Si algo ha quedado claro desde que Carlos Alcaraz llegó al primer escalón deportivo es que es un jugador especial. El español no solo cuenta con un amplio catálogo de golpes, sino que tiene algo que le hace marcar las diferencias: una mente privilegiada que le permite resolver situaciones ante las que otro tenista no tendría respuesta. El mejor ejemplo fue lo sucedido ante Taylor Fritz, un partido que el norteamericano hubiera ganado contra cualquier jugador… salvo el murciano.
Fritz jugó el mejor partido de su carrera y lo perdió. Es difícil de explicar lo sucedido en pista, salvo porque enfrente estaba Alcaraz. Solvente al saque, con una derecha demoledora y muy rápido de piernas, el estadounidense dio una lección de tenis ante el español. Pero el número dos del mundo era capaz de desactivar cada una de las trampas con las que se iba encontrando, hundiendo el ánimo de su rival, que acabó frustrado tras caer derrotado en un brillante partido en Turín.
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Rubén Rodríguez
«En muchas jugadas, me generé la bola que quería, pero no fui clínico. Tengo que finalizar los puntos con esas bolas. Carlos tiene una defensa increíble, se anticipa y te pasa a las mil maravillas«, explicaba Fritz tras la derrota. Ahí estaba la verdadera clave: el americano era capaz de dominar, llevar a Alcaraz al extremo y fabricarse una gran oportunidad para ganar el punto… pero, en ese último golpe, el español era capaz de leer lo que iba a pasar para terminar venciendo. Fue una constante.
Los ladrillos terminaron convirtiéndose en una pared y, cuando Fritz quiso saltarla, se dio cuenta de que era imposible. Pero, ¿cómo Alcaraz tuvo la capacidad de conseguir una victoria así? Hemos visto al español ganar partidos de todos los colores, desde aquellos que ha dominado de principio a fin como otros que, estando igualados, fue capaz de resolver gracias a su calidad. Pero lo sucedido este martes fue muy diferente: una lección de resiliencia para acabar con la moral de su rival.
Y, aunque pueda parecer lo contrario, nada fue casual y sí orquestado, preparado y trabajado por Alcaraz. «La clave fue meterme en su cabeza. Siempre estudiamos dónde suelen tirar los golpes los rivales. A veces, cambian sus elecciones de tiro, pero siempre hay un tiro de seguridad donde se sienten más cómodos para golpear en momentos de presión o de dificultad. Adiviné varios de esos tiros y él sintió más la presión y falló un poco más de la cuenta», confesaba Alcaraz.
Pero era todavía más gráfico en la explicación: «Es como un portero en un penalti. Hay que elegir un lado y moverse. A veces funciona y otras, no«. El conocimiento extra del juego, del rival y de sus golpes le permite anticipar lo que va a suceder, convirtiéndole en uno de los mejores defensores del circuito. Es capaz de interpretar lo que puede pasar antes de que tenga lugar, algo que le ofrece una ventaja única. Y, lo que es mejor, es la clave que le permite pelear por el número uno.
A un paso de las ‘semis’ y de la cima de la ATP
Alcaraz es líder de su grupo, el Jimmy Connors, siendo el único jugador que ha ganado los dos partidos que ha disputado. Eso le coloca en una posición inmejorable para seguir en la competición, pero ojo, que no lo tiene hecho todavía. Hay dos cuentas fundamentales que debe tener en mente: con ganar un set, estará en semifinales; y, si además, es capaz de derrotar a Lorenzo Mussetti, ya habrá recuperado el número uno del mundo hasta final de temporada.
La misión más urgente del español pasa por hacerse con una manga. Es la ecuación más sencilla para pasar de ronda, más allá de que gane o de que pierda. Eso sí, si quiere ser primero de grupo, debe ganar al italiano (2-0 o 2-1) o perder 1-2 y que Fritz derrote 2-1 a De Miñaur. Será segundo si pierde ante Mussetti y De Miñaur gana a Fritz o si pierde 1-2 con Mussetti y Fritz gana 2-0 a De Miñaur. Pero hay una combinación que le deja fuera de juego.
Alcaraz caería eliminado si pierde 2-0 ante Mussetti y Fritz gana a De Miñaur. Es decir, de las nueve combinaciones posibles, solo una deja fuera al español, por lo que acaricia las semifinales. Y si, además, gana al italiano, será número uno del mundo. Si no lo hace, pero pasa de ronda, con ganar en semifinales también lo habría conseguido. El español acaricia sus dos grandes objetivos en las ATP Finals… y todo, gracias, a inspirarse en un portero antes de un penalti.
Si algo ha quedado claro desde que Carlos Alcaraz llegó al primer escalón deportivo es que es un jugador especial. El español no solo cuenta con un amplio catálogo de golpes, sino que tiene algo que le hace marcar las diferencias: una mente privilegiada que le permite resolver situaciones ante las que otro tenista no tendría respuesta. El mejor ejemplo fue lo sucedido ante Taylor Fritz, un partido que el norteamericano hubiera ganado contra cualquier jugador… salvo el murciano.