El brote de sarampión registrado en La Palma el pasado 20 de octubre ya afecta a 24 personas. Así lo notificó este miércoles la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud (SCS), tras haber confirmado tres nuevos casos en esta isla que se encuentran en estudio epidemiológico para averiguar el vínculo. Sin embargo, desde este organismo del Ejecutivo autonómico no ofrecieron detalles sobre el perfil de los pacientes afectados.

Cabe recordar que, desde el pasado lunes, la cifra de aquejados ya había ascendido a 21 –14 adultos y siete niños–, después de que el foco diera el salto a Gran Canaria y sumara dos casos, además de otros cinco en La Palma. Por ahora, se conoce que 19 pacientes residen en la isla en la que se detectaron los primeros positivos, tres en Tenerife y dos en Gran Canaria. Por suerte, todos padecen sintomatología leve y pasan la enfermedad sin incidencias. Dada la alta contagiosidad del virus que la provoca, la previsión es que en los próximos días se diagnostiquen más cuadros.

«El hecho de que en el contexto de un brote tengamos este número de casos y no una cifra más elevada significa que tenemos una alta protección inmunitaria gracias a la vacunación, pero también que hay sectores poblacionales que han bajado la guardia porque dudan de la seguridad de las vacunas, o bien, porque piensan que no tienen que proteger a sus hijos frente a una enfermedad como el sarampión», valora el epidemiólogo Amós García Rojas.

Y es que, tal y como explica el experto, el comportamiento de una enfermedad transmisible depende de tres factores: la cantidad de personas inmunizadas por haber recibido la profilaxis o haber padecido la patología, la cifra de sujetos que se encuentran desprotegidos y el número de infectados. «Si el virus circula en la comunidad, pero tenemos una alta tasa de inmunizados, el número de casos que sumemos será muy bajo», detalla.

Cobertura vacunal

Con base en las últimas cifras que maneja el Ministerio de Sanidad –que corresponden a 2024–, a pesar de que la cobertura vacunal con la primera dosis del compuesto de la triple vírica frente al sarampión, la rubéola y la parotiditis (SPR) es alta en Canarias, el Archipiélago es la sexta región del país con la tasa más baja, un 94,67%. El dato sitúa a las Islas por delante de la Comunidad Valenciana, con un 94,56% de la población diana inmunizada; Aragón, con un 94,05%; Cantabria, con un 92,4%; Baleares, con un 92,39%; y Ceuta, con un 78,37%. El resto de comunidades supera la horquilla del 95%.

En materia de segundas dosis, la comunidad se mantiene en la misma posición, aunque con un registro ligeramente inferior, en concreto un 88,87 %. Solo Andalucía supera el 95% de habitantes inmunizados, un umbral que el Ministerio de Sanidad ha establecido como el idóneo para la cobertura con la pauta completa. «La protección que confiere la vacuna es muy alta y, prácticamente, dura toda la vida. Sin duda, este recurso tiene muchos beneficios», asevera el especialista.

Desde la Dirección General de Salud Pública insisten en que la vacuna es el medio más seguro y eficaz para evitar contraer y transmitir el sarampión. A la primera dosis de esta profilaxis se debe acceder a los 12 meses de vida, mientras que la segunda se administra al cumplir los tres años. Por ello, el citado organismo del SCS hace un llamamiento a la población para que revise el estado vacunal de los niños y niñas de tres años y para que las personas que hayan nacido después de 1978 y no tengan constancia de haber sido inmunizadas o de haber pasado la patología consulten en su centro de salud para recibir la inyección.

Hay que señalar que este foco se originó que un avión que salió de Málaga con destino a Tenerife. En el vuelo coincidieron dos bebés que padecían la enfermedad. Uno de ellos se quedó en esta isla, mientras que el otro se desplazó a La Palma. Esta situación obligó a los profesionales de Salud Pública a investigar a las 120 personas que viajaban aquel día en la aeronave. No obstante, a la nómina se suman más de 180 adicionales por los cambios de escenario que han podido contribuir a propagar la afección.

El sarampión es una enfermedad muy contagiosa que se transmite por vía aérea –a través de la diseminación de las gotas que se expulsan al toser, hablar o estornudar–, y que es causada por un patógeno que pertenece al género Morbillivirus, de la familia Paramyxoviridae. Suele cursar con una erupción cutánea que va acompañada de fiebre, conjuntivitis, tos y secreción nasal. Aunque la mayoría de los cuadros son leves, la patología puede derivar en neumonía o encefalitis, e incluso, conducir a la muerte. «Desde que se contrae la infección hasta que aparecen los primeros síntomas pueden pasar siete días», apunta el doctor Amós García.

Registros

En el transcurso de 2024, en Canarias se notificaron siete casos de sarampión, tras haber pasado varios años sin registrar cuadros. De ellos, cinco fueron importados o estuvieron relacionados con casos que surgieron fuera de las islas, y otros dos tuvieron un origen desconocido.

Hasta que se tuvo constancia de este brote, este año se habían constatado dos contagios, uno importado y otro desconocido. Al listado se suman otros dos que corresponden a dos menores y que se produjeron por efecto secundario de la vacuna. En ambos casos, la patología cursó de forma leve y sin complicaciones. «Es cierto que esto puede suceder, pero no es lo habitual. Además, cuando ocurre, los cuadros no tienen ningún tipo de trascendencia clínica», aclara el epidemiólogo.

De acuerdo con los registros del portal oficial de la Asociación Española de Pediatría sobre Vacunas e Inmunizaciones, la incidencia del sarampión ha aumentado de forma significativa en el mundo desde 2022. De hecho, en el conjunto estatal se confirmaron 217 casos el año pasado, una cifra muy superior a la registrada entre 2021 y 2023. Hasta el primer trimestre de 2025, se habían reportado 179 cuadros –57 importados, 69 relacionados con estos y otros 53 de origen desconocido o en investigación–.

Triple vírica

En España, la vacuna triple vírica se introdujo en el calendario vacunal infantil en 1981, si bien la segunda dosis se incorporó en 1996. La llegada de estos compuestos contribuyó a reducir de forma significativa las epidemias de sarampión. «Anteriormente, existía una vacuna dirigida solo contra el sarampión, pero no era muy poderosa. A partir de la década de los 80, la cobertura vacunal comenzó a ascender de forma paulatina», explica el epidemiólogo Amós García, que insiste en la importancia de revisar el estado vacunal.

Suscríbete para seguir leyendo