Pastora Soler ha decidido contar su historia con voz propia. La cantante sevillana acaba de publicar ‘Cuando se apagan las luces, aparecen las estrellas’, un libro en el que repasa su trayectoria profesional y personal desde sus inicios hasta la actualidad. Un viaje … en el que no solo hay éxitos, aplausos y escenarios, sino también presiones, inseguridades y situaciones que, con el paso del tiempo, reconoce que marcaron profundamente su carácter.
Este lunes, en una entrevista en el programa Y ahora Sonsoles, Pastora profundizó en algunos de los capítulos más delicados de ese pasado, en especial los diez años en los que estuvo bajo la dirección de su primer representante, Luis Sanz. La artista lo definió como la persona que le «abrió la puerta» al mundo de la música, pero también como alguien cuya forma de trabajar dejó cicatrices.
La cantante relató que la influencia del representante fue tan fuerte que condicionó su vida familiar y personal. Incluso decisiones cotidianas, como asistir a un viaje de estudios, dependían de su aprobación: «Mis padres y yo estábamos totalmente volcados con la oportunidad profesional. Ese sueño nos arrastró a todos».
El rumor con Morante que nunca existió
Dentro de ese control, Pastora Soler reveló un episodio que llevaba años sin aclarar: el supuesto romance con el torero Morante de la Puebla, una historia que llenó titulares y tertulias del corazón durante años. La artista fue tajante y señaló que todo fue fruto de una invención de su representante.
«Jamás hubo nada», afirmó sin rodeos. «Yo tenía novio en ese momento. Pero para él, mi novio no era válido. Siempre sentí que mi vida sentimental era mi parcela y yo intentaba mantenerla al margen, pero él incluso así se permitía interferir».
Pastora explicó que el rumor surgió tras una salida informal con amigos en Matalascañas, lugar donde veraneaba: «Habíamos salido a tomar unas copas y al día siguiente él vio ahí un filón. Lo contó como si fuera algo más. Y claro, la prensa se hizo eco. Y después, durante años, seguían preguntándome por ello».
La artista reconoce que aquel episodio le hizo comprender hasta qué punto su imagen pública podía escapársele de las manos.
Una etapa superada, pero no olvidada
Con el paso del tiempo, Pastora Soler afirma haber construido una relación mucho más sana consigo misma, con su carrera y con su entorno. De aquel periodo, dice, conserva la fortaleza que tuvo que desarrollar para «poner límites» y aprender a decir que no.
«Yo no he salido destrozada, pero sí crecí muy rápido», señaló. «Hoy soy capaz de mirar hacia atrás y reconocer lo que me dañó y lo que me hizo fuerte».
Con su libro, Pastora busca cerrar una etapa desde la serenidad y también desmontar mitos, bulos y prejuicios que le acompañaron durante años. Entre ellos, aquel romance que nunca fue. «Lo importante es que hoy lo cuento yo, sin intermediarios».