Ha habido pocas series en la historia de España que se mantengan tan vivas en la memoria colectiva de todos como lo ha hecho Verano azul. La serie demitida La 1 de RTVE entre 1981 y 1982 marcó un antes y un después en la televisión nacional. Tres décadas después de que se llegase a la pantalla la ficción creada por Antonio Mercero (que también fue el responsable de Farmacia de Guardia), sus protagonistas han cambiado radicalmente, aunque probablemente el que más lo haya hecho sea Miguel Ángel Valero, que interpretaba al mítico Piraña.

El entrañable niño regordete que compartía aventuras con Julia, Pancho, Javi o su inseparable Tito vivió el periodo estival más recordado de todos los tiempos en Nerja, y aunque la serie lanzó al estrellato a Valero, la carrera del actor tuvo un prematuro final. Ahora, con 54 años, la vida de Miguel Ángel es muy distinta a la que muchos piensan, e incluso se ha adentrado en mundos opuestos a los de la actuación.

¿Qué hizo Miguel Ángel Valero después de ‘Verano azul’?

En 1979, Antonio Mercero estaba buscando a un niño que encarnase a Piraña, cuyo nombre real era Manuel. Valero no tenía experiencia como actor, de hecho nunca se lo había planteado, pero su madre Mari Carmen entabló conversación con la hija de su panadera habitual, que trabajaba en el sector publicitario, y animó a que llevase a Miguel Ángel, que por aquel entonces tenía solo 8 años, al casting. Al creador de Verano Azul lo conquistó al instante.

Dos años después se estrenó la serie y la vida de Valero cambió, ganando una popularidad desmesurada y convirtiéndose en uno de los personajes favoritos de los espectadores junto a su amigo Tito (Miguel Joven). Tal fue el vínculo que tenían ambos que cuando acabó la serie formaron un dúo musical llamado ‘Los Pirañas’, en honor al personaje de Valero, llegando incluso a grabar un disco. Participaron juntos en varias películas, como Chispita y sus gorilas (1982) y Padre no hay más que dos (1982) junto a Pajares y Esteso.

Ese mismo año volvería a trabajar bajo las órdenes de Mercero en Buenas noches señor monstruo (1982) interpretando al hijo del conde Drácula. Tras participar en varios espectáculos circenses junto a Joven, Valero realizaría su última película en el año 1985, cuando apareció en El rollo de septiembre, dirigida por Mariano Ozores. Después de trabajar en la cinta, dejó el mundo de la actuación para siempre con 15 años, algo que muchos de sus compañeros no hicieron, y se centró en sus estudios.

Ingeniero de telecomunicaciones y político del PP

Valero comenzó a estudiar Ingeniería de Telecomunicación en la Universidad Politécnica de Madrid, donde posteriormente haría el doctorado y en la que estuvo como docente durante más de once años (eso sí, participando en obras de teatro con el grupo ‘No es Culpa Nuestra’). En el año 2020 fue nombrado por el Ayuntamiento de Madrid nuevo director de la Oficina de Accesibilidad, aunque dimitió apenas un año después. Actualmente, ha vuelto a la institución de enseñanza, donde es Delegado del Director para Accesibilidad y Responsabilidad Social. 

Mejorar la vida de las personas

Valero centra sus investigaciones actuales en aprovechar los avances tecnológicos para mejorar la vida cotidiana de las personas, bajo una premisa clara: «La tecnología debe ser una aliada para nuestros proyectos de vida». Diferencia entre la tecnología verdaderamente útil —la que facilita una vida más cómoda, autónoma y feliz— y los simples “cacharritos” sin función práctica. En esa línea, impulsó el Hogar Digital Accesible, una vivienda de 90 metros cuadrados en la Universidad Politécnica de Madrid que lleva 18 años demostrando cómo la domótica puede favorecer la accesibilidad cognitiva, física y sensorial, especialmente ante los retos del envejecimiento.

Su compromiso con la tecnología social trasciende los laboratorios. Ha trabajado como cooperante en Guatemala, participado en la creación de la Asociación Aventura 2000 y la Fundación La Semilla, y llevado incubadoras neonatales de bajo coste a hospitales de Etiopía para reducir la mortalidad infantil. Desde el Ceapat promovió iniciativas como Haciendo la vida más fácil, con el fin de acercar los productos de apoyo a toda la ciudadanía. Su mensaje es claro: la accesibilidad debe ser sostenible y, del mismo modo, la sostenibilidad debe ser accesible.