temática de ballet clásico, de danza contemporánea y con cuerpos femeninos. «Me gusta la anatomía, el movimiento, las transparencias y las veladuras. Con los vuelos, trapos y satenes, consigues efectos muy bonitos», indica.
Sus obras reproducen fotografías tomadas por él mismo o son fruto de sesiones con modelos. «Voy haciendo bocetos a lapicero a partir de ahí y con intuición y talento voy dándoles forma», detalla en cuanto al proceso de elaboración de sus cuadros que oscila entre las tres semanas y los cuatro meses, dependiendo de la complejidad de la obra y de su tamaño.
Lominchar ha expuesto en salas y galerías de Madrid, Valencia, Barcelona, La Coruña, Zaragoza o Huesca. Precisamente, en paralelo a la muestra en Graus, expone en Zaragoza sus primeras obras en acrílico. «Empecé con el acrílico, también en blanco y negro, hace un año y medio porque me apetece probar técnicas nuevas». En este sentido, avanza también que está empezando a trabajar la acuarela en seco, eso sí, manteniendo el blanco y negro que sigue siendo su sello personal.