La previa de la carrera nos ilusionaba. Franco Colapinto largaba 14 y los números del sábado decían que tenía buen ritmo de carrera. Con la estrategia acertada y un poco de suerte, soñar con puntos no parecía descabellado. Pero no.

La largada fue limpia pero en la segunda curva Franco se quedó sin pista, bajó las cuatro ruedas al sobre pianito y perdió cuatro lugares. Ya estar 18 empezaba a complicar los planes. Colapinto largó con el compuesto intermedio y dejaba abierta una carrera a una o dos paradas. El Alpine no parecía tener el ritmo que había mostrado el sábado y pronto lo superó Gasly que venía con compuesto duro, supuestamente más lento que lo que tenía el argentino. 

Pero cuando parecía que nada podía empeorar llegó la primera parada en boxes. El equipo Alpine hizo todo rápido pero una rueda se trabó y una parada «normal» de dos segundos, dos segundos y medio se transformó en una de más de siete segundos. Franco hizo saber su enojo por radio apenas salió y trató de enfocarse en una carrera que cada vez se le hacía más cuesta arriba. 

Por momentos el ritmo no era malo, pero lejos de acercarse a otros pilotos. Empezaron las detenciones y de pronto Franco era el decimoquinto. Pero el sueño duró poco. Volvió a parar en boxes por caucho fresco y otra vez se complicó la tarea de los mecánicos y otra vez fueron más de siete segundos. Haciendo cuentas rápidas, Colapinto perdió al menos 10 segundos en dos detenciones en boxes. Como terminó la carrera le alcanzaba para quedar 14 o 15. ¿Se entiende el problema?

El resto de la carrera fue ver qué pasaba en la lucha por la punta entre Norris y Piastri. ¿Franco? Sumando kilómetros y, suponemos, masticando bronca. El puesto final en el decimooctavo lugar es sólo una decoración para terminar un mal domingo. Una vez más.