Mads Pedersen, el valor de correr sin miedo

En tiempos de ciclismo descomunal, cuando el foco lo acaparan los todopoderosos Pogacar y Van der Poel, emerge Mads Pedersen, el danés que corre como piensa: sin esconderse, sin calcular, con una mezcla de orgullo y descaro que le ha hecho ganarse el respeto de todos.

No es el más fuerte ni el más dotado, pero es, sin duda, uno de los más valientes.

Lo demostró en la Vuelta a España, donde tras días de intentos y desgaste, firmó en Monforte de Lemos una victoria de manual: una jornada de más de 3.000 metros de desnivel, con final al sprint, cuando nadie apostaba por un velocista.

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Ahí estuvo Mads, atento, fiel a su estilo, rematando con potencia y clase, dejando claro que no necesita que el guion le favorezca para escribir su historia.

Esa victoria, como tantas suyas, fue un acto de insistencia.

Porque Pedersen no solo corre para ganar: corre para dignificar el oficio.

Lo mismo en las grandes vueltas que en las clásicas del norte, donde esta primavera volvió a codearse con los monstruos.

Segundo en Flandes, protagonista en Roubaix, imperial en Gante-Wevelgem, donde firmó su tercer triunfo y se igualó a Boonen, Sagan o Merckx.

Y lo hizo a lo grande, atacando de lejos, rodando solo, conquistando la carrera con una naturalidad pasmosa.

Con casi una década en el Lidl-Trek, su fidelidad explica parte de su éxito.

Nunca ha necesitado cambiar de maillot para crecer: lo ha hecho desde dentro, paso a paso, hasta ser el alma de un equipo que hoy se refleja en su carácter.

En él conviven la humildad y la ambición, la disciplina nórdica y la pasión de los viejos rodadores flamencos.

A sus casi treinta años, Pedersen es el ejemplo perfecto de lo que significa competir en la era de los colosos sin resignarse a ser secundario.

Ha ganado etapas en las tres grandes, un Mundial bajo la lluvia inglesa y algunas de las clásicas más duras.

Pero más allá de los números, lo que queda es su forma de correr: frontal, honesta, atrevida.

Mads Pedersen no necesita ser el más grande para ser único.

Y en este ciclismo de titanes, está escribiendo un palmarés paralelo, hecho de autenticidad, constancia y puro corazón.

Imagen: A.S.O./Pauline Ballet