Que Edgar Wright vuelva a la gran pantalla siempre es motivo de celebración. No cabe duda de que el británico es uno de los grandes especialistas en llevar el lenguaje audiovisual de sus obras a un nuevo nivel, y títulos tan variopintos como ‘Baby Driver’, ‘Última noche en el Soho’, ‘Hot Fuzz’ o la imperecedera ‘Scott Pilgrim contra el mundo’ lo dejan claro cristalino.

Sólo esta pequeña parte de su filmografía hace que las ganas por hincarle el diente a ‘The Running Man’, su adaptación de la novela de Stephen King protagonizada por un Glen Powell que continúa reivindicándose como una de las grandes estrellas del momento, sean gigantescas. No obstante, las palabras del cineasta sobre algunos aspectos claves del largometraje y su proceso creativo alimentan aún más las expectativas.

Distopías, villanos y héroes

Durante una entrevista compartida con King, que os ofrecemos en exclusiva, Wright se sumerge en las pantanosas aguas de las distopías en el cine, razonando por qué ‘The Running Man’ omite revelar el año en el que se ambienta. El motivo alude, en cierto modo, a la falta de margen temporal que han dado largometrajes homólogos previos entre el año de estreno y el año dentro de la ficción.

«En la película no decimos en qué año transcurre. Y la razón es que siempre soy muy consciente de que, en las películas que muestran futuros distópicos, nunca consiguen situarlo lo bastante lejos. Ojalá viviéramos en el 2001 que Stanley Kubrick imaginó en 1968. Ni siquiera hemos llegado ahí todavía. O 1997: Rescate en Nueva York, que me encanta, es una película de 1981 ambientada en el año 1997. Ya hemos pasado de sobra ese punto. Así que o lo lanzas mucho más lejos, o directamente no le pones fecha».


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Además, el de Poole ha hablado sobre el poder del montaje a la hora de construir narrativas no sólo en la ficción, sino también en el reality —ya no digamos, y esto es aún más espinoso, en medios informativos—, apuntando un término de lo más curioso, el «villain edit». 

«Desde la publicación del libro en 1982 —y especialmente en los últimos 25 años de televisión real— la gente se ha vuelto muy consciente de cómo se construye una narrativa en el montaje. Incluso hay un término para ello en los realities: el “villain edit”, cuando convierten a alguien en el villano de la función.

Si piensas en The Real Housewives y programas así, siempre hay alguien que tiene que ser el villano de la historia. Yo ya era consciente de ello incluso en concursos de canto —American Idol, The X Factor— donde creaban una narrativa sobre un concursante y montaban su material para convertir a alguien en el chivo expiatorio o el villano. Pasa mucho en la televisión real».

Pero si algo llama la atención del análisis de Wright sobre su obra, esa es la línea que traza con un clásico del cine de acción de la talla de ‘Jungla de cristal’, hermanado con ‘The Running Man’ a través del tratamiento de su protagonista y, más concretamente, de la sensación de vulnerabilidad que transmite.

«Tiene algo similar a la primera Jungla de Cristal, donde, sí, John McClane es un policía, pero pasa buena parte de la película sobreviviendo como puede. Lo que hace emocionante esa película es que da la sensación de que McClane está fuera de su elemento frente a esos terroristas. Y, claro, en las mejores historias de acción y aventuras, debe existir la posibilidad real de que el héroe muera».

Si todo esto ha alimentado tus ganas de posar las retinas sobre ‘The Running Man’, se estrena en salas de cine españolas el próximo 21 de noviembre.

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